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sábado, 4 de abril de 2020

"Giuseppe Moscati: el médico de los pobres"



Libre recreación de la vida y obras (y milagros he estado a punto de escribir) del ilustre médico, investigador y profesor universitario italiano Giuseppe Moscati (Benevento, Italia, 25 de julio de 1880; Nápoles, Italia, 12 de abril de 1927), en efecto "tan libre recreación" es esta cinta producida por la RAI que no pone suficientemente de manifiesto que el centro de la vida del doctor Moscati era la Santa Misa, la comunión y el Rosario diarios.


Salvo días en que no le fuera posible, imponderables de la humana existencia que afectan incluso a las personas mejores, Giuseppe Moscati inauguraba su jornada muy temprano participando en la Eucaristía. (Por cierto, al igual que el almirante Luis Carrero Blanco, asesinado por ETA en 1973: uno de los recuerdos más nebulosos y primeros que aún conservo del alborear de mi vida; almirante al que la propaganda marxista, separatista, izquierdista y demás, compuesta por indigentes mentales y morales, por auténticos malvados atenazados por el sectarismo ideológico y el odio, se encargó muy pronto de anatematizar: "que si fascista, facha, franquista, neofranquista...") Devoto mariano, imitar a Cristo en el rostro sufriente de tantos enfermos fue el centro de su existencia toda. De modo que una película sobre su vida en que esto no aparece ni siquiera sugerido...


Claro que puede sobreentenderse, en efecto, pues Giuseppe Moscati, el médico de los pobres, de Giacomo Campiotti (en el original italiano, Giuseppe Moscati: L'amore che guarisce), lo deja entrever, lo presupone, la da por supuesto en el espectador; vamos, que da por hecho que el espectador por su cuenta y riesgo debe llegar a la conclusión de que una vida tan ejemplarmente generosa, tan heroicamente santa como la del médico italiano Moscati, no puede entenderse sin esa entrega apasionada al seguimiento de Cristo y de su Iglesia, y a la consiguiente participación frecuente en los sacramentos. Con todo, yo al menos como cinéfilo tal vez de andar por casa sí que habría deseado que la película (realizada en 2007 como miniserie para la televisión italiana; estrenada en 2013 como película) hubiera puesto más de manifiesto este dato incuestionable de la biografía del santo italiano (beatificado por san Pablo VI y canonizado por san Juan Pablo II en 1987).EL AMOR POR EL PRÓJIMO Giuseppe Moscati – ICONO 2018


Pero bueno, a lo que íbamos: claro que este título no es comparable a dos obras maestras del cine de temática religiosa, también de la factoría italiana. Me refiero a Francisco, juglar de Dios, 1950, de Roberto Rossellini (Francesco, giullare di Dio, uno de mis títulos favoritos de toda la cinematografía italiana, en la cual por cierto hay docenas y docenas largas de películas realmente memorables), y a El evangelio según San Mateo, de Pier Paolo Pasolini, cinta del año 1964 (en original italiano, Il Vangelo secondo Matteo). No es comparable, pero esta que nos ocupa no es una película ñoña, cursi, afectada (ñoñez, cursilería y afectación son tres de las principales lacras o defectos por lo común atribuidos al cine de temática religiosa). De suerte que Giuseppe, el médico de los pobres se deja ver, engancha, entretiene, porque es muy probable que en efecto su ritmo narrativo sea ágil.


La película está bien ambientada, y ciertamente las secuencias en que aparece el mar están cargadas de emotividad y de simbolismo: el mar como compañero de juegos entre Moscati y Piromalo, el mar como remanso de paz al margen de la insalubridad de las anexas poblaciones conflictivas y miserables de los barrios españoles de Nápoles... 


Y al cuidado de la ambientación cabe añadir que hay no pocos momentos en que los diálogos resultan sumamente interesantes, ilustrativos. Claro que a mi modo de ver igual no está bien expuesta la evolución personal del amigo del alma de Moscati, el también médico Giorgio Piromalo. Este, por culpa o causa de muchos de los momentos de su vida de "vividor, de niño consentido perteneciente a la clase alta de la sociedad napolitana", devino en un hombre caprichoso, bastante desalmado, sin escrúpulos, tremendamente egoísta, crápula (se enamoró de una ramera, habitante de los insalubres barrios españoles de Nápoles, a la que luego de dejar embarazada abandona sin mayor remordimiento), no suficientemente leal a su amigo Moscati. Sin embargo, como sin solución de continuidad o sin que la narración cinematográfica de los hechos explicase con suficiente detalle esa evolución de Piromalo hacia unos hábitos de existencia más equilibradamente honrados, lo vemos enamorarse y enamorar a la princesa Elena Cajafa, el gran amor que al final no pudo ser de Moscati, y como que acaban viviendo felizmente casados.


