martes, 27 de julio de 2021

"En busca del amor... avanzando con paso firme hacia la condenación eterna" 



El Potro de la Gamboa, el expúgil del pene tatuado: "Gasto una buena herramienta".


Así se presenta un joven español de 37 años a una chica también española de 33, separada y sin hijos, en el programa de telebasura First Dates. En otro de estos programas, una dependienta de comercio también de la tierra le dice a un árbitro de fútbol asimismo natural de esta ya muy degradada y desgastada vieja piel de toro: "Quiero un buen empotrador". La chica de 33 años, que exhibe más tatuajes en su cuerpo que los localizables en un tebeo, confiesa que se desvive por los tatuajes, en tanto el expúgil confiesa que él se desvive por los tatuajes tanto como por el sexo.


Y se quedan tan panchos, así como puercos del rebaño de Epicuro, completamente contentos con esas marcas epidérmicas típicamente paganizantes, y por completo desconocedores de la exhortación que sigue de Levítico 19, 28: "No se hagan cortes en su cuerpo por los muertos ni se hagan tatuajes. Yo soy Yavé". Aunque claro que no se trata de tomarse al pie de la letra una prohibición como esta, de suerte que en este libro esencialmente normativo del Antiguo Testamento la inmensa mayoría de las prescripciones ya no tienen ninguna validez ni son vinculantes para los discípulos de Cristo, porque en él nuestro Señor ha llegado a plenitud la Antigua Alianza, que es la propia del pueblo elegido Israel pero no ya la del Nuevo Israel que es la Iglesia. De lo que se trata es de advertir que si vivimos en pecado mortal, como si Dios no existiera (¡y es así como vive la inmensa mayoría de la juventud española actual!), solo abiertos a los reclamos y tentaciones de la mundanidad, podemos ser presa fácil del Tentador.  

Por su parte Carlos Sobera, presentador de esta clase de basura televisiva (profesional de los medios cuyas hechuras, profesionalidad, don de gentes y simpatía no discuto), a estos encuentros los denomina "buscar el amor, hombres y mujeres que se dan cita para buscar el amor en esta suerte de prostíbulo televisivo (añado yo lo de "prostíbulo televisivo")". Y dos huevos duros, Carlos Sobera, no los olvides, al gusto hervidos en agua.


Y ahora a la impepinable obviedad: con tales cartas de presentación, si estos él y ella repiten cita, citas, de seguro que van a mostrarse mutuamente sus más recónditos tatuajes, especialmente el ubicado en el pene de él, y desde luego no van a ir juntos a misa ni a rezar a una capilla. Por desgracia, con todas las loables excepciones de rigor que se quieran, benditas sean (no todo está perdido), el libertinaje y la degradación moral que exhiben los dos casos anteriores constituyen el día a día en España...y en tantos lugares del mundo.


Sí: con el permiso de lo que también se cuenta en otro programa de estilo morboso, degradante, inmoral y sensacionalista como Caso Cerrado (al respecto del cual tampoco deseo dudar de la profesionalidad de la conductora del espacio, la Dr. Ana María Polo, ni de la del resto de colaboradores del programa), todo en este First Dates es "tengo la polla tatuada; me gusta follar 12 horas al día; siempre que salgo de marcha follo, es rara la noche en que no; me encanta el sexo, lo considero esencial en una pareja; tengo tatuajes por todo el cuerpo; yo tengo un pircing justo en los labios (vaginales); estoy separada, soy madre de dos hijos, y luego de muchas relaciones fallidas (aunque desde luego sí que folladas, permitida la gracia de esta paronomasia un tanto vulgar) busco la estabilidad emocional, a ver si la consigo en este programa de citas; yo soy un picha floja y como tengo vocación de albañil voy por ahí intentando tapar agujeros...


Produce vértigo y arcadas tomar conciencia del nivel de degradación moral a que hemos llegado; un nivel tan desorbitado o desmadrado que haría palidecer el de Sodoma y Gomorra. ¡Porque hasta en la Iglesia misma, la Esposa del Esposo, se frotan las manos los lobbies homosexualistas, que han ido tomando posiciones en los últimos tiempos en la Iglesia, desde antes incluso que salieran a la luz las posiciones heterodoxas del muy celebrado Carlo María Martini, cardenal principesco, biblista de pro, con su "conozco a homosexuales gais que me parecen excelentes personas; no me considero digno de juzgarlos". Y más tarde, como acaso no habría podido ser de otra manera, habrían de llegar las consecuentes palabras del papa Bergoglio sobre lo mismo: "¿Quién soy yo para juzgar a un gay?", introduciendo en el magisterio pontificio la muy intencional y tendenciosa palabra gay.


