"Como hace 2.000 años..."
Como ya se me ha llamado de nuevo la atención por la largura de mis comentarios, intentaré en este ser breve (Infocatólica: 28/10/2009), o siquiera más breve; de no conseguirlo, ruego disculpas una vez más.
Desde el fondo de mi interior,
desde el sagrario de mi conciencia, siento que estoy en contra del aborto: me
sigue pareciendo un acto de tremenda violencia contra la vida del nasciturus y
de la madre misma, el aborto provocado. En esto, y por lo demás en todo, deseo ser hijo fiel de la Iglesia, que lleva 2.000 años defendiendo la vida contra el aborto.
Sin embargo, no llamaría niños o niñas a esas criaturas, las llamaría embriones, fetos, nasciturus o como sea lo propio según la gestación. Y para mí como que da igual que sea así, pues el hecho de no llamarlos niños o niñas en modo alguno me lleva a justificar el acabar con sus vidas, por más que reconozco, qué duda cabe, que existe la estrategia de no llamar a las cosas por su nombre para así restar importancia o gravedad a un asunto: llamar al aborto interrupción voluntaria del embarazo, por ejemplo, es uno de los más exitosos y socorridos.
Sin embargo, no llamaría niños o niñas a esas criaturas, las llamaría embriones, fetos, nasciturus o como sea lo propio según la gestación. Y para mí como que da igual que sea así, pues el hecho de no llamarlos niños o niñas en modo alguno me lleva a justificar el acabar con sus vidas, por más que reconozco, qué duda cabe, que existe la estrategia de no llamar a las cosas por su nombre para así restar importancia o gravedad a un asunto: llamar al aborto interrupción voluntaria del embarazo, por ejemplo, es uno de los más exitosos y socorridos.
Por otro lado, es meridianamente obvio que mayoritariamente es la
derecha política, social y cultural la que defiende la vida del nasciturus. En esto
insisten mucho las críticas de la progresía. Sin embargo, dos cosas: el que sea
así, en efecto una defensa numantina de la derecha, no deslegitima la plena razón de ser
de esa lucha; y dos, lo que más bien revela es que en grandísima medida la
progresía es ajena a un verdadero pensamiento de izquierdas, éticamente
liberador, pues no en vano la razón de ser de la izquierda debería ser la
defensa de la vida del débil, del empobrecido, del marginado (y el feto o nasciturus es un ser vivo humano indefenso).
Por otra parte,
la progresía no ha dicho ni pío -ni lo dirá: no le interesa en absoluto hacerse
eco de ello- sobre que determinados grupos de izquierdas, minoritarios pero
reales, se vienen manifestando desde hace años, lustros, contrarios al aborto.
Esos grupos católicos son en general inmensamente más solidarios y militantes
que los grupos de la progresía, que en general no pasan de movidas como Pobreza
Cero y Objetivos del Milenio, plataformas y movidas que aglutinan, a la vez que a
muchas personas generosas y bienintencionadas, a aprovechados politiqueros
(Pedro Zerolo, Bibiana Aído, Leire Pajín y compañía) que militan en partidos políticos que
contribuyen directamente al aumento de la desigualdad Norte-Sur. Y como para
buen entendedor no hacen falta...
En fin, que ya se sabe a qué partidos y
sindicatos queremos referirnos.
23 de mayo, 2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
Con todo, usted puede ver que he tratado de no faltarle al respeto debido a un señor que es príncipe de la Iglesia y, para no pocas voces católicas bien cualificadas, eminente teólogo; para otros, en cambio, usted lo sabe bien, Leonardo Boff, es un apóstata y un hereje el cardenal Walter Kasper. Para el papa Francisco, sin ir más lejos (más alto), Walter Kasper pasa por ser un teólogo que hace teología "de rodillas". Pero cuyas propuestas, que se van a discutir en este próximo Sínodo de la Familia, sobre la legitimación de la posibilidad pastoral de que comulguen los fieles católicos divorciados vueltos a casar, me figuro que dadas algunas condiciones que desconozco, no la termino de entender. Por la principal razón de que no entiendo qué es para el cardenal Kasper estrictamente doctrina revelada sobre la indisolubilidad del matrimonio cristiano -la cual ni el Papa puede cambiar, ni un sínodo de obispos, nadie; y esto lo reconoce el propio Kasper- y qué sería disciplina, que al parecer sí sería reformable y, al fin y al cabo, habría de ser la llave que permitiría la comunión eucarística sacramental y no meramente espiritual a las personas divorciadas vueltas a casar.
Nota aclaratoria: al parecer, no se trata del verdadero Leonardo Boff, aclamado y a la vez controvertido teólogo brasileño de la Teología de la Liberación, ahora más bien centrado en la reflexión ética sobre la ecología, el medio ambiente y disciplinas afines; Leonardo Boff aquí sería el alias de un señor que asegura no ser el famoso teólogo y que empero considera adecuado hacer uso, como alias, del nombre, además muy universalmente conocido, de esa otra persona brasileña. Esto al menos es lo que me aseguró a mí en su momento: cierta vez en que me dirigí a él, tuteándolo, en la bitácora que nos convoca. Sin embargo, en esta web o bitácora que nos concita, hay foristas que sospechan que quien opina como Leonardo Boff no es alguien parepetado tras ese ilustre alias sino que es en efecto el sobradamente conocido teólogo brasileño. Porque además, el Leonardo Boff de La cigüeña de la torre a veces facilita enlaces a textos del propio teólogo Leonardo, casi todos aparecidos en Atrio, y traducidos al español. Atrio es un portal que conozco bastante bien, me parece, y en el que opiné durante algunos años: cientos de comentarios míos en un portal que está en las antípodas ideológicas, teológicas y eclesiológicas de La cigüeña de la torre.
5 de octubre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.