Película religiosa, o lo que es lo mismo, edificante, nos presenta a la hermana de Giuseppe Moscati: Nina Moscati. Se quedó soltera. Esto es, mujer de misa, comunión y rosario diarios, se ocupó de atender a sus padres y a sus dos hermanos (uno de ellos, Alberto, fallecido muy joven tras sufrir una aparatosa caída de su caballo; desgracia familiar que afectó muchísimo a Giuseppe, con quien tanto quería el malogrado Alberto y...), mientras esperaba la llegada de un pretendiente, de un novio que finalmente nunca llegó, cosiendo día y noche para su ajuar una prenda infinita y que... Salta a la vista que así debió ser la existencia de muchas mujeres en la Europa aún católica: prepararse para un buen matrimonio, aspirar, como gran y a menudo único logro vital, a ser buenas esposas y madres. 


Desde luego, no voy a idealizar ese modelo de mujer o de sociedad; no se me ocurre afirmar que no hubiera deficiencias, carencias e injusticias en ese modelo de sociedad y de mujer; asimismo me parece formidable que haya mujeres jóvenes convencidamente católicas con la calidad literaria que atesoran María Vallejo Nájera o Mamen Sánchez, entre otras. Solo que sí que querría, frente al infame feminismo que ha degradado el genio y el ser de la mujer al máximo, reivindicar que mujeres como Nina Moscati, hijas de una sociedad que aún respiraba a Dios en el día a día (por culpa del feminismo precisamente, entre otras ideologías tóxicas y deshumanizantes, hoy día chapoteamos en la apostasía y en la guerra de sexos, España e Italia son un desierto demográfico, etcétera), al menos tuvieron claro que el sentido de la vida es vivir para el amor.


Sí: frente a un feminismo radical y supremacista que ha acabado con el pudor en la mujer, que fomenta sistemáticamente el crimen del aborto y la mentalidad antinatalista, que fomenta el libertinaje sexual, que fomenta el marxismo cultural y la luciferina ideología de género, que fomenta el rechazo y el odio al hombre como forma de trasladar la marxista lucha de clases a los sexos, me quedo con la intuición nuclear de mujeres como Nina Moscati: el sentido de la vida es amar, según nos enseñó también esa gran mística que fue santa Teresa de Lisieux, popularmente llamada Teresita del niño Jesús.


Giuseppe Moscati nunca se casó, ni tuvo hijos (tal vez muriera virgen). De hecho, en torno a la treintena recién cumplida de su vida ya había hecho promesa privada de celibato: se había casado con el ejercicio de la medicina, desde el cual los pobres tenían un lugar preeminente. En verdad consideró ser jesuita, solo que los superiores le hicieron ver que su sacerdocio debía seguir siendo con la medicina.


En Giuseppe Moscati, médico de los pobres, como sabemos libre recreación de la vida del santo italiano, los guionistas, entre los que se cuenta el propio realizador Giacomo Campiotti, incluyen el episodio de un noviazgo de nuestro protagonista con la bellísima Elena Cajafa, princesa italiana. Se conocen en una fiesta-presentación para la alta sociedad aristocrática napolitana. Se enamoran. Hay un propósito firme de casarse. Ella, Elena, en principio está dispuesta a aceptar la entrega incondicional de Moscati a la medicina, particularmente a los más pobres, a los más necesitados (muchos de estos, habitantes de los lugares más insalubres, delincuenciales y peligrosos de los barrios españoles de Nápoles). 


Sin embargo, poco a poco la cuerda se va tensando entre él y ella, entre la joven pareja en principio tan ilusionada; esto es, la dedicación de Giuseppe a sus enfermos le exige todo el tiempo, todo su esfuerzo, todo su dinero (acaba vendiendo muebles y otros objetos valiosos de la casa de sus padres en que su hermana y él viven, para así poder comprar medicinas y tratamientos para los enfermos más pobres). Hasta que se rompe: acaban anulando su compromiso, y es como si Elena le acabara reconociendo: "Yo no puedo seguirte, eres demasiado radical para mí, yo aspiro a una familia más convencional, más terrenal, no soy capaz de vivir ese heroísmo que tú sí".


