viernes, 29 de mayo de 2020

"Ante la perversión moral de algunos, ante sus ataques a la dignidad humana..."



A mi juicio, son tan perversos los narcisistas, en cualquiera de sus modalidades (encubiertos, extrovertidos, con rasgos más o menos psicopáticos o sociopáticos...) que, como bien conocemos, lo que invariablemente hacen es negar la trágica evidencia de la violencia psicológica que perpetran contra sus víctimas.

El colmo del cinismo y la depravación moral. Porque encima no cejan en su muy narcisista vanidad de ser reconocidos como personas ejemplares, dignas del aplauso de todos, de la admiración de muchos. Y desde luego, no les tiembla el pulso a la hora de presentarse como víctimas de sus víctimas (juego de la piedad se denomina a esta maniobra victimista: cínica, sarcástica y demoledora a tope de la psique de la presa del trastornado).

Soberbios, arrogantes, pretenciosos, malvadamente retorcidos, tóxicos a tope, envidiosos patológicos, mentirosos compulsivos, auténticos trastornados, vengativos que se creen con derecho a todo, narcisistas que se creen superiores al resto de las personas (a las que miran y tratan con total desprecio y sentimiento de superioridad)...

Individuos que no viven sino para cultivar su falso ego endiosado en un mundo de fantasía en que ellos ocupan el centro, desde el que esperan la sumisa adoración de los demás. Individuos que al carecer totalmente de empatía usan y tiran a los otros cuando ya no les sirven -otros que nunca son tratados como personas sino como cosas-, son verdaderos monstruos que, para mí sin duda, si no tuviesen parte con el mismísimo Satanás no serían capaces de hacer tanto daño.

Consumados manipuladores de la verdad y de la realidad -que retuercen a conveniencia propia-, ladrones y a la vez patológicamente envidiosos de la empatía de cualquier persona normal, estos seres perversos y en verdad de mente perturbada lo que buscan al hacer daño a sus víctimas es el robarles a estas la alegría de vivir, la empatía que ellos no tienen, la sana gestión de las emociones, el sentido de la verdadera justicia, el sano amor al prójimo, la compasión hacia el que sufre, la felicidad de la que ellos carecen...

Su envidia enfemiza o patológica les impide aceptar la autonomía del otro, la vitalidad del otro, el código de valores éticos y morales del otro, fundamentado en la sana y gozosa gestión de las emociones, aunque en el fondo, insistamos, envidian todo esto dicho. Iñaki Piñuel: "Las víctimas de la guerra de los Quer son las hijas ...

Por esto mismo nos parecen tan destructivos, tan diabólicamente malos. Y para mí como católico que soy, son candidatos firmes a la condenación eterna (¡y claro que no estoy jugando a ser Dios!, en modo alguno, ni juzgando ni condenando, de manera que por la salvación de mi alma he de luchar día a día, y día tras día se lo pido al Dios Uno y Trino y a la Santísima), pues luego de pasarse toda una vida haciendo daño sin arrepentirse de ello en modo alguno, dejando cadáveres espirituales por todas partes, sin arrepentimiento alguno, sin conciencia de pecado, sin conciencia moral, sin entrañas de misericordia, sin empatía, sin verdadero amor al prójimo, sin sentir remordimiento alguno ante todo el daño que causan, sin apertura a la acción del Espíritu Santo, que alguien me explique cómo podrían salvarse...

Para Dios nada es imposible, me responderán. Y es cierto. Pero al igual que hay un solo pecado que Dios no puede perdonar (el llamado pecado contra el Espíritu, que es el de todas aquellas personas que ni siquiera se arrepienten de sus pecados, determinación que Dios respeta, pues nos ha creado libres), sucede que los narcisistas nunca jamás se arrepienten de sus malas acciones, de todo el daño que causan. Ergo...Pin en Yo soy asi y que...

