“De
progres
y de regres
(en la Iglesia católica)”
Preliminares
Ahora
que quiero ocuparme de arriesgar mi propia versión del incidente
pródigo en exabruptos que, contra el bloguero católico Luis
Fernando Pérez Bustamante (director de la web
Infocatólica), ha
protagonizado el dúo de EsRadio conformado por Federico Jiménez
Losantos (periodista, escritor brillante, comunicador de
característico estilo “agresivo, quevedesco”, liberal agnóstico)
y por César Vidal (historiador, novelista, periodista,
pensador-investigador cristiano, liberal protestante), me acuerdo del
genio cinematográfico de Elia Kazan. Para tratar de ilustrar con la
opinión que tengo del cine y de la personalidad del magistral
director de clásicos como Al
este del edén,
Esplendor en la
hierba, América,
América, Un
tranvía llamado deseo, La ley del silencio, ¡Viva Zapata!, o Baby
Doll, lo
que pienso del incidente ocurrido entre los señores que he citado, y
aun lo que me permito pensar de cada uno de los tres.
Sin
Elia Kazan, el sistema del Actors Studio no habría sido lo que ha
sido y es para la historia del cine, sobre todo en Occidente; de
hecho, el director de origen griego pero nacido en Turquía y
emigrante muy joven a los Estados Unidos (precisamente el drama de la
emigración queda magistralmente reflejado en su muy celebrada
América,
América,
película del año 1963), funda el Actors Studio en el año 1947,
sobre la base interpretativa teórica del ruso Konstantin
Stanislavski. Sin Elia Kazan, Marlon Brando muy probablemente sería
estimado de otra manera: el maestro griego lo encumbró en títulos
hoy míticos como Un
tranvía llamado deseo, ¡Viva Zapata!, La ley del silencio.
Y
sin embargo Elia Kazan (actor, director de teatro reconocido,
director de cine internacionalmente aclamado, y finalmente escritor
no poco meritorio, todo ello a lo largo de casi 94 años de vida) es
también el delator de compañeros cineastas ante el comité de
actividades antiamericanas durante la “caza de brujas” emprendida
por McCarthy. Ese “irse de la lengua” ensombrece la altura moral
de su vida, o puede que lo haga, pero no empaña la genialidad de su
cine. Muy al contrario: luego de haber perpetrado esa delación o
traición a algunos que habían sido compañeros e íntimos suyos en
el mundo del cine en Hollywood, Kazan defiende su actuación con una
obra maestra incontestable: La
ley del silencio, ambientada
en las luchas portuarias de los muelles de Nueva York.
Pues
bien, aquí es adonde yo quería llegar, o todo este preámbulo para
arribar a esta obviedad, a este lugar común: al igual que el genial
cineasta Elia Kazan protagonizó uno de los peores episodios de su
vida con su rol o papel de delator de sus compañeros del mundillo
del cine, durante la caza de brujas decretada en USA por el senador
McCarthy, el muy culto y bien informado Federico Jiménez Losantos y
el también muy culto y bien informado César Vidal han metido la
gamba hasta el fondo por haber insultado, y de qué malos modos, tan
barriobajeros, al director de Infocatólica.
Han disparado contra Luis Fernando Pérez con balas del calibre de
“hijo de puta”, “gandul”, “irredento aprovechado y
desagradecido”, y han referido que la mujer de Luis Fernando, con
la que este tiene tres hijos, es una “alcohólica”.
Ya
no escucho EsRadio ni leo a César Vidal; con todo, cuando me ha
interesado leerlos y escucharlos, lo he hecho sin ningún problema,
sin ningún prejuicio “progre”. Porque la verdad es la verdad, la
diga Agamenón o su porquero, es decir, suele estar más allá de
siglas, de nomenclaturas, de izquierdismos y derechismos. O lo que es
lo mismo: los múltiples y a menudo equívocos “rostros” de la
verdad se encuentran dispersos, diseminados aquí y allá.