Me viene a la mente un hecho de la vida de Guillermo Rovirosa, alma máter de la HOAC, católico ejemplar del movimiento obrero de inspiración cristiana, y actualmente en proceso de beatificación. Ya totalmente volcado Rovirosa en la promoción de militantes cristianos, un día se encuentra al llegar a su casa, de regreso de uno de aquellos innúmeros cursillos apostólicos, con una carta de despedida de su esposa (no habían tenido hijos): "Me voy, te dejo, no porque no te quiera, sino para no entorpecer tu entrega incondicional a los pobres y al movimiento obrero. No me busques, sería inútil." 


Se llamaba Catalina. Guillermo sí que la busca, llegó a conocer que debía haber ingresado en alguna congregación religiosa, mas nunca volvió a verla. Conozco testimonios, tanto de hombres como de mujeres, que me han sido confesados: ante la posibilidad del casamiento  -desde el "bien casarse, probablemente, como Dios manda", no desde el mero fornicar por fornicar, desde apasionamientos decantadamente mundanos-, como también experimentaban vocación al ministerio ordenado o a la consagración religiosa, finalmente acabaron optando por la vocación ministerial o religiosa porque sentían algo así como que "Dios los llamaba a algo más, a una entrega más plena, incondicional, exclusiva. A un amor con corazón indiviso".


"A un amar con un corazón de circo bullanguero", según atinada expresión del misionero claretiano, obispo y poeta Pedro Casaldàliga, ya nonagenario, quien a pesar de seguir equivocado en su posición de adalid de la teología de la liberación, no cabe duda de que a su manera es un místico de la contemplación y la lucha, un enamorado de Jesucristo, amén de un poeta estimable. Desde luego, exactamente esto que estamos considerando se pone de manifiesto en el desenlace final del noviazgo entre Giuseppe Moscati y la princesa Elena. 


Cierto o no cierto este hecho en la biografía del médico santo -más bien parece ficción cinematográfica, una licencia de los guionistas-, la que exponemos es la enseñanza espiritual o teológica extraíble de la separación final de la pareja: la incondicionalidad del amor del doctor Moscati hacia el heroico ejercicio de la medicina lo llevó a descubrir la grandeza de un celibato vivido como entrega exclusiva a Cristo a través de los enfermos.


En verdad, la propia doctrina y espiritualidad de la Iglesia reconoce que un matrimonio es camino de santidad. Como que es un sacramento. Y de hecho, en la Iglesia hay matrimonios santos: él esposo y ella esposa elevados a la gloria de los altares. Lo cual quiere decir que en ese descubrimiento de la castidad celibataria que se debió dar en hombres como Giuseppe Moscati no hay un desprecio a la sacramentalidad y santidad del matrimonio y sí más bien un descubrimiento personal (sin duda producto de la acción de la gracia del Espíritu) de una forma específica de seguimiento de Cristo, quien fue casto, célibe, obediente a la voluntad del Padre y pobre.


Tradicionalmente la Iglesia ha considerado que el estado de vida del célibe es superior o espiritualmente más elevado que el estado de vida de los casados, particular cuya profundización escapa a estas líneas. Comoquiera que sea, un tipo de sublimación del amor al alcance solamente de un puñado de elegidos, de locos enamorados de Cristo y de su Iglesia. Para mí, incluso superior al de otras personas que, desde la increencia, desde el ateísmo, desde una ética meramente prometeica, ejercieron de manera también muy generosa y solidaria la medicina, tal el caso del médico, humanista y anarquista andaluz Pedro Vallina, por ejemplo, quien murió ya nonagenario en el exilio mexicano. Comoquiera que sea hoy día, como hace un siglo en tiempos de Giuseppe Moscati, se hacen necesarios, para la nueva evangelización de este mundo paganizado a tope, radicalmente descristianizado, testimonios como el de Giuseppe Moscati. Y desde luego la película que nos ocupa es una manera entretenida de conocer de la vida de este gran hombre.  


Máxime ahora en que en España de manera especialmente virulenta estamos sufriendo la pandemia del coronavirus (al igual que en Italia, país hermano de España, latinos sus hijos como nosotros, y la patria natal de Moscati), a cuya extensión han contribuido criminalmente los felones ministros y demás politicastros y asesores de un Gobierno infame e infecto presidido por Pedro Sánchez, y vicepresidido nada menos que por Pablo Iglesias, siniestro personaje aupado al poder por narcodictaduras. 