Argumentan los especialistas (se lo he escuchado, entre otros, al estupendo Antonio de Vicente, psicólogo experto en estos asuntos) que la senectud de los narcisistas es horrible: solos, abandonados, descubiertos ya por los demás más allá de la máscara de su falso yo narcisista endiosado, sin fuerzas ya ni encanto personal para seguir seduciendo, manipulando y dañando a sus víctimas, a sus monos voladores, cerrados totalmente al perdón...

Solo que insisto: de entre sus técnicas de manipulación y violencia psicológica más perversamente refinadas que usan para hacer daño a sus desgraciadas víctimas o presas -siempre inocentes, no se olvide este dato-, ocupa un lugar preeminente la técnica de negar sistemáticamente el maltrato psicológico perpetrado.

Se hace difícil encontrar palabras para tratar de explicarse uno cómo puede ser tan vil una persona, moralmente hablando, tan depravadamente ruin, que la haga capaz de causar tantos y tales estragos en la psique y en la vida toda de otras personas. Hasta el extremo de "disfrutar haciendo sufrir a las víctimas".

Ante estos monstruos de la perversión en las relaciones humanas, de nada vale ir con la verdad por delante; ni con actitudes de comprensión, diálogo, amor a la verdad, empatía, cordialidad, asertividad, apuesta por la razón cálida (ni cálida ni fría, de ninguna temperatura les vale)... Absolutamente de nada. Se reirían con sarcasmo y sin sin rubor alguno de todas estas buenas intenciones. Pues estos seres irredentamente perversos solo entienden de un lenguaje: o se acepta lo que ellos tratan de imponer de forma totalmente arbitraria, manipulativa y dañina, o leña al mono.

¡Y ay de ti, por cierto, si descubres que son narcisistas o psicópatas socialmente encubiertos y se lo echas en cara! Toda su ira entonces, toda su rabia se volverán contra ti en forma de insultos, amenazas, difamación, hostigamiento, infravalaración, denigración, desprecio, injurias, calumnias, calculados silencios...Te llamarán necio y loco, cuando lo cierto es que los necios suelen ser ellos al carecer, por lo general (excepciones a un lado, que siempre habrá), de un pensamiento y un conocimiento profundos de las cosas y, sobre todo, al ser personas en verdad desequilibradas.

Llamarán loca a su víctima, sí. Ellos que desquician a sus presas con sus marrullerías para dominar, manipular y hacer daño, ¡se atreven a llamar loca y necia a la desgraciada víctima que han previamente desquiciado con sus perversas tretas! No argumentando por cierto nada en apoyo de tal acusación, porque nada pueden argumentar en verdad al respecto; solo odio, rabia, resentimiento, celos patológicos que espetan contra su víctima. Y porque llamar loca a su víctima o presa no es sino una de sus estrategias de manipulación y de violencia psicológica.

En realidad los únicos locos son ellos, al tener su mente totalmente perturbada e incapacitada para las emociones, la empatía, el verdadero amor, la amistad, el bien, la honestidad, la bondad y las relaciones humanas sanas.

Si no fuesen tan monstruosa, cínica y perversamente dañinos, hasta te darían lástima por el cuadro psíquico tan desequilibrado que presentan. Pero lo cierto es que siendo tan abusadores, manipuladores y violentadores de sus víctimas uno no puede sino sentir espanto ante la sola presencia próxima de uno de estos seres que, de tan malvados, de tan viles y ruines, de tan vampiros chupadores de la energía del otro, parecen salidos de las entrañas del mismísimo infierno.

Con todo, según reconocen los expertos en el estudio de la mente humana (psicólogos, psicoterapeutas, psiquiatras, neurólogos...), y más si son creyentes, tarde o temprano los narcisistas pagarán por todo el daño que se han pasado haciendo en sus vidas. Así, se han descrito muchas experiencias de senectudes realmente desoladoras vividas por los narcisistas, sociópatas y psicópatas. Y cómo, ni aun así, se arrepienten del daño que han hecho sino todo lo contrario: se enrocan y enrocan en su narcisismo insaciable y como a la desesperada, lleno de victimismo, de ira callada y de odio...