De
la misma manera que no me he hecho un mal concepto del veterano
político de izquierdas Pablo Castellano, por causa de su
participación frecuente en un programa como El
gato al agua,
de la muy de derechas Intereconomía. Y lo mismo con respecto al
agraviado Luis Fernando Pérez: su labor al frente de Infocatólica
no tiene reparos en estimarla un teólogo tan bien formado e
informado como Xabier Pikaza, que empero en no pocas posiciones
teológicas y eclesiológicas está muy distante de las posiciones de
Luis Fernando Pérez... y de las mías también, si bien yo no me
considero tan “antiprogresista” como Luis Fernando Pérez
Bustamante, en absoluto (ahí está, para botón de muestra, mi
participación, en los últimos años, en Atrio,
con mi nombre o con seudónimos, con más de 200 intervenciones en
forma de comentarios como forista), ni como otros tantos de esa web
llamada Infocatólica,
por muy benemérita que esta sea -particular que no dudo-, por la
principal razón de que a menudo esos tales defienden tesis tan
conservadoras, tan de derechas, que resulta muy arduo, al menos para
mí, discernir esas razones políticas y económicas derechosas de lo
propiamente doctrinal católico. Y porque, tal vez como consecuencia
inevitable de lo anterior, hay una clara tendencia a machacar
todo lo que provenga del pensamiento tradicionalmente ligado a las
izquierdas, en nombre de defender siempre a la Iglesia católica, la
cual ha de ser defendida, ciertamente, pero también puesta en solfa
en todo lo que tiene de incoherente con respecto al Evangelio; en
todo lo que alberga de hipócrita, de mezquino, de marrullero.
De
manera que así las cosas, subo a mi blog un artículo que escribí
hace algunos meses y que aparecerá, creo, en el número de este año
de la revista La
Cantonera,
órgano de expresión de la Tertulia Pedro Marcelino Quintana, de
Arucas, Gran Canaria.
Meollo
del artículo
Con su
sapiencia teológica habitual, desconcertante en una persona de
formación intelectual preferentemente autodidacta, y su celo
doctrinal característico, diríase que singular (”El celo de tu
casa me devora”, podría repetir Luis Fernando Pérez Bustamante
con Juan 2,17b), el bloguero y director de Infocatólica
alinea a la conocida religiosa y teóloga Dolores Aleixandre, rscj,
en la línea del progresismo católico. Lo hace en su artículo “El
sueño circular y la primavera creativa y alegre”(web citada:
22-3-2012). Para el veterano bloguero Luis Fernando (veterano a pesar
de su juventud) y, en general, para todos los blogueros de
Infocatólica,
el progresismo católico es la causa principal de la secularización
interna de la Iglesia católica.
Por
mi parte, sin negar la oportunidad y todo el acierto de no pocas de
sus opiniones -a decir verdad, no con todo lo que plantea Luis
Fernando comulgo, tampoco con aspectos de su tono expositivo, ni con
todo lo que se dice en Infocatólica,
página benemérita, muy probablemente, pero también muy golosa para
fieles católicos muy conservadores-, me permitiré aventurar algunas
consideraciones, al calor o a la luz del artículo de marras. No sin
antes celebrar en voz alta y por escrito, la “grandeza” de
Internet que permite consultar artículos publicados hace meses y aun
años, y ulteriormente almacenados en la “memoria” prácticamente
ilimitada del espacio de la llamada red
de redes. Esto
mismo es también una responsabilidad considerable, muy delicada,
pues la palabra lanzada al espacio de Internet, en cuestión de
segundos puede llegar a los más recónditos rincones del planeta y,
sobre todo, quedar fijada.
Y la palabra así fijada compromete
a
quien la dice.
Así
que veamos. En lo tocante al asunto de la secularización interna de
la Iglesia católica, es obvio que importa la manera como el
Magisterio haya de tratar los casos de heterodoxia, presunta, posible
o real, de religiosas como Dolores Aleixandre, o como Periquilla de
los Palotes, lo mismo diera para lo que interesa al Magisterio: el
cumplimiento de su ministerio de confirmar en la fe a los cristianos
(cfr. Mt 16,18-19; Jn 21,15-19). Sin embargo, me temo que el grueso
de las ideas disidentes o heterodoxas circulan más fluidamente hacia
el interior de la Iglesia universal por la mentalidad heterodoxa,
seudocatólica, antimilitante y burocrática de miles y miles de
fieles que no son precisamente Dolores Aleixandre, cuya sapiencia
teológica y cuya altura de fe no voy a discutir, a poner en duda, a
pesar de su más que probable heterodoxia doctrinal y su vinculación
con el ala progre
de la Iglesia; ala escorada a la izquierda con la que, al contrario
de lo que le pasa a Luis Fernando Pérez y a tantos que escriben y
opinan en un portal como Infocatólica
que él
dirige -y
no digamos en La cigüeña de la
torre, de Francisco José Fernández de
la Cigoña, o en Religión en
libertad-,
un servidor no se siente tan lejano ni crispado y sí a veces bien, o
al menos interpelado. Aunque no siempre, cierto: no me considero
propiamente un católico progresista; e incluso, cómo no declararlo,
tengo sobrados motivos para también descreer del común del ideario
progre, de
la cual distancia o descreencia
haré
una breve crónica al final de este escrito, dentro de la sección
“Postdata”.