Yo que estas líneas escribo y que también soy católico de misa, comunión y rosario diarios (¡cuánto anhelamos la Eucaristía, Dios santo, ayunos del maná del Cielo en este tiempo de cuarentena!), desde luego estoy muy lejos de la santidad de Giuseppe Moscati, a años luz de la misma, solo que me da por considerar ahora la felonía de Sánchez & cía, el ateísmo destilador de odios y guerracivilista de Pedro y Pablo (Sánchez e Iglesias, popularmente rebautizados como los Picapiedras), la falacia y la insustancialidad de Echeminga Dominga y el niño probeta Errejón... 


Farsantes, demagogos, trepas de la política, corruptos, nuevos ricos, enemigos de la unidad de España, enemigos de Dios y de su Iglesia, enemigos del bien común y de la justicia, enemigos de la civilización cristiana, caraduras de tomo y lomo, esbirros del Nuevo Orden Mundial, ¿qué ha tenido que pasar en nuestro país para que esta panda de individuos sin moral ni escrúpulos hayan alcanzado los altos cargos políticos que han alcanzado y los pingües niveles de vida que se gastan? ¿Por qué hemos caído tan bajo? ¿Por qué nos está ocurriendo esto, Dios mío? ¿Tan alejados de Ti estamos que justamente por ello hemos puesto las condiciones para que estos desalmados, que se ríen de nosotros delante de nuestras narices, nos estén gobernando hoy por hoy, es decir, llevando a la muerte y a la ruina?


En fin, siempre nos quedará el testimonio de hombres excepcionales como Giuseppe Moscati. Él comprendió heroica y santamente que el sentido de la vida es la imitación de Cristo, garantía o prenda para la vida eterna. Todos estamos tentados -yo el primero de todos-, más en este tiempo histórico de radical decadencia moral y espectacular injusticia, a buscar la lisonja, el éxito mundano, el enriquecimiento a toda costa, los placeres carnales... Y si sigue siendo cierto, hoy como ayer, como siempre, que el espíritu está pronto pero la carne es débil (Mt 26, 41b), tal vez en efecto hoy día, de manera especialmente virulenta nos asaltan las tentaciones mundanas (mundo, demonio, carne...), ¿el por qué no aspirar a hacer lo mismo que hacen estos desalmados? Muchos de los cuales, desde luego, en verdad no reúnen más méritos intelectuales y morales en sus trayectorias vitales que aquellos que les sirvieran para estar en la cola del paro.  


4 de abril, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.     

martes, 15 de mayo de 2018

"Los secularistas siempre andan diciendo"



El diecinueve de febrero del año dos mil diez, mi menda lerenda, bajo el seudónimo de Tomás de las Naves, discurrió: 

 
 
Esta tarde, en una publicación digital concitadora de la concurrencia, mayoritaria o principalmente, de los llamados católicos progresistas, juntamente con agnósticos, ateos y anticlericales viscerales, he leído que una forista plantea, muy reivindicativamente además, que el versículo Mt 18, 18 ("Yo les digo: 'Todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado, y todo lo que desaten en la tierra, el Cielo lo tendrá por desatado'") en verdad no es la encomendación del Señor a los Apóstoles -y en línea sucesora con ellos, los papas y obispos- del cometido de confirmar en la fe a los creyentes cristianos todos, sino que en realidad es una exhortación a que sea la comunidad toda la que exhorte en la fe a los hermanos en la misma fe.Resultado de imagen de gianna beretta molla

 
De piedra se queda uno, la verdad. Y eso que yo me considero vocacionado al comunitarismo, la democracia, la participación, los movimientos sociales... Pero creo que todo tiene un límite, y ese límite son los contornos que creemos precisos de la verdad, más allá del relativismo o de la opinionitis, tendencia esta, la opinionitis, casi enfermedad, a menudo enemiga de la verdad sólida y contrastada, autorizadamente confirmada.Resultado de imagen de gianna beretta molla

 
Pero claro, si la cosa llega hasta este nivel, a mí al menos no me extraña que desde dentro mismo de la Iglesia católica, algunas propuestas de moral sexual sean completamente parecidas a las que podría plantear y defender el PSOE, pongamos -y que de hecho defiende, todo sea dicho-, y bastante menos parecidas a las que plantearía alguien como, qué sé yo, santa Gianna Beretta Moya, pongamos.

