martes, 27 de julio de 2021

"En busca del amor... avanzando con paso firme hacia la condenación eterna" 



El Potro de la Gamboa, el expúgil del pene tatuado: "Gasto una buena herramienta".


Así se presenta un joven español de 37 años a una chica también española de 33, separada y sin hijos, en el programa de telebasura First Dates. En otro de estos programas, una dependienta de comercio también de la tierra le dice a un árbitro de fútbol asimismo natural de esta ya muy degradada y desgastada vieja piel de toro: "Quiero un buen empotrador". La chica de 33 años, que exhibe más tatuajes en su cuerpo que los localizables en un tebeo, confiesa que se desvive por los tatuajes, en tanto el expúgil confiesa que él se desvive por los tatuajes tanto como por el sexo.


Y se quedan tan panchos, así como puercos del rebaño de Epicuro, completamente contentos con esas marcas epidérmicas típicamente paganizantes, y por completo desconocedores de la exhortación que sigue de Levítico 19, 28: "No se hagan cortes en su cuerpo por los muertos ni se hagan tatuajes. Yo soy Yavé". Aunque claro que no se trata de tomarse al pie de la letra una prohibición como esta, de suerte que en este libro esencialmente normativo del Antiguo Testamento la inmensa mayoría de las prescripciones ya no tienen ninguna validez ni son vinculantes para los discípulos de Cristo, porque en él nuestro Señor ha llegado a plenitud la Antigua Alianza, que es la propia del pueblo elegido Israel pero no ya la del Nuevo Israel que es la Iglesia. De lo que se trata es de advertir que si vivimos en pecado mortal, como si Dios no existiera (¡y es así como vive la inmensa mayoría de la juventud española actual!), solo abiertos a los reclamos y tentaciones de la mundanidad, podemos ser presa fácil del Tentador.  

Por su parte Carlos Sobera, presentador de esta clase de basura televisiva (profesional de los medios cuyas hechuras, profesionalidad, don de gentes y simpatía no discuto), a estos encuentros los denomina "buscar el amor, hombres y mujeres que se dan cita para buscar el amor en esta suerte de prostíbulo televisivo (añado yo lo de "prostíbulo televisivo")". Y dos huevos duros, Carlos Sobera, no los olvides, al gusto hervidos en agua.


Y ahora a la impepinable obviedad: con tales cartas de presentación, si estos él y ella repiten cita, citas, de seguro que van a mostrarse mutuamente sus más recónditos tatuajes, especialmente el ubicado en el pene de él, y desde luego no van a ir juntos a misa ni a rezar a una capilla. Por desgracia, con todas las loables excepciones de rigor que se quieran, benditas sean (no todo está perdido), el libertinaje y la degradación moral que exhiben los dos casos anteriores constituyen el día a día en España...y en tantos lugares del mundo.


Sí: con el permiso de lo que también se cuenta en otro programa de estilo morboso, degradante, inmoral y sensacionalista como Caso Cerrado (al respecto del cual tampoco deseo dudar de la profesionalidad de la conductora del espacio, la Dr. Ana María Polo, ni de la del resto de colaboradores del programa), todo en este First Dates es "tengo la polla tatuada; me gusta follar 12 horas al día; siempre que salgo de marcha follo, es rara la noche en que no; me encanta el sexo, lo considero esencial en una pareja; tengo tatuajes por todo el cuerpo; yo tengo un pircing justo en los labios (vaginales); estoy separada, soy madre de dos hijos, y luego de muchas relaciones fallidas (aunque desde luego sí que folladas, permitida la gracia de esta paronomasia un tanto vulgar) busco la estabilidad emocional, a ver si la consigo en este programa de citas; yo soy un picha floja y como tengo vocación de albañil voy por ahí intentando tapar agujeros...


Produce vértigo y arcadas tomar conciencia del nivel de degradación moral a que hemos llegado; un nivel tan desorbitado o desmadrado que haría palidecer el de Sodoma y Gomorra. ¡Porque hasta en la Iglesia misma, la Esposa del Esposo, se frotan las manos los lobbies homosexualistas, que han ido tomando posiciones en los últimos tiempos en la Iglesia, desde antes incluso que salieran a la luz las posiciones heterodoxas del muy celebrado Carlo María Martini, cardenal principesco, biblista de pro, con su "conozco a homosexuales gais que me parecen excelentes personas; no me considero digno de juzgarlos". Y más tarde, como acaso no habría podido ser de otra manera, habrían de llegar las consecuentes palabras del papa Bergoglio sobre lo mismo: "¿Quién soy yo para juzgar a un gay?", introduciendo en el magisterio pontificio la muy intencional y tendenciosa palabra gay.


Según la doctrina tradicional de la Iglesia, confirmada por revelaciones de santos y santas de Dios, una de las clases de pecado que más almas lleva a la condenación eterna es la lujuria, los pecados de la carne. Hoy día, ciertamente, los tradicionales enemigos del alma (mundo, demonio y carne) han tomado asiento en esta sociedad occidental degradada a más no poder, hasta límites insospechados.


Vaya por Dios. Pues para tomarlo en cuenta: si ya de por sí es muy exigente la castidad -que nos juega malas pasadas, que nos puede hacer tropezar con sus aguijones, trampas, zarzas y espinas, que la carne siempre es débil-, si a nuestra atribulable existencia encima añadimos telebasura como esta del First Dates y otras por el estilo y tentaciones y más tentaciones...


Dios nos libre y guarde, Dios nos cosa confesados, esto es, con las defensas inmunológicas del alma fuertes, poderosas, sanas, además de con las defensas inmunológicas del cuerpo aguerridas y en forma para seguir haciendo frente al Covid. Dios nos fortalezca y nos ampare en este tiempo histórico en que las muchedumbres chapotean en la más despiadada de las indiferencias religiosas y en el pecado


27 de julio, 2021. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.



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