No
sé si por falta de rigor teológico por mi parte, o de celo
doctrinal o por lo que sea, el caso es que no voy a poner en solfa
los talentos como teóloga de Dolores Aleixandre, como biblista, ni
su valía como religiosa del Sagrado Corazón. Que lo hagan otros si
así lo estiman conveniente, desde sus blogs o desde los púlpitos
que sean. Yo paso. Porque ¿y si resulta que Dolores Aleixandre es
una buena mujer, una buena creyente con la que hasta gusto da
discrepar? He leído cosas de ella que me han gustado, que me han
interesado, que me han parecido muy auténticas, muy evangélicas.
Hasta la propia entrevista que le hace José Manuel Vidal en Religión
Digital, portal que este último
dirige, conjuntamente con Jesús Bastante (portal moderadamente
progresista, y por tanto mal visto por los más conservadores
Infocatólica
y compañía), no me escandalizó cuando la leí, en modo alguno,
como sí parece que lo hizo con el ánimo del bueno de Luis Fernando.
Y
sobre todo no lo haré porque la falta de verdadero testimonio de fe
de tantos católicos tibios -no pocos de ellos ocupantes de altos
cargos de responsabilidad eclesial: sanidad, docencia, asuntos
sociales...- es realmente acojonante hoy día, y paraliza más la
vida de la Iglesia, y sobre todo la fuerza expansiva y operante de la
fe, que la vida, obra y milagros de Dolores Aleixandre. La falta de
talante profético y de compromiso militante no solo está presente
en la vida de quien estas líneas escribe, también lo está en la de
muchos regres (conservadores)
que a su vez critican a los progres -y viceversa-. Es más, sin
embargo: tradicionalmente, todo hay que decirlo, ha estado más
ausente, ese talante profético, en la experiencia de fe de los
católicos más conservadores (acostumbrados a rezar
y no hacer: espiritualismo
desencarnado), al tiempo que ha estado claramente más presente en la
experiencia de fe de no pocos católicos considerados o
autoconsiderados progres, una de cuyas tentaciones principales ha
sido la de hacer
(obras, acciones, activismo, compromiso) y
no rezar.
De
modo que la religiosa Dolores Aleixandre, pese
a que para Luis Fernando Pérez es miembro propincuo del progresismo
eclesial, puede que no sea precisamente una cristiana tibia,
mediocre, y sí más bien una entusiasta discípula del Resucitado,
religiosa profesa desde los 20 años (frisa los setenta la religiosa
y reputada biblista). Como también puede que lo sea el jesuita Juan
Masiá Clavel (un cristiano entusiasta), a pesar de su más que
demostrada heterodoxia doctrinal empeñada en enmendarle la plana al
Magisterio. No en balde, entre las filas de los llamados o
autoproclamados católicos progres yo mismo creo haberme encontrado a
lo largo de mi vida con personas excepcionales, con buenos creyentes;
todo ello, indudablemente, más allá de considerar que en efecto en
los tiempos que corren los movimientos más pujantes en la Iglesia
católica son los de corte más conservador (Opus Dei, Legionarios de
Cristo, Camino Neocatecumenal...; si bien quizá más florecientes
con el filósofo
Juan Pablo II que con el teólogo
Benedicto XVI), y no en modo alguno los considerados más
progresistas (HOAC, cristianos de base, etcétera).