En fin: Dios nos libre del daño maléfico que ocasionan en nuestras vidas los narcistas perversos, psicópatas integrados y resto de seres tóxicos.


29 de mayo, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.


jueves, 28 de mayo de 2020

"Un sacerdote menos, mil narcisistas más"

Un sacerdote menos, mil pitonisas más


George Bernanos


Al doctor en Psicología, psicoterapeuta, profesor y escritor Iñaki Piñuel y Zabala. Con gratitud por su trabajo impagable en pro del desenmascaramiento de esos monstruos llamados narcisistas y psicópatas integrados.



A decir verdad, considero que una de las perversiones más luciferinamente refinadas puestas en circulación por los psicópatas socialmente integrados y los perversos narcisistas es la de negar el maltrato que perpetran contra sus víctimas: la sistemática e inmisericorde violencia psicológica con que intentan lastimar, desquiciar y al cabo enloquecer a su presa. Para así ellos seguir engordando su ego narcisista endiosado, su baja autoestima herida, su falta de amor y de empatía hacia el prójimo, al que acostumbran a usar y tirar en función de sus propios intereses, mas nunca tratar como una persona merece ser tratada.


En efecto: ellos se sienten especialmente poderosos, grandes, eximios, seres humanos de excepción, irresistiblemente los mejores de entre los mejores y con derecho a todo, cuando manipulan y lastiman a sus víctimas (con estrategias como la de hacerles el vacío, la de perpetrar contra ellos el silencio victimizador, la de la luz de gas, el juego de la piedad, el acusar a sus víctimas de estar locas o ser unas necias, el hacer creer a sus víctimas que ellos siendo victimarios son en verdad las víctimas de sus víctimas, la sistemática infravaloración de estas...).


Seres humanos que manifiestan un descomunal horror ante la sola idea de la muerte -que a todos nos sobrecoge en alguna medida, ciertamente, como humanos que somos-, porque esta les proyecta su propia vacuidad axiológica y existencial (el espantoso vacío de sus vidas, su escasa o nula vida interior, su vivir totalmente de espaldas a Dios y a la acción de la gracia de su Espíritu), son auténticos vampiros emocionales que necesitan robar la energía del otro (de su víctima, que es siempre inocente, quede esto claro) para sentirse ellos importantes. Empequeñeciendo al otro, hasta anularlo como persona, luego de lastimarlo el tiempo que haga falta en su dignidad, es como se sienten ellos grandes, poderosos, distinguidos, seres especiales que se creen con derecho a todo: como si el mundo estuviese en deuda con ellos.



Patológicamente envidiosos de los bienes ajenos, destiladores de odio y de resentimiento, consumados manipuladores, fríos, calculadores, implacables (capaces de llevarte a un trance hipnótico si te descuidas con su sola mirada), sin alma, sin emociones, buscadores permanentes del aplauso y la admiración del otro, mentirosos compulsivos y por lo común personas con poco conocimiento profundo de las cosas, personas con un encanto meramente superficial (con un déjame entrar, que decimos en Canarias), es imposible dialogar con ellos: desprecian la razón, no buscan la verdad, no les interesa lo más mínimo la persona de su interlocutor (menos aún si el interlocutor de que se trate es víctima de su perverso maltrato sicológico); solo les interesa manipular a su interlocutor o interlocutores, lastimarlos, humillarlos, hacerse él (o ella, pues los sicópatas integrados y los narcisistas pueden ser hombres o mujeres) con el poder a base de imponer sus criterios.GEORGES BERNANOS (Biographie): Amazon.es: Milner, Max: Libros en ...


Y ay como no se salgan con la suya: vomitarán ira, desprecio, odio, rabia... Patológicamente envidiosos, incapaces de dar amor recíproco y con poco conocimiento profundo de las cosas, van de flor en flor repitiendo acríticamente como loros cuatro o cinco ideas aprendidas, que por supuesto ni entienden bien, con las que pretenden impactar al auditorio, pero siempre buscando llevar la posible conversación a su terrero, para así no perder nunca las riendas del poder y el dominio sobre el otro.


