Claro que en última instancia todo depende del cristal a través del cual miremos la realidad; todo viene a ser condicionado por el ojo con que miremos...
Un teólogo heterodoxo como Juan José Tamayo no solo reconocería como positivo este gesto de Francisco hacia la pareja homosexual española compuesta por Diego Neria y Macarena, sino que se atrevería a decir algo así como que "aunque importante signo de reforma y de apertura del papa Francisco a los nuevos modelos de convivencia de la pareja humana, es aún insuficiente, pues las personas homosexuales siguen marginadas en la Iglesia, y no debiera ser así; las personas homosexualmente activas deberían ser reconocidas en la comunidad eclesial e incluso formar parte del organigrama directivo, sacramental y jerárquico de la Iglesia".
No exagero, piensan exactamente así los teólogos ultraprogres, y de entre ellos Juan José Tamayo es uno de los más conspicuos. Sostienen que los papas ultraconservadores Juan Pablo II y Benedicto XVI han frenado la aplicación del Concilio Vaticano II, cantinela meramente malvada e infundada que se empeñan en seguir repitiendo los progres dizque católicos; a decir verdad, Juan Pablo II y Benedicto XVI son hijos preclaros del Vaticano II. Y es que para los progres, ideología de género, derechos reproductivos de la mujer (o sea, contracepción y aborto), feminismos radicales, etcétera, deben hacerse presentes en la Iglesia, esto es, ser asumidos por sus pastores, entrar a formar parte del depósito de la fe, del núcleo de la doctrina católica.
¿Que esto significa o implica mundanizar el Evangelio? Sí, ¿y qué? ¿Que esto significa que la Iglesia ya no está más para evangelizar, santificar, sacralizar el mundo sino que es este el que le marca la pauta a la Iglesia? Claro, ¿y qué?
Verbigracia, acaba de publicar un artículo en el que, por una parte alaba el gesto del papa Francisco de crear una comisión encargada del estudio del diaconado femenino, pero a la vez considera que tal comisión de expertos es innecesaria, pues para él, para Tamayo, está perfectamente demostrado que en el cristianismo primitivo hubo mujeres ordenadas como diaconisas, como sacerdotisas e incluso consagradas obispas.
Entonces, así las cosas, así esta cuestión disputada, lo que sucede -siempre desde la óptica de Tamayo- es que no hay ninguna voluntad pontificia de dar el paso de ordenar mujeres, sigue sosteniendo Pereira, perdón, Juan José Tamayo. Desde Pablo VI es así, también sostiene el palentino teólogo disidente. Y añade: "Juan Pablo II y Benedicto XVI son perfectamente conocedores de que en el cristianismo primitivo hubo mujeres que llegaron a ser incluso obispas, pero la mentalidad patriarcal y machista sexista de ambos papas ha cerrado toda posibilidad de estudio del asunto".
Sorprendente. Y yo me pregunto: si en bitácoras más o menos tradicionalistas se plantea con relativa frecuencia que papas como Pablo VI, Juan Pablo II e incluso Benedicto XVI son en mayor o menor medida responsables de la debacle actual del catolicismo (los tres, absolutamente contrarios, por cierto, a la posición de conceder el sacramento del orden a la mujer, en cualquiera de sus tres grados: diácono, presbítero, epíscopo u obispo), ¿qué llegarán a pensar tales bitácoras de teólogos superheterodoxos y dilitantes como Juan José Tamayo? Si en esta argentina Nacionalismo católico san Juan Bautista he llegado a leer un post del docto sacerdote jesuita también argentino P. Alfonso Sáenz en que se permite criticar algunos aspectos de la teología del cuerpo del papa Juan Pablo II y de la plena o no plena catolicidad de las posiciones del Papa polaco sobre aspectos de la sexualidad humana, ¿qué pensará el P. Sáenz de alguien como Juan José Tamayo? Si el P. Sánez es capaz de apreciar ciertas "deficiencias, ambigüedades, insuficiencias" en el pensamiento del papa Juan Pablo II relativo a cuestiones de sexualidad humana a la luz del Magisterio, que es justamente uno de los aspectos más valorados del magisterio del Papa polaco -y de paso más criticados por el progresismo católico o dizque católico-, ¿qué podrá pensar de Juan José Tamayo, señor que no cesa de repetir que desde Pablo VI en adelante todo han sido papas conservadores, conculcadores del Vaticano II, a excepción de Francisco, a quien alaba, pasando por alto, esto sí, las innúmeras heterodoxias, ambigüedades y despropósitos del papa Bergoglio?
¿No será, en vista de todo esto, que teólogos como Juan José Tamayo no pasan de ser lo que del mismo no dudan en sostener blogueros comentaristas de la actualidad eclesial como Francisco José Fernández de la Cigoña o Luis Fernando Pérez Bustamante (por solo citar a dos, de entre docenas y docenas de citables posibles), a saber, "herejes que desde dentro de la Iglesia intentan dinamitarla, desmantelarla, mundanizarla, demolerla"?
5 de octubre, 2016. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
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