No
pocas “autoridades” de la Iglesia universal (laicos con delicada
responsabilidad en el gobierno o administración de la Iglesia,
religiosos, religiosas, una nada desdeñable cantidad de curas, e
incluso obispos), de forma harto visible en las últimas décadas han
ido enterrando la espiritualidad militante en beneficio de la
promoción de fieles de mentalidad burocrática. Y no me parece que
se haya hecho un verdadero esfuerzo por evitar que las cosas acabaran
por llegar adonde han llegado en la Iglesia universal. Verbigracia,
la Iglesia católica está llena de feministas radicales que, no sé
si a ejemplo de lo que también sostendría en alguna medida
alguien como Dolores Aleixandre (alguien como ese enfant
terrible de
la teología en España llamado Juan José Tamayo, aseguran muchos
que arriano, ya
conocemos que sí sostiene las tesis del feminismo radical, y por
supuesto todas y cada una de las cristianas feministas y heterodoxas
que opinan en un portal como Atrio, en
el que no sé cuántas veces a mí mismo me han linchado por mi
osadía de alinearme con el Magisterio...), a
menudo con declaraciones disidentes y sobre todo con el testimonio de
sus vidas desautorizan a la Iglesia, a su Magisterio. Y ahí siguen,
no pocas incluso ganándose la vida gracias a la Iglesia católica,
cuya mano muerden, un día sí y otro también.
Alucinante la cosa.
De modo que ante esta realidad eclesial uno no tiene otra que
preguntarse si son así en efecto las cosas en la Iglesia actual tal
vez por el magisterio
paralelo de alguien como Dolores Aleixandre, como Andrés Torres
Queiruga, o como cualesquiera otros teólogos considerados
heterodoxos y disidentes, o por la desidia más bien de no pocas
autoridades eclesiales, que les ríen las gracias a los considerados
heterodoxos, que miran para otro lado, que hacen la vista gorda, so
pretexto, a menudo, de una curiosa forma de entender la economía
de la salvación, en claves de
relativizarlo
todo para que así, inclusivamente,
quepan todos y todas en la Iglesia católica: todos tan amigos y
chachipiruli todo.
La
mediocridad de la vida de fe está ampliamente extendida en el seno
de la Iglesia católica actual, hasta niveles o límites
esperpénticos -también, ni que reconocerlo habría, en mi vida de
cristiano mediocre-, a mi juicio en parte por causa de esa
secularización interna, sí, como bien apunta Luis Fernando en su
artículo, pero también por causa de haber ido bajando el listón
del ideal de la vida de fe: la espiritualidad de encarnación ha ido
siendo sustituida por las componendas propias de la administración
burocrática de la Iglesia. La mentalidad antimilitante, mundana por
secularista, meramente funcionarial, antinatalista o
anticoncepcionista (fruto del feminismo radical o de género, y de la
acrítica adaptación al espíritu del mundo que acaba por volver
sosa la sal
del Evangelio: cfr. Mt 5,13-16; Lc 14,34) campa a sus anchas en la
Iglesia de Cristo. Hasta unos niveles sencillamente acongojantes, o
vergonzantes, patéticos, por no decir miserables. Como que es un
secreto a voces que la inmensa mayoría del Pueblo de Dios pasa del
Magisterio de la Iglesia, sobre todo en materia de moral sexual y de
anticoncepción; también, la inmensa mayoría de los que se empeñan
como profesores de Teología en facultades católicas, como
educadores de la escuela católica, como docentes de Religión
católica en la escuela pública, como técnicos de Cáritas y otras
movidas asistenciales (manda huevos la cosa: se ganan los garbanzos
siendo existencial y sistemáticamente contrarios a aspectos
nucleares de la doctrina del Magisterio)...
Clama al cielo, simple y
llanamente, la incoherencia de vida de la inmensa mayoría de fieles
católicos hoy día -ya he reconocido que incluida la de quien estas
líneas escribe, con la diferencia de que al menos yo no soy un
enchufado
por la Iglesia y sí más bien un inmisericordemente
puteado-ninguneado-
y la ulterior o consecuente hipocresía eclesiástica que tolera
esta
situación como si nada delicadamente grave estuviera ocurriendo. Y
mientras tanto, no pocos eclesiásticos (curas y hasta obispos: de
entre estos últimos, los hay que son unos simples figurones, trepas
e hipócritas de campeonato, intelectualmente mediocres...) como
justificándolo todo, mirando para otro lado...
De modo que así las
cosas, ¿quién le pone el cascabel
al gato? O lo que viene a ser lo mismo: ¿para qué tratar de ser
fiel al Magisterio de la Iglesia si resulta que hasta la inmensa
mayoría de los que viven en lo profesional gracias a la Iglesia,
pasan de su Magisterio...?