Radicalmente perversos en su capacidad de hacer daño a sus víctimas inocentes, la Iglesia, sobre todo cuando ejerce de madre y de maestra en humanidad y se deja de componendas y connubios con el mundanismo, siempre ha visto que las personas con trastorno de la personalidad narcisista o psicopático tienen un claro influjo del Maligno, de Satanás, príncipe de la mentira y de toda maldad. Algunos narcisistas con alto grado de perversión o de malicia y también algunos psicópatas integrados, es claro que están posesos (espíritus demoniacos moran en el interior de estas personas), y la totalidad de ellos están dominados o gobernados por el Maligno. De ahí la especial malignidad del daño que causan a sus víctimas.


Sofisticadamente cuidadosos en mantener de cara a la galería su impoluta imagen de ciudadanos ejemplares (en el ámbito familiar, profesional, vecinal...), sin embargo tras esa imagen que los presenta como ciudadanos irresistiblemente encantadores y humanísimos -y que ellos y ellas, insisto, se encargan de mantener fuera de toda duda posible, como para no levantar sospechas-, se esconden verdaderos monstruos que depredan a otros miembros de la especie humana, a base de altísimas dosis de odio, envidia patológica, egoísmo y afán de poder y de dominio, narcisismo, capacidad manipuladora y de hacer daño, falta total de empatía, falta total de sentido de la culpa, falta total de auténtica experiencia de Dios...


Incapaces completamente de ponerse en el lugar del otro, en los zapatos del otro (al carecer completamente de empatía y de sentimiento de culpa), más allá de sus máscaras "de cara a la galería" se manifiestan como seres fríos, calculadores, implacables, incapaces de amar auténticamente, ayunos de emociones, ayunos del más mínimo remordimiento cuando hacen sufrir a sus víctimas el trato vejatorio del que son consumados especialistas.


Ladrones de la energía ajena, huérfanos de empatía y totalmente cerrados a la pregunta por Dios y a la sed de eternidad y a la sola pregunta por el sentido de la vida, suelen ver en las personas nobles, con sentido de la justicia, con múltiples frentes culturales abiertos y abiertas ellas mismas a la voluntad de Dios (personas eminentemente empáticas y probablemente brillantes), a potenciales víctimas contra las que ejercer, cuando la ocasión así lo propicie, toda la perversidad de que son capaces con su violencia psicológica. Para, empequeñeciendo a las víctimas a base de humillarlas, a base de depredarlas, engrandecerse ellos: hinchar e hinchar su ego ya de por sí endiosado.


Malvados hasta decir basta y luego más allá de la hora de almorzar y hasta la noche -permitida la gracia, loado el hermano humor, también para estos asuntos tan sufridos y delicados-, son especialistas en desquiciar a sus víctimas; ya hemos adelantado una de sus técnicas más perversas: hundiendo hasta el fondo a sus presas, una vez estas están hundidas no dudan en querer hacerse pasar por "víctimas de sus propias víctimas".


Refinadamente perversos, como salta a la vista, así acaban provocando un doble sufrimiento. O triple, porque encima todo lo niegan, ellos nunca hacen nada malo, nunca piden perdón, no aceptan crítica alguna, son perfectos sin mácula, además de iracundos y vengativos. Y ya puede ser que les digas la Biblia en verso o que les cites los datos más fidedignos consensuados por toda la comunidad científica de psicólogos, terapeutas y resto de estudiosos de la mente humana, que a ellos les dará igual, les resbalará, les importará un pimiento, toda vez que se sienten como por encima del bien y del mal, no les interesa; ellos (y ellas) a lo suyo: tratar de hacer el mayor daño psíquico y moral posible a sus víctimas: difamándolas, hostigándolas, humillándolas, predisponiendo contra ellas a todos sus monos voladores, tratando de que la propia familia de la víctima la acabe aborreciendo (y no raramente lo consiguen: ¡tal es el poder de su capacidad de causar daño!)...