 
Con todo, me gustaría proponer que los defensores de la legitimidad moral de las relaciones homosexuales, que tan belicosamente presentes se hacen en la bitácora de marras, explicaran, Biblia en mano (y Tradición y Magisterio muy presentes en el debate y en la investigación), capítulo a capítulo y versículo a versículo, cómo es que ahora esos milenarios textos que hasta hace nada al parecer decían "Diego" (es decir, condenaban la práctica de la homosexualidad: pecado nefando, sodomítico, contranatura...), ahora afirman "digo" (esto es, legitiman la práctica de la homosexualidad).

 
Además, tendrían que rastrear textos patrísticos, a la búsqueda y captura de documentos de los Santos Padres justificadores de la sexualidad homosexual. Y dar la voz a los santos y santas, a ver qué dijeron los tales, y qué dirían hoy.

 
 
Y al final de todo el periplo investigador o de documentación, ya hablamos.

 
 
21/05/2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social. 

viernes, 2 de septiembre de 2016

"Demolitio made in ecclesia"

A mi juicio -ni que reconocer que limitado y falible-, las Cáritas Diocesanas, responsables de llevar a buen puerto una muy encomiable labor asistencialista, según se encarga de cacarear la práctica totalidad de los medios de comunicación de masas cada vez menos católicos o ya nada católicos y sí descaradamente laicistas, empero ya no son católicas, o han venido a ser muy diluidamente católicas, y no hace falta ser tradicionalista o lefebvrista para darse cuenta de esto; me figuro que los católicos tradicionalistas podrían verlo más claro que yo mismo, que lo soy conciliar y que aún ando tratando de aprehender si en efecto hay tres etapas ideológicas en el filósofo Jacques Maritain: su etapa inicial ortodoxamente tomista, ortodoxamente católica; una segunda etapa, más crítica, heterodoxa, sensible a las exigencias y realidades de una nueva cristiandad basada en la pluralidad democrática; finalmente una tercera etapa en que, desencantado él propio Maritain de los malos frutos del postconcilio, habría intentado volver a su ortodoxia tomista inicial.


Como mucho, en las Cáritas Diocesanas puedes encontrarte un delicuescente humanismo teísta, por supuesto que francisquista o bergogliano, pero ¿católico?, más despacio. Porque si ya en gran parte no es católica ni la Iglesia que lleva su nombre como marca de origen e identidad... En las Cáritas Diocesanas te encuentras con facilidad a feministas proabortistas, a promarxistas, a activistas del lesbianismo, de la ideología de género y del feminismo radical, a secularistas ultraprogres y multiculturalistas, a ecopacifistas terracentristas de sensibilidad inmanentista-panteísta pero no creacionista católica, a antinatalistas por un tubo y similares, pero ¿a católicos entusiasmados con Jesucristo y con su Iglesia, fieles a la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio? Aun a riesgo de equivocarme, me malicio que se contaran con los dedos de la mano y aun sobraran dedos los que... Esto es: la ignominia de que corten buena parte del bacalao en la Iglesia apóstatas de la fe católica...    
 

Por la misma razón o regla de tres, no son católicos sus colegios diocesanos y sí más bien nidos de corrupción, nepotismo, tráfico de influencias y promoción de un falso catolicismo light: "A los tibios vomitaré de mi boca", dice el Señor.  De igual forma que ya la mayoría de escuelas, colegios católicos y profesorados de Religión católica para la escuela pública, de católico tienen el nombre y poco más, honrosas excepciones aparte, que hay, que tiene que haber, necesariamente, puesto que si no las hubiera sería señal de estar ya en el tiempo final apocalíptico absoluto y declarado. Y lo mismo sucede con las universidades católicas; y no digamos si son gestionadas por jesuitas, entonces ya es la repera marinera de la demolición progre-masona y mundana del catolicismo, pues no en balde la antaño gloriosa Compañía de Jesús tan ignaciana ella es hogaño uno de los principales nidos incubadores de termitas demoledoras de la Iglesia: si Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Francisco de Borja... Resultado de imagen de concilio vaticano ii
 

