jueves, 16 de julio de 2020

En el trasfondo de todas estas reflexiones subidas a Youtube desde canales administrados por psicólogos, psicoterapeutas y demás expertos e implicados en este mundo de las psicopatías, desde mi experiencia o a mi juicio subyace la misma idea que va a misa, la misma vía que nos lleva a Roma. A saber: siempre, pero siempre siempre, el maltratador psicológico (ya sea este un psicópata, un sociópata o un narcisista maligno) niega la violencia psicológica que perpetra contra su víctima. Contumaz y cínicamente la niega. Dada su gravedad diríamos que devastadora para la psicología de las víctimas , tal negación sería suficiente motivo para que, una vez encendidas todas las luces de alarma en la víctima, esta se decida por decretar el contacto cero irrevocable con el trastornado abusador. Contacto cero que además debiera implicar un poner tierra de por medio, mediante la estrategia de la piedra gris o incluso el contacto cero, con relación a todos los compinches, cómplices o monos voladores del maltratador psicológico. Por lo demás, para mí no hay duda al respecto: tanto el maltratador psicológico como sus monos voladores actúan de manera tan vilmente ruin y demoledora de la psique de sus presas o víctimas porque son personas radicalmente alejadas del amor de Dios. Esto no quiere decir que no haya personas que desde su agnosticismo o ateísmo incluso sean en verdad muy respetuosas y hasta cariñosas y dadivosas con el prójimo. Las hay, a Dios gracias. Solo que no sería así por lo que concierne a los maltratadores psicológicos y sus compinches: estos actúan como actúan, perpetran el daño devastador que perpetran contra las presas inocentes, porque están cegados por el odio, el resentimiento, el desamor, la envidia, los celos, los intereses meramente materialistas... Desgracia más grande la de ser víctima de los desmanes, delirios de grandeza y egoísmos de una persona afectada con trastorno antisocial de la personalidad ... Qué noche oscura se cierne sobre la vida de tantas víctimas inocentes de estos seres oscuros, perversos, dañinos, tóxicos a más no poder, malvados, amorales, enceguecidos por la envidia patológica y el odio. Qué noche oscura del alma cuando las víctimas son atacadas por estos lobos disfrazados con piel de cordero, por estos meros demonios con cara de ángel... Por estos individuos e individuas que, tras una fachada de encanto irresistible, bonhomía, servicialidad, respeto altruista al otro, honorabilidad, honestidad, perfeccionismo, calidad humana y moral, esconden en verdad a despiadados y perversos monstruos sin alma (desalmados), sin conciencia moral, sin empatía emocional, sin sentimiento de culpa alguno y sin el más mínimo remordimiento cuando hacen sufrir a sus víctimas inocentes... En definitiva, retomando la pregunta inicial: ¿cómo no decretar ipso facto contacto cero con el abusador por el solo hecho de que este es tan cínico y despiadado con su víctima que, perpetrando contra esta toda la artillería o tecnologías del abuso (el silencio arbitrario, la injuria, la amenaza de agresión física e incluso de muerte, la calumnia, la luz de gas, el juego de la piedad, la triangulación, la autovictimización, la humillación, la cosificación, la devaluación, la infravaloración, la difamación, la manipulación, la mentira...), llegado el caso si es confrontado niega todo abuso? ¡ Habráse visto mayor desprecio hacia otra persona, mayor injusticia, mayor depravación moral! Insisto: ¡se sienten irrefrenablemente impelidos a humillar, ningunear y manipular al otro para sentirse ellos importantes, para contrarrestar la baja autoestima que experimentan! Por Dios.

Y no les sugieras que si es que ellos pretenden que nos creamos que no se equivocan nunca, si es que se consideran perfectos, intachables, impecables (conocemos que en su delirio de grandeza tal es lo que pretenden que los otros crean), ¡porque acabarán, como para no perder las "buenas costumbres", culpándote a ti de todo y exculpándose ellos de cualquier culpa o error!

En definitiva: en el fondo todo parte de un pavoroso complejo de inferioridad y de una bajísima autoestima. El trastornado trata de salvar ese complejo y esa baja autoestima a base de altas dosis de falso yo endiosado y delirios de grandeza.

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