Según la doctrina tradicional de la Iglesia, confirmada por revelaciones de santos y santas de Dios, una de las clases de pecado que más almas lleva a la condenación eterna es la lujuria, los pecados de la carne. Hoy día, ciertamente, los tradicionales enemigos del alma (mundo, demonio y carne) han tomado asiento en esta sociedad occidental degradada a más no poder, hasta límites insospechados.


Vaya por Dios. Pues para tomarlo en cuenta: si ya de por sí es muy exigente la castidad -que nos juega malas pasadas, que nos puede hacer tropezar con sus aguijones, trampas, zarzas y espinas, que la carne siempre es débil-, si a nuestra atribulable existencia encima añadimos telebasura como esta del First Dates y otras por el estilo y tentaciones y más tentaciones...


Dios nos libre y guarde, Dios nos cosa confesados, esto es, con las defensas inmunológicas del alma fuertes, poderosas, sanas, además de con las defensas inmunológicas del cuerpo aguerridas y en forma para seguir haciendo frente al Covid. Dios nos fortalezca y nos ampare en este tiempo histórico en que las muchedumbres chapotean en la más despiadada de las indiferencias religiosas y en el pecado


27 de julio, 2021. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.



domingo, 25 de julio de 2021

 

 "¡Contra!, podemos (si queremos)"

Por Luis Alberto Henríquez



Cuando me preguntan si soy franquista, ipso facto me suele dar por considerar tres aspectos. A saber: toda mi trayectoria apostólica, mayoritariamente ligada a grupos militantes escorados hacia el ala izquierdista de la Iglesia; mi voluntad firme de ser fiel a Cristo y a su Iglesia desde la lealtad a la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio; mi transición, especialmente desarrollada y manifiesta en los últimos años, que me ha llevado a pasar del globalismo izquierdista o internacionalista a lo identitario y patriota. Y todo ello en todo momento asumido desde mi condición de católico.

Aun así, no me resulta cómoda esta pregunta, lo he de confesar, pues ciertamente cada vez que me la han formulado me he puesto a considerar el testimonio de tantos militantes libertarios que me siguen atrayendo, incomparablemente más que la atracción que por su parte ejercen sobre mí los socialistas y los comunistas. Esto es: los Tolstoi, Kropotkin, Fermín Salvochea, Pedro Vallina, Ángel Pestaña, Cipriano Mera, Salvador Seguí, Melchor Rodríguez, Diego Abad de Santillán y tantos y tantas más vienen a mi encuentro, con su heroísmo militante, con toda su pasión por la justicia social, con su compartir la suerte de los humildes, con su fidelidad al Ideal sin apenas debilidad, cansancio y fisuras.

Solo que, como acabo de reconocer, yo me confieso sobre todo católico; necesitado de permanente conversión, ni que reconocerlo, católico mediocre, muy falible, cierto, pero discípulo de Cristo y de su Iglesia. De manera que por esto mismo, cuando me preguntan si soy franquista ya me siento mejoro no tan mal, de suerte que sin ser propiamente franquista lo que de repente experimento es que no me cuesta apenas nada reconocer todos los logros y conquistas del franquismo. Y según esto, pues si me tildan de franquista, en fin, qué le vamos a hacer.

Franco, que cometió sin duda también errores con su franquismo, empero mostró mayor sensibilidad social, siendo militar, conservador y de derechas, ni siquiera propiamente falangista, que los sociatas y podemitas actuales, que son en general una panda de sacamantecas a quienes la suerte de los pobres importa solo para hacerse la foto o el selfi de rigor en campaña electoral. O dicho de otro modo: esa admiración que aún persiste en mí por los clásicos del movimiento libertario o anarquista no me impide reconocer que debió ser muy justo el otorgamiento a Francisco Franco, de manos del papa Pío XII, de la Orden Suprema de Cristo, no en balde la máxima distinción o condecoración que cabe conceder a un seglar católico en reconocimiento a su ejemplaridad como hijo de la Iglesia. Admiración y reconocimiento que no me impiden a su vez lamentar y reconocer que también desde las filas del movimiento anarquista en España no todo fue ejemplaridad, altura moral y heroísmo militante, ¡ni modo!, porque de hecho hubo mucha crueldad, mucho odio a lo católico, mucho terrorismo y pistolerismo, mucha masonería, mucha criminalidad, mucho sectarismo fanático, mucho ateísmo lleno de odio a Dios (mucho ni Dios ni amo ni ley), mucho laicismo excluyente, mucho crimen y persecución a la Iglesia por odium fidei.