Y
claro, ante tamaña falta de testimonios entusiasmantes de vida
cristiana, la gente está cansada, asqueada, decepcionada: ¿yo?, se
preguntarán muchos, ¿yo iba a ponerle el cascabel al gato, con lo
tranquilito que estoy en mi casa? “Ahora me dejen tranquilo, ahora
se acostumbren sin mí” -se apresurarían a repetir con Pablo
Neruda-. Como yo mismo estoy tranquilito en la mía, con mis libros,
mi cine y mi música: Georges Moustaki me sigue gustando, ahora más
que antes, tal vez más luego de haber comunicado el cantautor
francés de origen griego-alejandrino, hace cosa de un año, que su
voz enferma ya no le permitirá cantar más; o ahora que aprehendo la
“singularidad” de la música de Stevie Wonder: sus complejas
armonías y su costumbre de usar una misma sílaba para varias
notas... Incluso considerando que al final de la vida Dios nos
juzgará en el amor (“Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve
sed y me diste de beber”-...-: Mt 25,34-46), preferimos que nos
dejen tranquilos en nuestro mundo, en nuestra burbuja. Y más si se
nos ocurre contemplar el escenario de decadente incoherencia e
hipocresía eclesiales. Y más si creemos caer en la cuenta de que no
pocos eclesiásticos que predican a Jesucristo muerto
y resucitado son unos redomados
hipócritas. Y más cuando sentimos la angustia y lo inexplicable del
dolor, la enfermedad, la injusticia y las tragedias, ese misterio
de iniquidad que está en la génesis o
raíz del ateísmo de siempre... O quizá sea por lo que reconoce ese
singular exobispo episcopaliano y hoy día claramente postcristiano
llamado Richard Holloway: “La cuestión está en que hoy día la
mayoría de la gente ya no cree ni en los grandes discursos
metafísicos del pasado, ni en los grandes relatos otorgadores de
sentido (macrorrelatos:
cristianismo, socialismos, anarquismo...), ni en condenaciones
eternas, ni en mandamientos inmutables dados por Dios o en nombre de
Dios”.
A
mi juicio, es tan patética y lamentable la realidad de
desfondamiento moral de la Iglesia católica actual en España, la
falta de testimonios entusiasmantes de vida cristiana, la falta de
familias realmente cristianas militantes -realidad que igual la
propia Dolores Aleixandre lamenta en similares términos a los míos,
no lo sé ni es algo que me quite el sueño no conocer, en los
tiempos que corren-, que caben pocos consuelos. Es como si un
penetrante olor a podredumbre
saliese de las mismísimas iglesias y movidas católicas en
general... O es como si la mayoría de la gente percibiese que la
Iglesia católica, esto es, la barca de Pedro, es una embarcación
que va a la deriva, que se va a pique, a pesar del buen timonel que
tiene (Benedicto XVI, obviamente, a él me refiero)...
Sí:
que caben pocos consuelos aunque cada hijo o hija de vecino,
indefectiblemente haya de buscar el suyo... Uno posible, el sentirse
vivo y amado por Dios, pese a todo, por el Dios de la vida, la
justicia y la verdad (pues nada ni nadie podrá apartarnos del amor
de Dios, parafraseando a san Pablo). Otro, el considerar que “total,
tampoco en España estamos tan mal”, pese a la crisis que no cesa,
los recortes, los despidos, el paro (sobre 3.600 interinos más se
vaticina que saldrán despedidos de la función pública en Canarias,
por causa de los recortes en educación, sanidad y asuntos sociales
del muy neoliberal Partido Popular, durante el presente curso
2012/2013), pues ni siquiera somos cristianos perseguidos, como sí
lo son en otras partes del mundo en que los cristianos son minoría:
cada cinco minutos, muere un cristiano en el mundo, por dar
testimonio de su fe; con cristianos así, sí sería posible esa
suerte de martirologio ecuménico de que habla el papa Juan Pablo II
en Ut Unun Sint, sobre
el diálogo de la Iglesia católica con las otras Iglesias y
confesiones cristianas.
O
a la hora de la verdad, por el consuelo que cada hijo de vecino desee
para sí y para los suyos; tres de los últimos míos no son otros
que la lectura y relectura de nuestros clásicos literarios hispanos,
la inmersión en la filosofía de B. Spinoza, y la visión fascinante
del cine del ruso Andréi Tarkovski, que es maravilloso: muy
raramente se puede experimentar con otros cineastas la impresión de
tiempo
detenido
que se experimenta con la visión del cine del ruso Tarkovski.