Desde luego, para mí que soy católico -ni que aclarar que un católico siempre necesitado de enmienda y de conversión- una capacidad tal y tan retorcida de hacer el mal al prójimo solo puede proceder del influjo del mismísimo Satanás. Y ciertamente si estas personas narcisistas sumamente perversas o psicópatas integradas actúan con tanta libertad de movimientos, es porque esta sociedad permisiva ya no respira a Dios.


O lo que es lo mismo: si no chapoteáramos en las aguas cenagosas de la aposasía, encantados viviendo como si Dios no existiera, estas personas tan ruines y que tanto daño hacen a los demás serían mucho más fácilmente localizables y descubiertas, y así igual no podrían actuar con tanta impunidad, pues entre muchos les pararían los pies. O también dicho como sigue: habiendo perdido el tradicional oremus a favor del relativismo, la permisivad y el narcisimo consumista, hemos acabado bajando la guardia; y este bajar la guardia nos ha dejado más expuestos, y como inermes, sin defensas, a la perversa actuación de estos malvados, auténticos asesinos del corazón y del alma de sus víctimas.


Parafraseando una cita de George Bernanos: "Un sacerdote menos, mil narcisitas o psicópatas integrados más". Es decir: una sociedad radicalmente descristianizada como la actual sociedad española (por solo referirnos a nuestro país) posibilita que muchas personas tóxicas y dañinas a más no poder campen a sus anchas.


Con lo cual que estamos tratando de argumentar, tampoco es que estemos afirmando que en otras sociedades más determinadas por lo católico como el Medioevo, pongamos, no hubiera narcisistas y psicópatas integrados, ¡y tanto que debió haberlos, en una época además como el Medioevo o Edad Media que desde luego no fue precisamente "oscura y anodina" como se dice de ella y sí turbulenta, apasionada, desbordante, imaginativa, hiperbólica, excesiva, humanísima, lujuriosa, belicosa, guerrera, teocéntrica, claro que feudalísima, etcétera.

Solo que sí tratamos de poner el dedo en la llaga sobre esto: este mundo nuestro tan vacío de Dios y tan exaltador del individualismo, el narcisismo consumista y el materialismo, es sin duda caldo de cultivo para que surjan como esporas estos auténticos depredadores, estos malvados capaces de destruir totalmente la psique de las pobres víctimas que tienen la desgracia de caer en sus garras sin luego saber, poder o querer huir, asumiendo como imprescindible defensa el contacto zero con estos monstruos.



28 de mayo, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

lunes, 18 de mayo de 2020


"Se nos fue el Califa Rojo"


...Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico...

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez


(La expresión se nos fue referida al fallecimiento de una persona, a quien más se la he debido escuchar en mi vida es a Juan Claudio Cifuentes, Cifu, el admirable Cifu, la enciclopedia andante del jazz, quien, nacido en 1941, el mismo año del natalicio del ahora finado Julio Anguita, también se nos fue un 17 de marzo de 2015. Aunque yo siga sin saber tocar una flauta con un agujero solo, mi irredenta pasión por el jazz se la debo en buena medida al magisterio de Cifu. En la actualidad, algunos otros periodistas musicales de Radio 3 prolongan el uso expresivo y "mortuorio" de J. C. Cifuentes.)


Y tan perversa y negativa que es tal ideología...

Hacía algún tiempillo que no los escuchaba, y hasta había supuesto, ay, ingenuo de mí, ay, infelice, que ante el drama patrio a que nos ha traído este infecto e infame Gobierno social-comunista, habrían decidido moderar siquiera un poquito su tono.

Mi gozo en un pozo. He vuelto a sintonizar esta emisora local canaria filocomunista, y no solo no han moderado su tono sino que parece que hayan ido a peor en fanatismo, sectarismo, indecencia moral e intelectual, memoria histórica desmemoriada, antifranquismo de salón y de filiación claramente luciferina...