Considero que todo lo anterior expresado debía expresarlo al inicio de la presente reflexión porque hoy domingo 18 de julio (85 años transcurridos desde el Alzamiento Nacional del general Franco contra el Gobierno de la Segunda República), me llega vía WhatsApp un mensaje panfletario digno de la sectaria Ley de Memoria Histórica actual. Lo titulan "18 de Julio, día de condena del Franquismo". Salta a la vista que titulado justamente así con el propósito de echar porquería, manipulación y memoria histórica falsaria y sectaria sobre esta fecha, a la sazón inicio del Alzamiento contra la deriva frentepopulista de la Segunda República, que estaba ocasionando que España derivara hacia un colapso o callejón sin salida a base de huelgas permanentes, ruina económica, pistolerismo y matonismo contra las derechas, concesiones al separatismo catalanista, quema de iglesias y desalmado asesinato de curas, seglares, religiosos y monjas por el mero hecho de ser católicos...

Esta retahíla de falsedades, medias verdades y manipulaciones comienza con el dato de 80.000 muertos republicanos durante la Guerra Civil (negritas nuestras). Ya, bueno, si damos por válido este dato, ¿es que no hubo víctimas mortales en el bando nacional o franquista? Una guerra es una guerra, y no precisamente una partida de cartas: los bandos que combaten en toda guerra matan y practican cantidad de tropelías, injusticias y atentados contra la dignidad personal y los derechos humanos. En nuestro conflicto fratricida sucedió exactamente esto: crímenes y crueldades hubo por ambos bandos (por cierto, incomparablemente más por parte del bando republicano, y con mucha más saña y vileza cometidos). Solo que si consideramos que es el PSOE el partido que nos llevó a la contienda civil, "porque queremos implantar la dictadura del proletariado, la revolución proletaria, y porque la vamos a ganar de calle, esta guerra contra la derecha", ¿cabe sostener que el franquismo fue el único responsable de la muerte, durante nuestra Guerra Civil, de 80.000 republicanos?

115.000 antifranquistas asesinados entre 1939 y 1975. Burda mentira de la historiografía progre marxistizante o marxistizoide, difamación gruesa que esconde que el número de víctimas ajusticiadas por el franquismo debió rondar las 25.000, esto por una parte; y por otra, que esas víctimas tuvieron un juicio legal, discutible tal vez, pero juicio; y aun por otra, que esas víctimas ajusticiadas por el franquismo por lo común tenían las manos manchadas de sangre, de suerte que no pocos habían sido chequistas, crueles torturadores y asesinos de curas y de seglares católicos, violadores de monjas, así todo. Asimismo, esta mentira de las 115.000 víctimas mortales de la represión franquista esconde que el Frente Popular, desde el año 36 al 39, y en verdad todas las organizaciones de la izquierda en la Segunda República desde que esta se proclamó años antes, esconde que el Frente Popular practicó un auténtico genocidio contra las derechas, los católicos, los falangistas, los carlistas, a base de pistolerismo puro y duro, a base de checas, sin juicio alguno, sin legalidad, al más puro estilo pistoleril. De modo que ni demócratas eran los nacionales de derechas ni lo eran los izquierdistas partidarios del Frente Popular, solo que estos además de nada demócratas tenían una como sanguínea tendencia a cargarse al rival, a cometer atentados (así, asesinato de Calvo Sotelo, uno de los líderes de la oposición de derechas), y en todo momento y circunstancia a sembrar el caos en el país.