La Iglesia es martirial en el Próximo Oriente, ciertamente, pero en Europa -insistamos en que con todas las excepciones que se quieran, bendito sea Dios, también entre los jesuitas-, en todo Occidente especialmente, es Iglesia de la demolición ultraprogre, masónica, sionística, irenista, relativista y falsamente ecumenista. Y esto es así porque la Iglesia se ha dedicado, de manera particular en los últimos 50 años, a tratar de entenderse con el mundo, o sea, a mundanizarse ella, en vez de a santificar en Cristo el mundo, que es para lo que debiera estar la Iglesia. Para hacer de este mundo salvaje un mundo humano, y ya humano, hacerlo cristiano, como solía repetir el papa Pío XII: la caridad política. Resultado de imagen de george soros
 
Es ya la demolición cuesta abajo y sin frenos de la Iglesia. Por lo que no es ya el humo de Satanás colado por alguna rendija del templo de Dios el que ha penetrado en la Esposa de Cristo -temor este expresado por el beato papa Pablo VI en un celebrado discurso suyo a poco de clausurarse el Concilio Vaticano II-, es ya Satanás a lo bestia o con barra libre el que opera en su interior. Y tal vez como Satanás es sagazmente sabedor de que le queda poco tiempo, en medio de la aplastante apostasía imperante se dedica a engañar al mayor número de personas posibles, para la perdición eterna de tantas almas. A todo lo cual hay que sumar esto que reconoce el obispo Atanasio Schneider (auxiliar de la diócesis de Astaná, Kazajistán) , y se queda corto, a mi juicio -es de desear que obispos como Atanasio Schneider pudieran algún día ocupar la cátedra de Pedro y...-: "En nuestra Iglesia, hay clérigos y obispos que son traidores a la fe católica, traidores a Cristo. Y algunos de los tales ocupan altos cargos en la jerarquía eclesiástica".Resultado de imagen de archbishop marcel lefebvre
 
Sin duda: la masonería infiltrada en la Iglesia. La apostasía ya profetizada: "Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo", según la revelación de la Virgen de La Salette. O este profético pensamiento del eminente arzobispo norteamericano Fulton John Sheen, venerable siervo de Dios (1895/1979): "De la verdadera Iglesia surgirá una falsa Iglesia gobernada por un falso papa".Y a todo esto, el todopoderoso George Soros, uno de los amos del mundo a la sombra de la especulación financiera, tan contento de haber comprado el silencio de la jerarquía católica norteamericana, o de buena parte de ella, a base de pingües subvenciones a proyectos de justicia social y justicia racial ligados a grupos de la Iglesia en EUA, a condición, esto sí, de amordazar la doctrina católica provida contra el aborto, la homosexualidad, etcétera, proyectos en los cuales parece que la sintonía con el papa Francisco es también altamente satisfactoria para los intereses del magnate, especulador financiero, altruista, seguidor de K. Popper y juvenil hablante de esperanto George Soros, si bien no queda claro que igualmente lo sean para los intereses evangelizadores, doctrinales y pastorales de la Iglesia.


Apéndice (postdata): en verdad, ni las Sagradas Escrituras ni la Tradición permiten asociar a la mujer pecadora del Apocalipsis con la Iglesia, como llevan siglos predicando las sectas protestantes más belicosamente agresivas y fanáticas anticatólicas. Esta mentira que sigue siendo altavoceada por el odio a la única Iglesia verdadera por parte de las sectas protestantes, aparte de no tener fundamentación bíblica ni patrística alguna, es un monumental pecado contra el Espíritu de Dios. En todo caso, la gran ramera del Apocalipsis, la Babilonia impúdica donde todos los pecados, es la enemiga mortal de la Esposa de Cristo (cfr. Ef 5, 23-25), que es nuestra santa madre Iglesia. Lo que sí cabe desde el mismo Apocalipsis de Juan es tomar conciencia de la gravedad, en esta hora de rabiosa apostasía mundial, del estado de una Iglesia que en gran medida, precisamente por el pecado de muchos de sus hijos e hijas, es fornicaria con los poderes de este mundo, con los reyes de la tierra, postrada ante los ídolos del mundo y no ante Cristo su Señor. Y esta toma de conciencia llevarla a la vida desde la esperanza, pues el Apocalipsis joánico es un libro de esperanza cristiana. 
 
