domingo, 1 de agosto de 2021

"Carta agradecida a nuestro querido papa Benedicto XVI (sin papolatría)"



En los siguientes términos se refiere al papa Juan XXIII un forista cuyo nombre omitiré. Por lo que escribe e incluso por la forma como se ha despachado con algunos escritos míos en que yo simplemente sugería la idea totalmente sensata e históricamente documentable -permítaseme- de que el llamado Buda fue un hombre bueno, 500 años anterior a Jesucristo, lo juzgo de fanático. Es integrista, me da igual que lo sea como lefebvrista o como sedevacantista. Para mí son lamentables, y uno siente ante ellos esto de tolerancia cero con el intolerante. I


Lamentables porque parecen solo atentos a lo puntilloso de la letra y no al amor; atentos prioritariamente a la rigurosa e inmaculada pureza doctrinal y no a la rectitud del corazón del que busca a Dios; atentos a que ningún católico ose salirse un ápice de la considerada rectitud ortodoxa sin mácula, no sea que se vaya con su osadía directo a la condenación eterna; atentos solo a considerarse los dueños del Vetus Ordo Missae, que si es algo, es patrimonio de la Iglesia universal, no privilegio exclusivo y excluyente de lefebvristas o sedevacantistas; lamentables porque son más papistas que el Papa, al que desobeden pertinazmente; lamentables porque se pelean entre sí sin un gramo de piedad o de mínima caridad cristiana: los sedevacantistas odian a los lefebvristas, afirman que Marcel Lefebvre fue un hereje, un oportunista y un modernista encubierto, etcétera, y en todo caso se lanzan mutuamente anatemas y se mandan al infierno unos a otros; lamentables porque son ritualistas capaces de afirmar que la Vetus Ordo Missae actual, según el misal de 1962 promulgado por el papa Juan XXIII, es exactamente igual a la que promulgó tras el Concilio de Trento san Pío V, cosa no cierta, pues la liturgia ha variado formalmente desde siempre (rúbricas, ornamentos litúrgicos...), y es justamente el Papa, y los obispos en comunión con él, el que tiene potestad para reformar la liturgia; lamentables porque a menudo dan toda la impresión de que solo les importa lo formal, y muy poco o nada el contenido de la fe de la Iglesia; lamentables porque tienen una concepción inmovilista y como fosilizada de la Tradición y de la vida de la Iglesia; lamentables porque a menudo transmiten que les falta misericordia, que tienen un corazón duro, y más parecen fariseos o farisaicos que discípulos de Jesús de Nazaret.


Según el pensamiento de este sujeto y de todos los que son de su cuerda, yo tenía que referirme siempre a alguien como Sidharta Gautama Buda con los más condenatorios términos posibles. Pues no me va a dar la gana, fanático de mil pares de narices (he estado a punto de escribir "fanático de los cojones"). Por cierto, ¿qué pensará este sujeto intransigente de las palabras laudatorias del papa Pío XII hacia la figura del Mahatma Gandhi? ¿Y del deseo de reforma litúrgica de los papas anteriores al Concilio Vaticano II, e incluso del sueño de Pío XII de que el sacerdote oficiase la Eucaristía mirando hacia la feligresía, usando en buena parte de la celebración lenguas vernáculas y cantos modernos, seculares, no solo el canto gregoriano? ¿Y de las sucesivas convocatorias a jornadas ecuménicas de oración por la unidad de los cristianos que ya hicieron papas como León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI...?


Que el santo papa Juan XXIII -con toda intención lo de "santo padre- cometió errores durante toda su vida, y que fue pecador durante su existencia toda, es indudable. Pero acusarlo de "enemigo de la Iglesia", como hace este sujeto fanático e intransigente, media un mundo. En efecto, en su deliciosa y muy edificante autobiografía Diario de un alma, que es un testamento espiritual, el papa bueno Juan transmite nítidamente lo que fue: un alma de Dios, un enamorado de Cristo y de su Iglesia, un enamorado de la humanidad.


He aquí ahora lo que piensa de Juan XXIII este sujeto:


<<Mucho peor peligro que la infiltración que podría introducir en España el sionista Eisenhower, era la de la propia Iglesia dentro de España, pues la cúpula de la Iglesia ya estaba en poder de los enemigos de DIOS y de la humanidad con Roncalli ya ejecutando a toda prisa la demolición de la Iglesia de Cristo y esparciendo ese fuego por todo el orbe.>>


Odio a los judíos (algo muy propio de cierta extrema derecha católica, versión sedevacante o versión lefebvrista), que incluye negar el pan y la sal a todo un pueblo, el judío, por culpa del sionismo y por culpa de que ellos, equivocadamente, no reconocen al Mesías. Se equivocan los sionistas, obran mal contra la humanidad, y se equivocan los judíos que siguen sin reconocer a Cristo, pero ello no justifica el antisemitismo, como no se justifica el seguir llamándolos "pueblo deicida del Señor", según se rezaba en una oración preconciliar y que justamente mandó suprimir Juan XXIII. Aunque ya sé que para nuestro fanático de marras, esta decisión del buen papa Juan es parte de su "satánico propósito de demoler la Iglesia". En fin, es tan vil y tan inmisericorde y falto de la más elemental caridad cristiana referirse a Juan XXIII con tales términos, que mejor callarse en estos momentos.

Porque un católico no debe referirse en tales términos al Papa, que es el vicario de Cristo. Como se reconoce en el Catecismo de san Pío X, tan citado por los tradicionalistas de todo pelaje, un católico debe obedecer al Papa, sentirlo como padre, como Pastor Supremo. Ergo, los católicos tradicionalistas más radicales (lefebvristas y sedevacantistas) se consideran guardianes de la Tradición, y sin embargo rechazan a quien es el garante máximo de esa Tradición, que es el Papa. ¡Vaya contradicción!


Lo que afirma de Juan XXIII este energúmeno es impresentable, difamatorio, calumnioso. Es indigno de alguien que se considere católico, fiel hijo de la Iglesia. Como es indigno que el mismísimo monseñor Lefebvre, cuyas virtudes y talentos no tengo por qué negar, se refiriera en su momento al papa Pablo VI como que era el Anticristo sin duda, otro pecador y muy falible hombre este Montini y empero enamorado de Cristo y de su Iglesia, como lo fue Juan Pablo II, como lo es Benedicto XVI.


Dicho de manera esquemática: entre Benedicto XVI y el cardenal Mühler, el cardenal Burke, el arzobispo Viganò y el obispo Atanasio Schneider, mi fidelidad al sucesor de Pedro Benedicto XVI. Entre la lealtad al Concilio Vaticano II y la lealtad a los tradicionalistas disidentes (lefebvristas, conciliaristas, sedevacantistas), lealtad al Concilio.


1 de agosto, 2021. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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