500.000 encarcelados y esclavizados. Ya. De estos 500.000 encarcelados y esclavizados, ¿cuántos fueron presos durante el franquismo por haber cometido delitos de sangre, por tener las manos manchadas de sangre inocente a menudo derramada con métodos de tortura de una crueldad inimaginable? Y en cuanto a los esclavizados, quiénes fueron, ¿esclavizados dónde? Ya: es de suponer que se quiere referir este dato a los supuestamente esclavizados en la construcción del Valle de los Caídos. ¡Vaya mentira! Entre otros, la ha desenmascarado el magnífico historiador y católico de pro Alberto Bárcenas Pérez: los presos que trabajaron en la construcción de este mausoleo ideado como tributo a la reconciliación entre los españoles no fueron esclavizados en modo alguno sino todo lo contrario, ¡como que entre los que trabajaron en el levantamiento de tan magna obra algunos inicialmente condenados a muerte por haber cometido delitos de sangre durante la Guerra Civil lograron que se les conmutara la pena capital por años de trabajo en en el Valle de los Caídos!

El cuarto lamento es 550.000 exiliados forzosos tras la derrota del bando republicano en nuestra contienda civil. Una tragedia esta (sin ironía). Es uno de los precios que hay que pagar en toda guerra. Solo que entre esos exiliados hubo muchos que pudieron volver en breve a España, y en general se les respetó su ideología; hubo otros que pudiendo volver no volvieron; otros hubo como el muy sectario José Bergamín que acabaron volviendo para seguir rumiando su resentimiento contra Franco y la España nacional, intentando siempre invariablemente la cuadratura del círculo de unir catolicismo y marxismo; y finalmente hubo otros que en efecto vieron sus vidas truncadas y en todo caso muy afectadas por el exilio, siempre deseosos de volver, y que por desgracia no pudieron finalmente hacerlo. Porque ya lo hemos reconocido: toda guerra desata muertes, desgracias, desolación, ruina, pobreza, odios e injusticias.

300.000 niños robados a sus madres. Sin comentarios (no comment). 

Y acaba este decálogo de horrores del franquismo: cientos de miles de incautados y expoliados. Cientos de miles de funcionarios depurados y despedidos. 40 años de dictadura, represión y muerte de la libertad. Millones de ciudadanos amedentrados y oprimidos, privados de sus derechos e inmersos en el miedo. 40 años de postfranquismo heredado y tutelado.

Hasta aquí: me canso, paso. Ojo: los que se quejan de todas estas tropelías e injusticias cometidas por el franquismo nunca jamás reconocen que Franco salvó a la Iglesia de su más que probable exterminio a manos del bolchevizado y antidemocrático Frente Popular; nunca jamás reconocen que el general Franco derrotó al comunismo en el campo de batalla, evitando así dos derivas: el que España acabara convertida en nación comunista orbitando en torno a la URSS, y el que España entrara como potencia en la Segunda Guerra Mundial. Y aun una tercera: con su victoria, probablemente el franquismo evitó también que las izquierdas acabaran fatalmente o como sin remedio despellejándose entre sí: estalinistas contra trotskistas, cenetistas contra ugetistas, socialistas contra anarquistas, anarquistas puristas o faístas (de la FAI: Federación Anarquista Ibérica) contra anarquistas más moderados, estalinistas contra anarquistas...

Ojo: todos estos que se quejan por causa de todas las supuestas tropelías e injusticias cometidas por el franquismo, ni por error reconocen que la España de Franco alcanzó un nivelazo como potencia económica en el panorama internacional, en tanto la Cuba castrista, de la que no hablan para no comprometerse o quedar en evidencia y a la que en todo caso siguen excusando, se ha convertido en uno de los países más pobres y oprimidos de Iberoamérica, ¡cuando resulta que hasta 1959, en que los barbudos del sátrapa Fidel Castro se hacen con el poder, la Cuba del dictador Batista tenía un nivel de renta y de PIB superior al de la España aún autárquica de finales de los cincuenta, igual al de Italia, y solo superado en Iberoamérica por la Argentina y el Uruguay!

Hoy Cuba está a la altura (mejor, bajura) de Haití, Honduras, Guatemala. Hace 62 años su nivel de renta era incluso algo superior al de Costa Rica; en la actualidad el nivel de renta de este bello país centroamericano casi que duplica el de Cuba, y todos sus índices de desarrollo humano superan al del paraíso cubano, que por culpa de los comunistas ha pasado de perla del Caribe a ser pisoteado pedrusco del camino. En fin, qué torticeros. Pero la verdad se abrirá camino, ya sea con dolores de parto, porque nada hay oculto que no salga a la luz (cfr. Lucas 8, 17). Y porque si queremos, podemos.

