sábado, 2 de junio de 2018

"Amor de madre (mundo perruno)"
 
 
 
 

Varios artículos de mi autoría, en su momento publicados en bitácoras de Internet y de manera permanente subidos a mi propio blog, exponen bien a las claras mis reservas y mis distancias con respecto al movimiento animalista. Sin embargo, una cosa es no identificarse uno con los postulados de la ideología animalista, siendo que uno ni siquiera es vegetariano, y otra bien distinta -o esto supongo- es no estremecerse, emocionarse y por supuesto indignarse ante noticias como esta leída por mí en una publicación digital. Veamos: 
 
 
<<Cala es toda una madraza. Estuvo horas ladrando y llorando junto a un contenedor de basura y cuando los vecinos fueron a mirar qué ocurría, se encontraron con la sorpresa: sus 5 cachorritos en una bolsa de plástico. Alguien los había tirado allí y la madre no quiso separarse de ellos.
Cuando los tuvo junto a ella, Cala comenzó a atenderlos. Los amamantó, los dio calor y los lavó cuidadosamente. Ha logrado que dos de los cachorros se salven, pero tres han muerto.
Un vecino de Poio (Pontevedra) está siendo investigado por un presunto delito de maltrato animal>>.Resultado de imagen de perra cachorritos
 
 
Desde luego, no es mi intención juzgar sumarísimamente al autor de esta acción, toda vez además que ignoro completamente las circunstancias que rodean el caso. Ignoro asimismo o en última instancia la intención de quien abandonó a esos cachorritos en un contenedor de basura. Porque además puede haber eximentes, causas que expliquen en alguna medida tal tal hecho que, de una primera impresión, nos parece indigno de que lo haga una persona.
 
 
Indigno de que lo haga una persona, sí, sin duda, aunque todo en esta historia nos haga suponer culpabilidad dolosa por parte del individuo o individua responsables. Y si en efecto, como nos tememos la persona que abandonó los cachorros en un contenedor de basura "a la vista" de la mamá perrita lo hizo con "premeditación y alevosía", ¡qué falta de humanidad la de tal persona!, ¡qué falta de personeidad!Resultado de imagen de perra con sus cachorros
 
 
En efecto: al menos a mi juicio, los animales no son propiamente sujetos de derechos ni de deberes, como que no son sujetos morales, pero desde luego, sí que merecen respeto, merecen no ser tratados como simples cosas, como objetos de usar y tirar, ¡pues son seres vivos, criaturas de Dios, tienen un aliento de ánima, como se atrevió en su momento a señalar el papa san Juan Pablo II! Más allá de la cuestión disputada sobre el alcance y la conciencia del animal ante la realidad del sufrimiento en sus carnes o en carne propia, lo cierto es que un hecho como este clama al cielo. ¡Por Dios, ni que no hubiera maneras más humanas de no responsabilizarse del parto al parecer no deseado de una perrita!
 
 
Este episodio me ha hecho acordarme del inmortal Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez. En esta obra maestra de prosa poética que siempre agradeceremos al genio del llamado andaluz universal, el autor de La estación total describe el caso de una suerte de curandera o similar que recetara caldo cocinado con carne de cachorritos de perra recién parida, para procurar la cura de un niño enfermo. El poeta pone el dedo en la llaga sobre las ideas supersticiosas e infundadas que pueden llevar a este tipo de prácticas no precisamente corroboradas por la ciencia médica. Y lo hace guiñando un ojo a la perrita, a la que dispensa palabras llenas de ternura, perrita que al final no es separada de sus cachorritos.
 
 
Pues bien: me imagino ahora el contento de la perrita cuyos cinco cachorros fueron a parar al contenedor, por más que finalmente solo sobrevivieran dos de los cinco paridos. Y me lo imagino porque una vez yo mismo fui testigo del siguiente episodio. Hacía yo un servicio de voluntariado por prestación social sustitutoria al  servicio militar, en una protectora de perros y gatos. Un día llega una muchacha, muy guapa, no se me ha borrado su imagen del todo, preguntando por un perro suyo, pequeño que era y que se le había extraviado. Por más detalles que daba del animal, yo ni idea. Pero total, que nos fuimos a una zona del albergue reservada a perros recién llegados. Nada más entrar -también recuerdo esto con sorprendente claridad-, ella, que aún no había llamado a su perro, empieza a escuchar unos ladridos que en principio principian a resultarles familiares. La joven mujer se inquieta, se llena como de expectación... Pasan unos segundos, en que la chica solo habla conmigo, sigue sin llamar a su perro, y caminamos, damos unos pasos. ¡Y antes casi de que la joven pudiera ni pronunciar, entre jubilosa y sorprendida, el nombre de su perro, este que comienza a dar brincos de alegría, una alegría que no le cabía en su cuerpo!
 
 

Ella lo dejó subir a su regazo y el perro... Bueno, se pueden imaginar el resto. El animalito la había olido y escuchado antes de que ella su dueña, la jefaza de la manada, siquiera pronunciara su nombre al entrar en mi compañía el pabellón de los perros recién recibidos por abandono o lo que fuera. Pasada.
 
 


2 de junio, 2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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