"Se
nos fue el Califa
Rojo"
...Y
yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y
se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y
con su pozo blanco.
Todas
las tardes, el cielo será azul y plácido;
y
tocarán, como esta tarde están tocando,
las
campanas del campanario.
Se
morirán aquellos que me amaron;
y
el pueblo se hará nuevo cada año;
y
en el rincón de mi huerto florido y encalado,
mi
espíritu errará nostáljico...
Y
yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde,
sin pozo blanco,
sin
cielo azul y plácido...
Y
se quedarán los pájaros cantando.
Juan
Ramón Jiménez
(La
expresión se nos fue
referida al fallecimiento de una persona, a quien más se la he
debido escuchar en mi vida es a Juan Claudio Cifuentes, Cifu,
el admirable Cifu,
la enciclopedia andante del jazz,
quien, nacido en 1941, el mismo año del natalicio del ahora finado
Julio Anguita, también se nos fue un 17 de marzo de 2015. Aunque yo
siga sin saber tocar una flauta con un agujero solo, mi irredenta
pasión por el jazz
se la debo en buena medida al
magisterio de
Cifu. En
la actualidad, algunos otros periodistas musicales de Radio 3
prolongan el uso expresivo y "mortuorio" de J.
C. Cifuentes.)
Y
tan perversa y negativa que es tal ideología...
Hacía
algún tiempillo que no los escuchaba, y hasta había supuesto, ay,
ingenuo de mí, ay, infelice, que ante el drama patrio a que nos ha
traído este infecto e infame Gobierno social-comunista, habrían
decidido moderar siquiera un poquito su tono.
Mi
gozo en un pozo. He vuelto a sintonizar esta emisora local canaria
filocomunista, y no solo no han moderado su tono sino que parece que
hayan ido a peor en fanatismo, sectarismo, indecencia moral e
intelectual, memoria histórica desmemoriada, antifranquismo de salón
y de filiación claramente luciferina...
Su
director, un pureta a todas luces insensible a la bondad, el bien y
la auténtica justicia, y por ende totalmente cerrado al conocimiento
de la verdad histórica como buen comunista que sigue siendo -como
que estos indecentes siguen apoyando los procesos revolucionarios del
castrismo en Cuba, o el bolivarianismo en Venezuela...-; un sectario
de mil pares de demonios -insisto- que no se corta un pelo: "Vox,
PP y hasta Ciudadanos (¡hasta Ciudadanos, válgame Dios!, con lo
ultralaicista que es
este
partido veleta y de bajada de faldas o pantalones ante la
putrefacción del Gobierno de Falconetti) y todos los que los apoyan,
que vienen a a ser millones de españoles, son una partida de nazis,
fachas, ultras, franquistas, seguidores de los nazis, cómplices de
Franco asesino, golpista y genocida".
Y
se queda tan pancho el nota con el exabrupto, que no solo es mentira
sino que es una injuria, una ofensa, una agresión en toda regla.
Entonces, nos acordamos ahora de la persona de Julio Anguita: por
descontado que no han dicho ni media palabra sobre la "comprensión
última de Anguita hacia los políticos de derechas honestos, a cuyas
candidaturas sería preferible votar, siempre según el recientemente
finado político andaluz, antes que a tantos políticos de izquierdas
corruptos".
Tampoco
han reconocido que Julio Anguita no todo lo hizo bien, ¡ni
muchísimo menos, cómo iba a ser esto!, ni
que en no todo debió dar ejemplo de honestidad... Por otra parte,
uno de los niños mimados de Anguita, que no es otro que Pablo
Iglesias, tiene un casoplón que le quita el hipo a cualquiera y que
por ende debe valer, por lo bajini, un millón de euros. Este
Gobierno del Doctor Cum Fraude es calamitoso hasta decir basta.
Incluso un ciego vería que nos quieren llevar a un régimen que
habrá de convertir a España -si Dios no pone su santa mano y
"muchos fachas, neonazis y franquistas" dejan de poner el
grito en el cielo y la protesta en la calle- en una Venezuela II.
Cuba y Venezuela son dos países en ruinas por causa del comunismo
(la ideología tan querida por Anguita, el Califa
Rojo).
Por extensión, todos los países en que se ha implantado el
comunismo, mediante la mentira, la tortura, la demagogia, el control
de los medios informativos y la represión de las libertades, han
salido malparados, arruinados tras el experimento y sin ganas de
volver a repetir. No así la España franquista, mire usted por
dónde, que acabó siendo la octava potencia económica mundial. Y
ello a pesar de que Franco fue, según dictamen inapelable de estos
supuestos libertadores de los pobres, "un asesino golpista,
criminal dictador, genocida y amigo de Hitler".
Sin
embargo, para este siniestro comunicador radiofónico de mentiras el
problema sigue siendo en España, en toda Europa y aun en el resto
del mundo, el avance de la extrema derecha. Yo creo que tanta ceguera
sectaria y como incurable que padece este energúmeno es ya un
problema de desorden moral muy agudo, de vileza espiritual, de
alejamiento total del orden moral querido por Dios.
Esto
es: este tipo anda sumido en las tinieblas, espiritualmente debe ser
un zombi. Y es por ello por lo que expele de su boca injurias,
demagogias, mentiras, memoria histórica desmemoriada e insultos.