 
2 de septiembre, 2016. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, militante social, bloguero. 

miércoles, 2 de abril de 2014

"Luces y sombras de la Compañía de Jesús (II)"


M. Pilar:

Como en otras ocasiones de meses y meses hacia atrás -había decidido no opinar más en este portal, pues cada vez que opinaba se lanzaban a mi yugular con acusaciones ad hominen-, en esta me limito a expresar una opinión, equivocada o no, sin referirme a nadie en particular o en concreto, y obtengo lo de siempre: tirones de oreja, malas formas... (Con todo, nunca he dejado de agradecer que en esta revista digital me hayan dejado participar, si bien sospecho que más bien se me ha "tolerado", más que estimulado o valorado, pero bueno, da lo mismo).

Señora María del Pilar: en la Compañía de Jesús seguro que existen jesuitas maravillosos (en lo espiritual general, lo intelectual, lo específico católico, etcétera), solo que mi experiencia -la mía, no la suya- me informa de que la inmensa mayoría de las movidas jesuitas o jesuíticas que he tenido ocasión de conocer son secularistas, laicistas, o sea, mundanizantes; y si son mundanizantes, o sea, progres, no creo que puedan casar bien con la que debe ser, entiendo, la peculiar fidelidad de un buen católico: fidelidad al Evangelio, a la Tradición y al Magisterio.idem supra

La Tradición de la Iglesia siempre ha reconocido el alto valor de las familias numerosas: el esposo y la esposa que, libremente, de común acuerdo, deciden acoger el don de la vida como un don de Dios. Y yo lo deseo creer; por contra, la inmensa mayoría de las movidas jesuitas o jesuíticas que conozco, de tan progres que son, de tan laicistas o mundanizantes, esto lo pasan por alto, me parece; si no es así, mis disculpas.

Señor H. Cadarso, ¿de dónde saca usted que yo defiendo una Iglesia de ricos, poderosa, de derechas, o no sé qué que usted parece insinuar? Que la Iglesia católica está en crisis por mundanizada (o sea, laicismo o progresismo a mansalva, por un tubo), por hipócrita (esto es, porque muchos de sus hijos e hijas despliegan una actitud hipócrita, igual yo entre ellos), por autoritaria y por nepotista, es algo tan obvio que huelgan más comentarios explicativos al respecto, me parece. 

Y nada más. Buena tarde de sábado.

2 de abril, 2014. Luis Henríquez: profesor de humanidades, escritor, bloguero, militante social.

martes, 1 de abril de 2014

"Directa al cielo"

Directa al cielo…

Frente a tanta mediocridad presente en las comunidades católicas de la Iglesia que peregrina por Europa, en las que se ha instalado la mentalidad antinatalista a lo bestia: ni los seglares que en lo profesional viven de la Iglesia predican con el ejemplo, y las autoridades eclesiásticas como mirando para otro lado, como si la cosa no fuera con ellas; o despreciando a ingenuos idealistas como servidor, que es lo que han hecho eclesiásticos hipócritas y mediocres de la talla de monseñor Cases Andreu, o el vicario Hipólito Cabrera, responsables, por activa y por pasiva, de la atmósfera de mediocridad y de mundanización-burocratización imperantes en la Diócesis de Canarias... Frente a tanta mediocridad instalada en las comunidades católicas en Europa, quería decir (el facilismo y la burocratización imperan a lo bestia ya) un testimonio excepcional como el de la joven norteamericana Elisabeth Joice...santidad, testimonio, Xristo 

Sepámoslo: se negó a recibir tratamiento contra un cáncer que padecía, por no dañar a la criatura que llevaba en su vientre. Y lo ha pagado con su vida, el pasado nueve de marzo de este corriente 2014, día en que falleció. De haber decidido recibir tratamiento médico contra ese mortal tumor no habría pecado, desde el punto de vista de la moral católica, incluso con el riesgo de dañar al bebé que llevaba en las entrañas, porque el suyo no habría sido un aborto directo; empero, ella prefirió dar la vida por la criatura que llevaba en su seno. 

Haciendo vida en ella las palabras del Maestro: "No hay mejor maestro que el que da la vida por los amigos...". Y en todo caso, qué distinta esa decisión de la joven Elisabeth Joice a todo el falso socialismo de políticas feministas como Elena Valenciano y resto de burócratas progres de la politiquería y demás familia.

Sin embargo, pese a testimonios como el citado, la Iglesia católica sigue enferma por mundanizada, nepotista, incoherente, autoritaria e hipócrita. Y yo, que soy "capaz" de hacerme eco de este tipo de noticias, según el parecer del obispo de mi diócesis de origen no merezco ni ser recibido, escuchado, valorado, tenido en cuenta... 

