lunes, 13 de julio de 2020


Un par de preguntas: qué pasa cuando la víctima del psicópata o del narcisista maligno no es su pareja sino un hermano, primo, amigo, pariente...¿En tales casos también tiene tendencia a volver para seguir "vampirizando" a su víctima? En los casos de violencia psicológica, los compinches del maltrator (las personas que él manipula a su favor en contra de la víctima, esto es, sus cómplices, sus monos voladores) ¿es indudable que son muy culpables de todo el daño y sufrimiento que causa a la víctima inocente la violencia ejercida por el psicópata o el narcisista maligno? Y otra, que más que pregunta es una muy amarga constatación. Conozco varios episodios de violencia psicológica. En todos los casos que conozco, el abusador de marras echa mano de absolutamente todas las tecnologías propias de la agresión psicológica (hacer el vacío, la luz de gas, el juego de la piedad o victimización, la cosificación, la humillación, el desprecio, la difamación, la infravaloración de su víctima, la calumnia, la manipulación de la realidad, la tergiversación de la verdad, el acoso, la intimidación, la amenaza...). Sin embargo, el maltratador niega rotundamente el maltrato que perpetra. Lo niegaq en todos los casos que conozco. Entonces, una actitud tan perversamente cínica, tan dañina de la psique de la víctima, tan degradantemente inhumana, ¿va a quedar impune para siempre? ¿El maltratador se saldrá finalmente con la suya? ¿Nunca acabará pagando por todo el daño que hace durante toda su vida? Desde luego, expertos y víctimas de tales monstruos, sensibles y cultivadores de lo espiritual o religioso, sostienen que sí que "pagarán" por todo el mal que hacen. Porque en verdad más allá de las apariencias, más allá de su delirio de grandeza, allende su falso ego endiosado, se trata de seres muy desgraciados, muy vacíos por dentro (nula o muy pobre vida interior), corroídos por la envidia. Pero además señalan que una persona que llegue así al final de su vida sin haberse nunca jamás arrepentido de sus actos, de todo el daño y sufrimiento causado, ¿cómo se va a excusar ante Dios? Ni jugamos a ser Dios ni queremos juzgar y mucho menos condenar al psicópata o al narcisita maligno, porque en todo caso son tales trastornados los que se van autodestruyendo, día a día, a pulso, por méritos propios ("el bien nos construye; el mal nos destruye", que diría san Juan Pablo II). Y porque además, los que somos creyentes religiosos no nos debiéramos sentir "ya salvados", ni modo, para nada, y sí más bien exhortados por el mismísmo Dios, a quien confesamos amar, a cumplir su voluntad para ir garantizando nuestra salvación.

luis alberto henríquez lorenzo
El "oscuro secreto del narcisista" es todo lo que usted dice, D. Antonio de Andrés, en esta nueva entrega en vídeo suyo a través de su canal (entrega titulada "El oscuro secreto del narcisista", como acabamos de adelantar). Magistralmente nos lo enseña. Y yo añadiría que de manera entrañable: usted es ya un hombre y un psicólogo veterano (ojo, no le estoy llamando viejo, jejeje). Pero es sobre todo su agenda oculta, esto es, la maldad, ese "oscuro secreto del narcisista". La maldad, sí, el propósoto de hacer daño a sus presas. Porque dañando y empequeñeciendo a los demás es como se siente superior y especial este ser verdaderamente trastornado. ¡Alguien que en el fondo experimenta tanto complejo de inferioridad que necesita humillar e infravalorar al otro para darse bombo y platillo! En fin, ya lo he reconocido: es lo que usted señala. Esto es, la envidia patológica y el ansia de controlar el poder son el binomio, la matriz del trastorno del narcisista perverso y del psicópata integrado. Pero si se le pudiera despojar de su poder intimidador, de su violencia, de su odio, del "miedo" que mete en el cuerpo y el espíritu de sus víctimas. quedaría reducido a un pelele, a un muñeco de trapo, a una piltrafa humana sin conciencia moral, sin empatía alguna, sin sentimiento de culpa. "Gravemente trastornados, son tan descaradamente vanidosos que pese a ese su grave trastorno van por el mundo "perdonando la vida" a la gente, al común de los mortales. "Cuando alguien se queda sin argumentos, echa mano de sus puños" (Hegel 'dixit'). Pues así van por la vida los psicópatas integrados y los narcisistas malignos. Se sienten superiores desde su falso ego grandioso, desde su odiosa prepotencia, porque acojonan a sus víctimas, las amenazan, las humillan, las cosifican, las desprecian, las infravaloran... No aportan en verdad ni una sola razón de peso, ni un solo argumento cuando "se rebajan" a dialogar con sus desgraciadas víctimas -siempre inocentes , que quede claro-. Diálogo que, como sobradamente conocemos, no es tal, sino una trampa con que salirse con la suya. Una trampa o coartada para el engrandecimiento de su ego y su voluntad manipuladora. Y para la consiguiente humillación, infravaloración, cosificación y desprecio de las víctimas. Vaya personajes. Tenebrosamente vacíos en su nula vida interior, vampirizan emocionalmente al otro y encima juegan a hacerse las víctimas de sus víctimas

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