18 de julio, 2021. Luis Alberto Henríquez: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.   


domingo, 4 de julio de 2021

"Mundo, demonio y carne (o cómo es la hiel de seguir a Cristo)"


VOX es la extrema derecha que está arrastrando a sectores del Partido Popular, que creemos que es un partido centrado y democrático, y que como tal debería reaccionar contra esta dervia extremista de VOX. VOX es la extrema derecha fascista y homófoba que lleva años despertando en España los más bajos instintos tabernarios e intolerantes. VOX merece que sus políticos sean silenciados y despreciados en las instituciones públicas; por ejemplo, no estaría mal que cuando sus representantes tomasen la palabra en el espacio de las instituciones de gobierno, los políticos de las otras fuerzas políticas se levantasen o comenzasen a escuchar música con cascos (algo parecido a esto, por cierto, hizo en una ocasión el podemita Echeminga Dominga, intentando afearle el turno de palabra al diputado de VOX Iván de los Monteros mediante el gesto de abandonar la sala parlamentaria montado en su silla). VOX es culpable del clima de racismo, machismo y homofobia que hace posible que sucedan crímenes como el acontecido al joven sanitario gallego Samuel, flautista en una comunidad cristiana evangélica. VOX merece la contudente oposición de todas las fuerzas democráticas, porque el partido de Santiago Abascal es el nuevo fascismo en España; fascismo y extrema derecha que contemplamos cómo avanzan por toda Europa (Francia, Italia, Hungría, Polonia...). VOX debe ser rechazado con firmeza, sin fisuras, por todos los que nos consideramos demócratas porque VOX estigmatiza a las mujeres, a los inmigrantes, a los Menas, al colectivo LGTBIQ...

La gentuza (lo siento: me he mordido la lengua pero no he logrado evitar la palabrota) que propala las falacias, mixtificaciones, manipulaciones y groseras calumnias anteriores está hablando ahora en Radio 5 de RNE. Me pregunto si no le queda un gramo de vergüenza y de integridad moral a esta panda de progres cuyos nombres de dizque periodistas ni sé ni tengo interés alguno en llegar a conocer. Estos, que se alinean con la corrupción sistematizada del Gobierno de Pedro Sánchez Pérez-Castejón, ¿cómo pueden tener la cara de estigmatizar a VOX? Estos que son progres, es decir, ultralacisitas, o sea, enemigos de Cristo y de su Iglesia, ¿es que no tienen temor de Dios? ¿Cómo tienen la poca vergüenza de intentar estigmatizar a VOX a base de acusar a este partido de incitar al odio cuando es la extrema izquierda la que incita al odio, a la violencia callejera, al fanatismo, al sectarismo ideológico? Estos progres, esto es, partidarios de la Ciudad Secular totalmente al margen de la Ciudad de Dios, partidarios de la homosexualidad y del feminismo supremacista desertizador de la natalidad en toda Europa, adalides del aborto, el chavismo probablemente, la eutanasia, la invasión migratoria, la siniestra Agenda 2030 del NOM, ¿de verdad se creen lo que están diciendo? ¿De verdad se creen que VOX fomenta el odio, el machismo, la homofobia, toda vez que es el partido político que más está sufriendo la intolerancia, el fanatismo, el sectarismo y las amenazas violentas de grupúsculos de extrema izquierda podemita, sociata o separatista? ¿De verdad se creen estos voceros del periodismo vendido que VOX es el partido que está intoxicando hoy por hoy la convivencia democrática en España? Estos individuos e individuas, que orbitan alrededor del Gobierno socialcomunista que desangra viva a España gracias al pacto con bilduetarras y separatistas catalanes, además de haber vendido su conciencia...  

Pero no seamos excesivamente ingenuos: justamente por esto satanizan a VOX, ni más ni menos; en verdad, satanizando a VOX lo que condenan es la civilización cristiana, de la que todos estos secularistas, feministas y demás perroflautas son odiadores profesionales. Con todo, admitido este introito, yo lo que quería aquí y ahora era ocuparme del arzobispo católico Carlo María Viganò y de otros asuntos concomitantes con él. Así que veamos. 

Carlo Maria Viganò está resultando ser justo lo contrario de Carlo Maria Martini: su polo opuesto, su antípodas El primero, crítico número uno entre los obispos actuales por lo que dice al pontificado de Jorge Mario Bergoglio, se ha convertido por derecho propio en una suerte de voz solitaria que clama en el desierto contra la deriva que desorienta y despelleja viva actualmente a la Iglesia: apostasía, crisis, caos doctrinal, relajo litúrgico, libertinaje de muchos e indisciplia... Por su parte el jesuita y cardenal italiano de porte tan principesco Martini llegó a ser el gran referente del progresismo eclesial. Simplificando con las etiquetas al uso (gastadas por el abuso e insuficientes en no poca medida), diríase que Viganò se escora hacia la derecha (el ala conservadora y tradicionalista de la Iglesia), en tanto Martini se escoró siempre hacia el ala de la izquierda eclesial, el ala progresista.