Su director, un pureta a todas luces insensible a la bondad, el bien y la auténtica justicia, y por ende totalmente cerrado al conocimiento de la verdad histórica como buen comunista que sigue siendo -como que estos indecentes siguen apoyando los procesos revolucionarios del castrismo en Cuba, o el bolivarianismo en Venezuela...-; un sectario de mil pares de demonios -insisto- que no se corta un pelo: "Vox, PP y hasta Ciudadanos (¡hasta Ciudadanos, válgame Dios!, con lo ultralaicista que es este partido veleta y de bajada de faldas o pantalones ante la putrefacción del Gobierno de Falconetti) y todos los que los apoyan, que vienen a a ser millones de españoles, son una partida de nazis, fachas, ultras, franquistas, seguidores de los nazis, cómplices de Franco asesino, golpista y genocida".13 frases de Julio Anguita en 'El Mundo' | El HuffPost

Y se queda tan pancho el nota con el exabrupto, que no solo es mentira sino que es una injuria, una ofensa, una agresión en toda regla. Entonces, nos acordamos ahora de la persona de Julio Anguita: por descontado que no han dicho ni media palabra sobre la "comprensión última de Anguita hacia los políticos de derechas honestos, a cuyas candidaturas sería preferible votar, siempre según el recientemente finado político andaluz, antes que a tantos políticos de izquierdas corruptos".

Tampoco han reconocido que Julio Anguita no todo lo hizo bien, ¡ni muchísimo menos, cómo iba a ser esto!, ni que en no todo debió dar ejemplo de honestidad... Por otra parte, uno de los niños mimados de Anguita, que no es otro que Pablo Iglesias, tiene un casoplón que le quita el hipo a cualquiera y que por ende debe valer, por lo bajini, un millón de euros. Este Gobierno del Doctor Cum Fraude es calamitoso hasta decir basta. Incluso un ciego vería que nos quieren llevar a un régimen que habrá de convertir a España -si Dios no pone su santa mano y "muchos fachas, neonazis y franquistas" dejan de poner el grito en el cielo y la protesta en la calle- en una Venezuela II. Cuba y Venezuela son dos países en ruinas por causa del comunismo (la ideología tan querida por Anguita, el Califa Rojo). Por extensión, todos los países en que se ha implantado el comunismo, mediante la mentira, la tortura, la demagogia, el control de los medios informativos y la represión de las libertades, han salido malparados, arruinados tras el experimento y sin ganas de volver a repetir. No así la España franquista, mire usted por dónde, que acabó siendo la octava potencia económica mundial. Y ello a pesar de que Franco fue, según dictamen inapelable de estos supuestos libertadores de los pobres, "un asesino golpista, criminal dictador, genocida y amigo de Hitler".

Sin embargo, para este siniestro comunicador radiofónico de mentiras el problema sigue siendo en España, en toda Europa y aun en el resto del mundo, el avance de la extrema derecha. Yo creo que tanta ceguera sectaria y como incurable que padece este energúmeno es ya un problema de desorden moral muy agudo, de vileza espiritual, de alejamiento total del orden moral querido por Dios.

Esto es: este tipo anda sumido en las tinieblas, espiritualmente debe ser un zombi. Y es por ello por lo que expele de su boca injurias, demagogias, mentiras, memoria histórica desmemoriada e insultos. Insultos como el de empeñarse en llamar a Vox Fox* (jugando con el canarismo "fos", que empleamos en Canarias para indicar un intenso mal olor).

Cada vez que caigo en la tentación de escuchar a este viejo zorro comunista me parece escuchar a un desgraciado; desgraciado en el sentido etimológico: una persona sin gracia, esto es, sin la gracia que es don de la acción del Espíritu Santo.