Insultos como el de empeñarse en llamar a Vox Fox* (jugando con el
canarismo "fos", que empleamos en Canarias para indicar un
intenso mal olor).
Cada
vez que caigo en la tentación de escuchar a este viejo zorro
comunista me parece escuchar a un desgraciado; desgraciado en el
sentido etimológico: una persona sin gracia, esto es, sin la gracia
que es don de la acción del Espíritu Santo.
Por
desgracia, malvados como este sujeto debe haber muchos en las filas
del izquierdismo. Creo conocerlo por experiencia personal y por
pasada militancia. Ergo, pobrecillos los que aún pasan por
nobles, idealistas y ansiosos de justicia social permaneciendo en la
lucha militante en un frente ideológico conformado, al menos en sus
cuadros dirigentes y propagandísticos, por resentidos, sectarios,
ateoides que no le perdonan una a la Iglesia, antifranquistas tan
alucinados que se envalentonan lanzando loas a siniestros como el Che
Guevara al tiempo que siguen odiando a Franco.
No
sé si se habrán dado cuenta estos comunistas recalcitrantes de que
odian a Franco porque odian a Dios (odian al Padre), porque odian a
la Iglesia, porque odian la civilización cristiana. Esto es, yo que
estas líneas escribo no me considero particularmente franquista -si
por franquista se entiende a alguien que celebra la memoria de
Franco, sentimentalmente incluso, o que haya militado en
organizaciones herederas del franquismo, ¡ni en la OJE estuve en su
momento cuando podía estarlo y de hecho no pocos de mis amiguitos a
la sazón estaban en esa organización juvenil!-, pero como trato de
ser un buen hijo
de la Iglesia reconozco
en Francisco Franco a un príncipe católico que trató de servir a
Dios sirviendo a su patria España. Con errores y aciertos, sin duda,
como es propio de toda obra humana, pero al parecer, según cantan
los hechos, con más aciertos que errores. Empero para los
comunistas, filocomunistas y resto de izquierdistas, como odian,
desprecian o no tratan de escuchar a Dios, Franco en efecto fue un
"fascista criminal, un genocida amigo de Hitler, un golpista
miserable que acabó con la ideal Segunda República".
Desde
luego, es realmente alucinante que no les produzca sonrojo alguno a
todos estos seguir emitiendo tamaños bulos, tamañas mentiras
históricas. Pero bueno, sabido es que para el comunismo la verdad es
"según y cómo".
En
fin, que yo lo veo así. Clarísimo. Descanse en paz Julio Anguita,
el Califa Rojo. Ante su fallecimiento, el de un hombre como
él, siempre me viene a la mente, invariablemente, este pensamiento
del filósofo católico francés Emmanuel Mounier: "No me
considero digno de desatar las sandalias de tantos ateos militantes".
Que Dios, que es justo y misericordioso, haya premiado su pasión por
la justicia social -en el supuesto de que la tuviera, así que la
misma no fuera un mero espejismo o una pose- y le haya perdonado sus
pecados y errores, y de paso dé el consuelo a sus seres queridos.
Postdata
o coda. Quiero acabar esta reflexión con un texto realmente
magistral. Es poesía en prosa que habla de lo mismo que los versos
de Juan Ramón Jiménez citados en el encabezamiento de este escrito.
Pertenece al peruano César Vallejo. Desde luego, pocos textos
literarios me parece conocer, si es que conozco alguno, en que quede
manifiesta la inapelable certeza de que la muerte irrumpe en la mera
facticidad de lo cotidiano. Escrito por un ateo, tal vez católico
descreído y desde luego no practicante, materialista y marxista sin
duda (Vallejo dixit: "Cualquiera que sea la causa que
tenga que defender ante Dios, tengo a un valedor: Dios mismo"),
es ciertamente un texto que expresa con una simplicidad desnuda,
descarnada, como en puro hueso (expresión tan vallejiana),
esta dimensión nuclear de la vida en la Tierra y de la condición
humana: dicho con Heidegger, ser seres para la muerte.
Un
texto que en el fondo desacraliza la realidad y acaba humanizando a
Dios: "Murió mi eternidad y estoy velándola", concluye su
texto que enseguida reproduciremos el peruano. Lo cual es como
proclamar idéntica suposición que él, Vallejo, también en otras
partes escribiera: "Yo nací un día en que Dios estuvo
enfermo." "Si hubieras sido hombre, hoy sabrías ser Dios."
"¿Hasta cuándo estaremos esperando lo que no se nos debe?"
"Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!/ Golpes como
del odio de Dios (...)" Es este:
Todos
han muerto.
Murió
doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.
Murió
el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las
mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: "Buenos días,
José! Buenos días, María!
Murió
aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego
también murió a los ocho días de la madre.
Murió
mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en
tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la
honrosísima mujer.
Murió
un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la
mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.
Murió
Rayo, el pero de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.
Murió
Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo
cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.
Murió
en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana y mi hermano en mi
víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de
tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.
Murió
el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete
tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de
mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.
Murió
mi eternidad y estoy velándola.
César
Vallejo.
18
de mayo, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades,
educador, escritor, bloguero, militante social.
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