Martini falleció hace unos pocos años, pero queda, afirman algunas voces en la Iglesia, el fruto de la mafia de San Gallo, de la que el afamado biblista italiano fue propincuo miembro, en forma de papa Francisco.

Comoquiera que sea, sean o no sean conspiranoicas estas hipótesis y teorías, lo que nunca se me ha ocurrido es dudar de la fe en Cristo y en su Iglesia de monseñor Martini: cuando lo he leído y me ha parecido encontrar algún aspecto chirriante con mi cosmovisión ideológica y de fe, no se me han caído los anillos -que por otra parte no tengo- para proclamar que en tal opinión o en tal otra no estoy de acuerdo con tan eminente cardenal y teólogo. Y tan amigos: en la tierra paz y en el cielo, gloria. Solo que es mucho más lo bueno, auténtico y noble que he creído aprender de la obra del jesuita italiano. 

De Viganó igual, sobre todo en las sistemáticas críticas de este al Novus Ordo Missae, al que está solo a un paso de calificar de ilegítimo, herético, protestante, protestantizante, masónico y casi que diabólico, y en las sistemáticas criticas al Concilio Vaticano II, al que hace responsable o causante de casi todos los males de la Iglesia actual. Él sabe mucha más teología que yo, claro, y tiene mucha más edad y experiencia eclesial, pero no tengo por qué creer de manera obligada o acrítica en todo lo que él dice, sobre todo si lo que afirma no toca a lo nuclear de la doctrina de la fe católica. Vamos, que me merece el máximo de los respetos monseñor Viganò, y es loable lo que está haciendo en la Iglesia actual, en plan solo ante el peligro. Salvo que me gustaría declarar que si en la Iglesia fundada por Cristo sobre la roca de Pedro (cfr. Mateo 16, 13-20) tiene espacio un hereje y prohomosexualista de la categoría del jesuita norteamericano James Martin, quien  cuenta al parecer con el visto bueno del propio papa Francisco, ¿por qué no iba a poder yo tener mi propio criterio, desde el agradecimiento desde luego a eclesiásticos tan beneméritos como monseñor Viganò, pero sin por ello tener que creer todo lo que él dice de quilla a perilla?

Tanto relieve ha ido alcanzando la figura de Carlo Maria Viganò que se ha convertido en la referencia episcopal principal para sectores del catolicismo que se reivindican Iglesia remanente. Solo que entre tales grupos hay también sus diferencias. La principal, justamente tiene en la figura de monseñor Viganò la piedra de escándalo; a saber, estarían los que aceptan entusiasmados a Viganò y enfatizan sus críticas a Benedicto XVI -al que sin embargo reconocen como único papa legítimo- y al Concilio Vaticano II, y luego los que también rechazan la legitimidad de Bergeglio y postulan que el papa sigue siendo Benedicto XVI, con el que se sienten más en comunión que los del primer sector, al tiempo que son más críticos con Viganó y no son especialmente críticos con el Vaticano II. 

Acabo de leer de Viganò su artículo "Mundo, demonio y carne", traducido al español y publicado por la gente de la bitácora Adelante la Fe (ibidem, 29 de junio, 2021). Mundo, demonio y carne son los enemigos tradicionales del alma. Veamos el primer párrafo del artículo de monseñor; sobre algunos pocos párrafos del artículo de marras, iré haciendo algunos comentarios. Así pues (cursivas nuestras): 


Los enemigos de nuestra alma son siempre los mismos, como también son siempre las mismas las trampas que nos tienden. El mundo, con sus seducciones; la carne, corrompida por el pecado original e inclinada al mal; y el Diablo, eterno enemigo de nuestra salvación que se vale de la carne para asediarnos. Dos enemigos externos y uno interno, listos en todo momento para hacernos caer en un momento de descuido o de debilidad. Estos enemigos espirituales nos acompañan a todos desde la infancia hasta la vejez, y a la humanidad a lo largo de las generaciones y los siglos.