Cineasta profundamente creyente, por cierto, cristiano.
Postdata:
Lo
prometido es deuda... En portales progres como Redes
Cristianas, he llegado a leer
encendidas o jubilosas reseñas de libros, así una sobre uno
reciente de un sacerdote católico secularizado llamado José Miguel
Izquierdo Jorge. Es tinerfeño. Su libro se titula Y
la Iglesia se topó conmigo
(autobiografía
de un cura insumiso y rebelde).
El
nivel de sinceridad y transparencia de José Miguel al confesar en su
libro aspectos muy íntimos de su vida biografiada, digno de todo
encomio; chapó, paisano: no me parecen frecuentes en la Iglesia
católica testimonios tan valientes como el tuyo, sobre todo cuando
de lo que se trata es de asumir la verdad y la libertad (las luces y
las sombras en verdad) de la propia sexualidad asumida. Ya sabía de
este autor por una entrevista que casualmente alcancé a escuchar en
un programa de la Cadena Ser en Canarias, recuerdo perfectamente que
unos días antes de viajar yo a Tenerife para participar en la Feria
del Libro de Santa Cruz del aún corriente 2012, donde tuve
oportunidad de conocer a un tipo singular y que al menos conmigo ha
sido muy generoso: estoy hablando de Ánghel Morales, escritor,
activista social, locutor de radio (me entrevistó, a propósito de
mi último libro, en la emisora en que trabaja en Santa Cruz: casi
una hora de distendida entrevista, en una tarde calurosísima de
verano, cosa por lo demás normal en la capital tinerfeña, que es un
horno: “Ay mi panza de burro”,
dicho sin insularismos pleitistas), nacionalista canario, editor de
Ediciones Idea-Aguere. Fuera de programa escuché a José Miguel
Izquierdo Jorge (la presentación de su libro no llegó a figurar en
el programa confeccionado con los actos de la Feria), y le compré un
ejemplar de su obra -que él me firmó-. Mientras que él, por
razones que él sabrá, ni se quedó a escuchar mi intervención,
inmediatamente después de la suya -y que sí aparecía en el
programa de actos de la Feria del Libro de Santa Cruz-, ni hizo con
mi libro (¿La Iglesia
católica? Sí; algunas
consideraciones, por favor: Madrid,
Vitruvio y Nostrum, noviembre,
2011) lo mismo que yo había hecho con un ejemplar de su obra...
El
caso es que su libro me lo he leído. Y me ha gustado bastante y,
casi siempre, más bien más que menos. Luego de leerlo, el libro, y
habiéndolo escuchado, al autor, en varias ocasiones, puedo afirmar
sin embargo, con plena libertad, que José Miguel Izquierdo Jorge
-igual una bellísima persona, ignoro este particular- es en no poca
medida el clásico cura progre secularizado que echa en cara a la
Iglesia católica su doctrina moral sobre sexualidad. Lo típico: la
Iglesia católica está desfasada, debería aceptar el aborto, el
divorcio, las relaciones homosexuales, la sexualidad libre, la
anticoncepción... Y que es justamente el ideario
progre
por el que ha tenido cancha en Redes
Cristianas, en
la Cadena
Ser, en RNE en Canarias, en la Autonómica Canaria... En tanto a mí
me han dado una patada en el culo, precisamente por no ser progre, o
lo suficientemente progre; también, los medios regres
o
conservadores a los que di insistentemente noticia de la publicación
de mi último libro. Simplemente pasaron de mí. Unos y otros: los
progres, ya conocemos por qué; los regres, acaso por considerar que
mi libro ponía a parir a la Iglesia católica, etcétera.
A
decir verdad,
de mí y de mi libro han pasado casi todos por igual en la Iglesia
católica: progres, regres y oficialistas:
Centro Loyola de Las Palmas de Gran Canaria, Patio de las Culturas,
Radio Ecca (todas plataformas muy jesuíticas,
miren por dónde, pero muy poco ignacianas,
me parece a mí, y muy poco en sintonía con el pensamiento del Papa:
algunos jesuitas que conozco, santo padre Benedicto, y resto de
fieles satélites o adláteres de la órbita jesuítica,
sencillamente es que pasan de lo que tú enseñas, santo padre,
siervo de los siervos de Dios, pasan, más solo que la una tú a
menudo, aunque asistido por el Espíritu...)...