Por desgracia, malvados como este sujeto debe haber muchos en las filas del izquierdismo. Creo conocerlo por experiencia personal y por pasada militancia. Ergo, pobrecillos los que aún pasan por nobles, idealistas y ansiosos de justicia social permaneciendo en la lucha militante en un frente ideológico conformado, al menos en sus cuadros dirigentes y propagandísticos, por resentidos, sectarios, ateoides que no le perdonan una a la Iglesia, antifranquistas tan alucinados que se envalentonan lanzando loas a siniestros como el Che Guevara al tiempo que siguen odiando a Franco.

No sé si se habrán dado cuenta estos comunistas recalcitrantes de que odian a Franco porque odian a Dios (odian al Padre), porque odian a la Iglesia, porque odian la civilización cristiana. Esto es, yo que estas líneas escribo no me considero particularmente franquista -si por franquista se entiende a alguien que celebra la memoria de Franco, sentimentalmente incluso, o que haya militado en organizaciones herederas del franquismo, ¡ni en la OJE estuve en su momento cuando podía estarlo y de hecho no pocos de mis amiguitos a la sazón estaban en esa organización juvenil!-, pero como trato de ser un buen hijo de la Iglesia reconozco en Francisco Franco a un príncipe católico que trató de servir a Dios sirviendo a su patria España. Con errores y aciertos, sin duda, como es propio de toda obra humana, pero al parecer, según cantan los hechos, con más aciertos que errores. Empero para los comunistas, filocomunistas y resto de izquierdistas, como odian, desprecian o no tratan de escuchar a Dios, Franco en efecto fue un "fascista criminal, un genocida amigo de Hitler, un golpista miserable que acabó con la ideal Segunda República".Fallece Julio Anguita a los 78 años tras una semana ingresado

Desde luego, es realmente alucinante que no les produzca sonrojo alguno a todos estos seguir emitiendo tamaños bulos, tamañas mentiras históricas. Pero bueno, sabido es que para el comunismo la verdad es "según y cómo".

En fin, que yo lo veo así. Clarísimo. Descanse en paz Julio Anguita, el Califa Rojo. Ante su fallecimiento, el de un hombre como él, siempre me viene a la mente, invariablemente, este pensamiento del filósofo católico francés Emmanuel Mounier: "No me considero digno de desatar las sandalias de tantos ateos militantes". Que Dios, que es justo y misericordioso, haya premiado su pasión por la justicia social -en el supuesto de que la tuviera, así que la misma no fuera un mero espejismo o una pose- y le haya perdonado sus pecados y errores, y de paso dé el consuelo a sus seres queridos.

Postdata o coda. Quiero acabar esta reflexión con un texto realmente magistral. Es poesía en prosa que habla de lo mismo que los versos de Juan Ramón Jiménez citados en el encabezamiento de este escrito. Pertenece al peruano César Vallejo. Desde luego, pocos textos literarios me parece conocer, si es que conozco alguno, en que quede manifiesta la inapelable certeza de que la muerte irrumpe en la mera facticidad de lo cotidiano. Escrito por un ateo, tal vez católico descreído y desde luego no practicante, materialista y marxista sin duda (Vallejo dixit: "Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios, tengo a un valedor: Dios mismo"), es ciertamente un texto que expresa con una simplicidad desnuda, descarnada, como en puro hueso (expresión tan vallejiana), esta dimensión nuclear de la vida en la Tierra y de la condición humana: dicho con Heidegger, ser seres para la muerte.

Un texto que en el fondo desacraliza la realidad y acaba humanizando a Dios: "Murió mi eternidad y estoy velándola", concluye su texto que enseguida reproduciremos el peruano. Lo cual es como proclamar idéntica suposición que él, Vallejo, también en otras partes escribiera: "Yo nací un día en que Dios estuvo enfermo." "Si hubieras sido hombre, hoy sabrías ser Dios." "¿Hasta cuándo estaremos esperando lo que no se nos debe?" "Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!/ Golpes como del odio de Dios (...)" Es este:


Todos han muerto.
Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.
Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: "Buenos días, José! Buenos días, María!
Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.
Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.
Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.
Murió Rayo, el pero de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.
Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.
Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.
Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.
Murió mi eternidad y estoy velándola.

César Vallejo.



18 de mayo, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.