Leído con calma este primer párrafo del artículo citado, enseguida reparo en algunas de las músicas que sigo prefiriendo. A saber: jazz, rock, blues, música popular brasileña, folk, country, canción de autor...A su vez, a cada una de estas denominaciones corresponden otros tantos subgéneros; verbigracia, dentro del rock tenemos el llamado rock sinfónico, el psicodélico (ambos suelen darse por sinónimos totales pero no lo son del todo), el rock duro o hard rock, el heavy... De distintas fusiones entre el jazz, el blues y el góspel, por ejemplo, han surgido estilos como el soul, el funki, etcétera. Yo sigo frecuentando todos estos estilos, que ciertamente simultaneo con el disfrute de mucha música clásica, dentro de la cual no todo es canto gregoriano, Tomás Luis de Victoria, Palestrina o J. S. Bach (que fue luterano, por cierto, y padre de 21 hijos tenidos con 2 mujeres distintas); también están Paganini (de este se dice que gracias a un pacto que hizo con Satanás alcanzó el proverbial virtuosismo con el violín que lo ha hecho inmortal), Mozart (de fe católica pero vinculado a la masonería), y músicos de vida no especialmente piadosa como Debussy, Stravinsky, y un largo etcétera.

De modo que sí: incluso en alguna música clásica que alcanzo a escuchar hay bastante de carnalidad, mundanidad y diablurías. Y si es así en la llamada música clásica o seria, ¡no digamos por lo que toca al mundo del rock, el jazz, el blues, la canción de autor, la música popular brasileña (MPB)...! De hecho, el rock, el jazz y el blues son estilos musicales nacidos del pueblo radicalmednte identificados con estilos de vida, costumbres, modelos éticos y de conducta rabiosamente críticos con los valores religiosos, con el cristianismo, con las tradicionales virtudes de castidad, modestia, pureza, temor de Dios... Buena parte de lo que se ha musicalmente compuesto en el rock, el jazz y el blues es un canto al hedonismo, el pansexualismo, el materialismo, el relativismo moral, el irenismo y el indiferentismo religiosos. Rock, jazz y blues han consolidado una descomunal revolución de las conciencias en el mundo moderno, invitando a gozar a las masas (especialmente conformadas por jóvenes) de una visión hedonista, prometeica, narcisista y laicista del hombre. Sexo, alcohol y drogas han formado parte como inseparable del rock, el jazz y el blues.

Entonces o así las cosas, monseñor, ¿qué hacer? Es innegable que los nombres de Pink Floyd, Yes, Led Zepelin, King Crinson o Miles Davies (músicas que ni que aclarar que me encantan) van ligados a la contracultura, al consumo de drogas, a viajes alucinógenos, al hedonismo y al amor libre... Esto es, al demonio, al mundo y a la carne. Analizas la vida de muchas de las estrellas del rock y aun del jazz, el blues y la música pop en general, y desde luego casi que ninguna de ellas podría pasar por ser un dechado de virtudes cristianas, ¡ni modo y sí justo todo lo contrario! Vidas de excesos, sexo desenfrenado, drogas, alcohol, materialismo, indiferencia religiosa, divorcios y colección de relaciones extramatrimoniales por un tubo es lo más que se encuentra en el escenario del blues, el jazz y el rock.

Ergo, sin el sucesivo aporte de toda esta contracultura de drogas, hedonismo, marginalidad, materialismo, irreligiosidad, paganismo, orientalismo y espíritu prometeico no se habrían desarrollado ni rock ni jazz ni blues, al menos con las características y formulaciones con que son conocidos y estimados en la actualidad. De manera que reconociendo que justamente buena parte (desde luego, no toda) de la producción artística de estos estilos musicales y de otros similares y convergentes procede de planteamientos totalmente ajenos a la verdad proclamada por la Iglesia católica, ¿qué caminos hemos de emprender y qué decisión hemos de tomar con respecto a todas estas músicas que más bien parecen criaturas del mundo, el demonio y la carne?     

Continúa monseñor Viganò en los tres párrafos siguientes:


Los aliados con los que podemos contar para derrotar al mundo, la carne y el Diablo son la Gracia de Dios, la asiduidad en los Sacramentos, el ejercicio de las virtudes, la oración, la penitencia, la meditación en los Novísimos y en la Pasión del Señor, y vivir en presencia de Él.