Por no hablar de una
entidad como Café de Espacio, que es ya claramente ultraprogre
rabiosamente anticlerical y anticristiana incluso: desde esta me
contestaron en su momento que dado que me sigo considerando católico
deseoso de fidelidad al Magisterio, no puedo contar con un espacio
como el susodicho para presentar mis libros, dado que es espacio o
plataforma sociocultural de ideario laicista a tope y dado que
defiende el derecho de la mujer a abortar, derecho que el Magisterio
rechaza, etcétera.
Eso
sí: a otros personajes más mediáticos que yo y que hablan en
nombre de la Iglesia católica, pues viven de esta, en lo
profesional, sí les permiten vía libre en foros como el citado Café
de Espacio; a mí, que en todo caso hablo a título personal, en modo
alguno oficialmente en nombre de la Iglesia universal, me dan con un
palmo en las narices. Por ende, extraigan ustedes sus propias
conclusiones; las mías, hace tiempo que...
Desde
luego, habiendo sido tan despectivos conmigo y con mi libro tales
plataformas culturales antedichas (muy jesuíticas y tales y cuales
ellas, muy progresistas, pero para mí que muy poco en sintonía con
el Magisterio...), cómo no agradecer a todos los muy diversos
colectivos socioculturales y a todas las personas que sí me han
mostrado alguna clase de interés y apoyo a la hora de la difusión
de mi reciente libro sobre la Iglesia católica; o mejor, sobre
algunas de mis experiencias con
la Iglesia católica. Aun a riesgo de poder olvidarme de alguien
-disculpas por adelantado, por si tal ocurriera...-, no puedo menos
que agradecer el trato que me han dispensado, digo hasta la fecha en
que redacto estas líneas, la gente de la Tertulia Pedro Marcelino
Quintana, el amigo Alejandro en su blog Kaoshispano,
el
Club de Prensa Canaria, el ya citado Ánghel Morales, la Casa-Museo
Tomás Morales de Moya (sobre todo en la persona de su responsable,
Mª Luisa Alonso), Marcelo Betancor y su asociación Acadehu, los
responsables de la Feria del Libro organizada por el Gobierno de
Canarias (tanto en Santa Cruz como den Las Palmas de Gran Canaria),
la Casa-Museo Colón de Las Palmas de Gran Canaria, el músico Blas
Sánchez y su equipo de entusiastas seguidores en Ingenio, el Círculo
Cultural de Telde, la periodista Dulce Mª Facundo (de ABC Punto
Radio Radio Las Palmas), David Hachuel y su equipo de colaboradores
del veterano programa radiofónico Antena Abierta, el Real Club
Victoria, y finalmente la Consejalía de Cultura y Festejos del
Ayuntamiento de Firgas. No se me esconde que el haber recibido al
menos una mínima muestra de interés y apoyo por parte de todas las
instituciones y particulares antedichos, en modo alguno significa que
comulgan o hayan de comulgar con las tesis de mi ensayo. Solo que
conmigo han puesto en práctica aquello tan caro del gran Voltaire:
“Estoy dispuesto a pagar con mi propia vida el derecho que asiste a
los demás a expresar sus particulares ideas, aunque yo mismo no las
comparta en absoluto”.
Teniendo muy en cuenta el tenor de este
pensamiento del genio de Voltaire, se comprende fácilmente hasta
dónde llega la incoherencia y la hipocresía de las plataformas
eminentemente jesuíticas que simplemente han pasado de mí y de la
causa de mi libro de marras.
De
modo que siendo así las cosas, ustedes comprenderán por qué
prefiero gozar del buen cine antes que prestarles atención a progres
y regres y oficialistas que sistemáticamente y a menudo tan
hipócritamente pasan de mí. O por qué prefiero seguir escuchando,
ya por quinta o sexta vez -he debido perder la cuenta- la canción
“Woodstock” de Crosby, Stills, Nash & Young -al tiempo que
otras de la mejor banda folk de las armonías vocales como “Dear
Mr. Fantasy”, “Our House”, “Suite: Judy Blue Eyes”,
“Helplessly Hoping”, “Teach Your Children”, “Wasted on the
Way...-. O por qué prefiero ilusionarme con visionar, en apenas unos
minutos, una estupenda película de factura un tanto indie
titulada
Once (una vez), estrenada
en el año 2006 y enseguida
premiada con importantes premios cinematográficos.
