Me asombra el caso de Chile. Su presidenta Michele Bachelet es socialista, agnóstica se confiesa ella, o acaso atea. Solo que digo que me "asombra" porque hace unos días, escuchando una conocida emisora canaria de radio de ideología izquierdista-marxista, su director y locutor principal se refería al Gobierno de Michel Bachelet como "izquierda medio malograda, no muy de izquierdas, pero en todo caso mejor que todo posible gobierno de partidos de la derecha".
Quien estas líneas escribe tampoco se considera propiamente de derechas, aunque ciertamente si un corpus doctrinal como el del nacionalismo católico está en verdad incomparablemente más próximo a la doctrina tradicional de la Iglesia que el del marxismo, yo me declaro ahora mismo simpatizante del nacionalismo católico, por muy políticamente incorrecto que ello venga a ser, o incluso considerando las enmiendas a la totalidad que habría que señalar para todo nacionalismo católico. Pero el aspecto que me interesa destacar es este: según este opinólogo izquierdista-marxista confeso a que me refiero, y ateo, el Gobierno presidido por la chilena Michel Bachelet es "malogradamente de izquierdas", empero un Gobierno el actual chileno que legisla a favor de la ideología de género, como bien pone de manifiesto en su artículo el jurista y catedrático universitario uruguayo Carlos Álvarez Cozzi. Mas entonces, si fuese no malogradamente sino "logradamente" de izquierdas, ¿cuáles deberían haber sido los pasos ejecutados, digámoslo así, por el Gobierno de Michel Bachelet?
No soy adivino, y puede que no sea siempre perspicaz en mis análisis, pero aun así considerando la propuesta radicalmente laicista de la izquierda española a la izquierda del PSOE (Podemos, Izquierda Unida, Unidos Podemos, la izquierda independentista...), cabe sospechar que una izquierda "lograda o coherente, consecuente" con su ideario ultralaicista se traduciría en aborto libre y gratuito, ataque sistemático a la familia tradicional, ingeniería social, materialismo, positivismo, lucha de clases, apoyo a la causa de los homosexuales, laicismo radical, ideología de género a toda hora y por decreto...
Ya. Y entonces, de ser así, o mejor dicho, siendo así como de hecho es, un ciudadano cualquiera que considerara el votar-apostar por partidos de izquierda con vistas a proporcionar mayores cotas de justicia social a la sociedad -la apuesta por la justicia social es el legado-reclamo de las izquierdas, aunque otro asunto es que esa justicia social proclamada como herencia propia haya sido justamente puesta en práctica siempre y toda vez por las izquierdas a lo largo y ancho de la historia-, ¿tendría que aceptar todo el paquete de iniciativas políticas, que incluyen, como hemos adelantado, un radical laicismo?
Me pregunto en voz alta.
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