En estos tiempos rebeldes y descristianizados en que la sociedad además de no contribuir a la consecución de nuestros fines hace lo imposible por alejarnos de ellos, las autoridades civiles nos exigen que sigamos al mundo, que satisfagamos los deseos de la carne y sirvamos al Enemigo del género humano. Unas autoridades perversas y pervertidoras que no cumplen su función de dirigir y gobernar la sociedad con miras a conducir a la gente a la salvación eterna. Peor aún, que niega la salvación eterna y rechaza al  Autor Divino  y adora al Adversario.

No tiene, pues, nada de sorprendente que esta modernidad apóstata en la que el arbitrio es norma y el vicio el modelo a seguir desee borrar todo rastro de Dios y del Bien en la sociedad y en las personas estableciendo un pacto infernal con el mundo, la carne y el Diablo. Es lo que observamos en la descarada promoción de la sodomía, la perversión y el vicio en sus más abyectas modalidades, así como en la irrisión, descrédito  y condenación de que son objeto la pureza, la rectitud y la virtud.


Estoy de acuerdo con lo que expresa el arzobispo en los tres párrafos precedentes: como que sus palabras expresan lo que es la fe de la Iglesia. Pero insisto en aspectos ya presentados en mi reflexión a propósito del primer párrafo reproducido del artículo de Viganò. A saber: el jazz, el blues y el rock, entre otros estilos de la llamada música popular, no académica o no culta, nos han acostumbrado a modelos de vida decantadamente hedonistas, vacíos de Dios y repletos más bien de vicios, irreverencias,  inmanentismo, materialismo, lujuria, concupiscencia, espíritu mundano y egoísmo a raudales. Los medios de comunicación y los propios artistas e intérpretes de estas músicas nos han asegurado por activa y por pasiva que la felicidad consiste en vivir a tope, en consumir drogas y alcohol, en rebelarse contra Dios, en experimentar con nuevas filosofías orientalizantes y orgiásticas, en vivir la sexualidad a tope y al margen de las normativas y referencias de la moral católica. 

Y hete aquí que un católico cualquiera, diríamos que de los pocos que van quedando, se da cuenta de cómo Fulanito de Tal, estrella de no sé qué banda de rock, es multimillonario, tiene varias mansiones, va por su quinta pareja (sin contar líos diversos de faldas que ha consentido a lo largo y ancho de su vida), vive totalmente al margen de Dios (o a la sumo con un dios hecho a su medida), ha consumido toda la droga que le ha dado la gana y, encima, hasta parece feliz y triunfante con la vida que lleva.

Este católico en que reparamos siente que esto que afirma el Evangelio es la verdad: ¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? Él lo sabe, lo reconoce, lo lleva incluso a la oración, a los pies de la Cruz. Pero siente que es agridulce el camino que nos lleva a la salvación, espinoso, angosto. Él sabe que ese camino a menudo es amargo como la hiel, frente a todos los dulzores que prometen muchos de los reclamos y las seducciones del mundo. Amargo ese camino, sí, que nuestro católico acaba siempre creyendo salvífico a pesar de todos los pesares, dudas y sinsabores. Solo que antes de esa conclusión o rendición final nuestro amigo católico se da a la tentación de que ese es un camino que conduce a ninguna parte. O a la nada.

También en episodios así como de sequedad espiritual o de noche oscura, nuestro amigo católico repara en el ejemplo de los santos y santas de Dios. En el hermano Carlos de Foucauld, por ejemplo. Si Foucauld libremente abandonó su vida de riquezas, hedonismo, fiestas, mundanismo y mujeres por el seguimiento radical de Cristo en pobreza, castidad y obediencia en medio de la sequedad del desierto, ello no debió ser al precio de no volver a sentir más de una vez la punzada del aguijón de la duda y la carne que le llevaría a replantearse la razón de ser del volantazo total dado a su vida.

Por tanto, aunque a nuestro católico se le vayan los ojos y los sentidos todos hacia la poderosa tentación de obrar de manera mundanamente similar a muchos de los intérpretes y protagonistas de esas músicas, lo acaba serenando el hecho de que él sienta y crea conocer con total certeza que millones de santos, testigos y mártires de la fe de la Iglesia han preferido el amargo como hiel camino que conduce a la salvación a los caminos por los que han transitado y transitan muchas estrellas del jazz, el blues y el rock.

Pero que es mortificante ese salvífico camino, ¡quién hay que lo dude!

5 de julio, 2021. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.