domingo, 18 de enero de 2015

"Ahora tu voz, Pedro, desde (Las) Filipinas"

Muy cierto lo que enseña el papa Francisco en este discurso a las familias, en su actual visita pastoral a Filipinas, en estos días de mediados de enero de 2015. Sin embargo, a menudo sucede que desde la propia Iglesia se oscurece, cuando no pervierte, toda la resplandeciente verdad católica sobre la familia. Porque en las comunidades católicas de todo el mundo, especialmente empero en la vieja y descristianizada Europa, también se aceptan los nuevos aires de la mentalidad neoburguesa, hedonista, utilitarista, antinatalista.

¿Que no? He conocido casos de docentes de Religión católica en la escuela pública y educadores de la escuela católica que vivían “amancebados” y sin descendencia. Y a toda clase de “enchufados” eclesiales, excuras activamente gays incluidos, tibios, aburguesados y meros burócratas.

La mediocridad anticonversa y antimilitante instalada en la Iglesia. De manera que ante esta realidad uno no tiene más remedio que plantearse: ¿De qué vale en esta Iglesia tratar de ser discípulo de Cristo desde la fidelidad al Evangelio, la Tradición y el Magisterio si tenemos unas comunidades cristianas, unas escuelas católicas, unos cuerpos de profesores de Religión católica en la escuela pública, unos profesores y profesoras de facultades teológicas, unos técnicos adscritos a centros culturales confesionales (jesuitas, diocesanos, paúles, salesianos...) en que abundan los burócratas antimilitantes, los meros enchufados, los herejes y los apóstatas, los laicistas, los arribistas, los carreristas, los tibios, los antinatalistas, las feministas proabortistas, los mediocres políticamente correctos?

Yo alucino con todo esto que pasa en la Iglesia. Porque además ya conozco lo que suelen endilgarme o encasquetarme algunos: tú dices todo esto que crees que más bien denuncias proféticamente, por odio y resentimiento contra ciertos eclesiásticos y ciertas actuaciones de estos para contigo que tú reputas como injustas y muy perjudiciales para tu vida y tus intereses, y también por envidia y por fanatismo integrista, y porque encima te dedicas a juzgar al prójimo.

Ya, en fin, qué se le va a hacer, tan malo que es uno. Mas ¿qué dirían esos tales si en vez de estar donde están en la Iglesia, ocupando incluso cargos relevantes en sanidad, educación o servicios sociales, estuviesen formando cola en el pelotón de los despreciados y descartados por las mismas gentes eclesiales que a ellos los han aupado al lugar en el que están? 


Y luego es que entre todos estos que lo acusan a uno, salvo honrosas y muy excepcionales excepciones es que no te encuentras una familia militante abierta con generosidad a la vida ni en sueños, ni te encuentras verdadera experiencia de kénosis entre las víctimas de la marginación, entre los pobres, entre los parados, ni por supuesto abundancia de compromiso militante en fidelidad al Evangelio, la Tradición y el Magisterio... Pero claro, luego el malo de la película sigue siendo uno, que por odio, resentimiento y envidia denuncia toda esta situación tan lamentable en la Iglesia

En fin -repito-, qué se le va a hacer, seguramente más se perdió en Cuba. 


18 de enero, 2015. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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