Yo, sí, que llevo 25 años cultivando, desde mi ser pecador, desde mi inevitable modestia, una espiritualidad de conversión o militante en fidelidad al Magisterio, la Tradición y el Evangelio, a través de diversas organizaciones pero especialmente a través del Movimiento Cultural Cristiano, el Instituto Emmanuel Mounier y Acción Cultural Cristiana; a mí, desde luego, que tengo cierta formación interdisciplinar (literatura, filosofía, arte, cine, historia del movimiento obrero, personalismo comunitario, filología, teología...); a mí, sin duda, que cuento con experiencia docente; a mí, pobrecillo ingenuo que apostó fuerte cuando ingresó en el Seminario Diocesano de Canarias, renunciando a un trabajo; a mí, idealista que sigue creyendo en la necesidad de fidelidad al Evangelio, la Tradición y el Magisterio en la creación de una familia cristiana militante: amor, fidelidad, apoyo mutuo, lealtad, compromiso solidario de la familia como iglesia doméstica, espiritualidad conyugal, apertura generosa a la vida, que significa aceptar que Dios pueda conceder no solo 2 hijos -que es lo que hoy día hace casi todo el mundo, conformarse, tecnoburócratas enchufados eclesiales incluidos-...   

Lógico, por lo demás, que suceda todo esto en la Iglesia: el Demonio ha entrado a saco en ella, a lo bestia, y por ende parece todo como manga por hombro, como un calcetín vuelto del revés, como un árbol con las hojas enterradas y las raíces al aire: nepotistas, burócratas, arribistas, mundanizantes, antinatalistas y demás familia ocupan casi todos los puestos eclesiales, mundanizando a tope la Iglesia. (Pero ya te llegará tu hora, monseñor Cases Andreu, tú tranquilo, hermano, y ya darás cuenta a Dios de todas tus movidas de antiprofético consentidor de eclesiales mediocridades, y de redomado hipócrita que eres, porque tú sabes o debes saber que a ti, que eres obispo, nada menos, Dios te exigirá más, por haberte dado, se entiende, más talentos, y mucha mayor responsabilidad eclesial).

De modo que testimonios santos como el de la joven madre Elisabeth Joice salvan a la Iglesia de su soporífera mediocridad. Y de paso me consuelan a mí mismo: ya he dicho hasta el hartazgo propio y de mis lectores que hipócritas de la talla del obispo Cases Andreu y del vicario Hipólito Cabrera (me consta, creo, que no pocos en la Diócesis piensan esto mismo de tales personajes, pero pasan de decirlo en público, se lo callan) han pasado miserablemente de mí, en tanto enchufan en la Diócesis a seglares que no le llegan a uno ni a la suela de los zapatos en formación humanística, sensibilidad, compromiso militante... Solo que si no fuese por lo que me han despreciado estos tan distinguidos sujetos, igual ni me ocupara de ellos: como suele repetir mi amigo A.P., "son tan mala gente, tan hipócrita, que uno siente a menudo la tentación de concluir con que no merece la pena ni perder el tiempo en ocuparse de ellos"... 

Solo que también, amigo A.P, estos eclesiásticos a menudo engañados por el Maligno, demoledores y mundanizantes de la doctrina católica, son hijos de Dios, y según el Evangelio debemos perdonar las ofensas, el mal que se nos hace, y rezar por los que nos quieren mal y nos persiguen... Está claro que son mediocres, hipócritas, que no promueven militancia cristiana y sí mentalidad funcionarial mundanizada, como buenos mundanizantes que son pero..., pero el perdón que nos pide Cristo Jesús... "Empresa" que a mí particularmente me cuesta sangre, sudor y lágrimas, pero que he de afrontar, porque Cristo, que es Dios, nos pide que lo hagamos, nos pide que perdonemos setenta veces siete... 

Setenta veces siete, sí, desde la conciencia de mi ser pecador que contribuye, con sus pecados, con su mal ejemplo de vida, a afear el rostro de la Iglesia; solo que también desde la sospecha (más que sospecha en verdad) de que ese rostro de la Esposa del Esposo lo afean especialmente los pastores que no ejercen de pastores... 

En fin: Dios es el OjO.

1 de abril, 2014. Luis Henríquez: profesor de humanidades, escritor, bloguero, militante social.