O por
qué prefiero el placer de escuchar a ese erudito canario del cine
que se llama Luis Miranda y también a algunos cinéfilos no menos
eruditos del grupo Vértigo ... O por qué me ilusiona mirar los ojos
de algunas de mis compañeras del grupito de teatro aficionado con el
que voy perdiendo mis aún altas dosis de miedo escénico... (Y luego
se seguirán quejando de que la gente ya no vaya a misa, de que la
gente ya no crea... Cuando lo realmente raro o increíble, el
auténtico milagro, es que siendo las cosas como son o están, aún
haya gente que crea y que siga yendo a misa...)
Un
teólogo
progre español -acaso el más destacado o dotado de entre todos
ellos y ellas-, tuvo a bien dar una breve noticia de mi humilde
persona en su blog. Lo cual le agradezco inmensamente: gracias,
hermano mayor en la fe, por tu buen gesto: sabes tan bien como yo, o
acaso mejor, que nada de lo que se hace por amor desaparece del
corazón inmensamente misericordioso de Dios. Pero Xabier Pikaza, que
es como se llama el susodicho, ulteriormente guardó silencio luego
de enviarle yo firmado un ejemplar de mi ensayo, en contra de lo que
él mismo me había prometido. (Desde luego, a autores como el muy
heterodoxo Juan José Tamayo, calificado hace años como arriano
por la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia
Episcopal Española, quien se está poniendo las botas o haciendo de
oro, por toda España y allende los mares con conferencias, artículos
en periódicos y libros defensores de la Teología de la Liberación
-o no, igual es un alma bella, un hombre muy solidario con los
pobres, etcétera-, sí que le hace publicidad en su blog el señor
Pikaza...) ¿Por qué? Casi siempre hube de pensar que tomó esa
resolución por causa de la pésima calidad de mi libro. En la
actualidad, no pienso así: mi libro es obvio que no es ninguna obra
maestra, es notoriamente mejorable -y lo será, gracias a Dios y a mi
paciencia de orfebre juanramoniana-, pero al menos sí que pone al
descubierto muchas componendas y maquinaciones que la progresía
católica -que Luis Fernando Pérez llamaría sin dudarlo
seudocatólica
o paraeclesial
o hasta herética;
yo no, yo no dejo de estimarlos pese a muchas cosillas, y que empero
en general, salvo honrosas excepciones, a veces es muy sectaria, al
menos conmigo, y está en horas bajas además, acorralada que se
siente en la propia Iglesia católica, etcétera- no va a consentir
tan fácilmente que se vengan abajo o queden al descubierto.
De
modo que como reconoce la propia experiencia de la vida, aquí
casi nadie hace nada por nadie...Vivimos
en una selva en la que el lema es “sálvese el que pueda”. Y por
desgracia la Iglesia católica, que debería ser un privilegiado
ámbito de libertad, fraternidad, acogida del otro, afecto, igualdad
y confianza -y que empero es aún así y más en no pocas de sus
manifestaciones, gracias a Dios-, con excesiva frecuencia reproduce
lo peor del mundo.
LUIS
ALBERTO HENRÍQUEZ LORENZO (profesor de Secundaria, militante
cristiano, escritor). Octubre, 2012, Islas Canarias.
Broche
final: como postre, una de las
versiones clásicas de “Supper's Ready”, de Genesis, para mi
gusto sin duda una de las cinco piezas más selectas de todo el rock
sinfónico, del rock sinfónico de todos los tiempos. Conozco una
versión del tema, nada desdeñable, del que fuera guitarra solista
de la banda, Steve Hackett, incluida en su disco doble Genesis
Revisited II (2012,
recién salido del horno). La
que yo facilito como postre, para mejor hacer la digestión tras la
lectura de mi artículo, es con el quinteto clásico de la banda
británica: Peter Gabriel, Phil Collins, Tony Banks, Mike Rutherford,
Steve Hackett.
Que
la disfruten.
2 comentarios:
Elia Kazan: 7-9-1909/28-9-2003. Ergo, murió cumplidos ya los 94 años, no a punto de cumprirlos, como aseguré en mi post. FELIZ AÑO 2013
a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Al que no le guste, que se arraye un millo.
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