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miércoles, 18 de marzo de 2020

"Sobre Una jornada particular, de Ettore Scola"



La relación que sigue incluye todos los premios cinematográficos otorgados a Una jornada particular, de Ettore Scola. Incurro en este lugar común:  los premios no garantizan o aseguran al ciento por ciento la calidad de una película; a decir verdad, un título cinematográfico aun teniendo calidad artística puede estar laureado en exceso, o en defecto, si consideramos que su sobresaliente calidad bien la haría merecedora de más y notables premios.  


Veamos:


1977: 2 nominaciones al Oscar: Mejor actor (Mastroianni) y película extranjera.
1977: Globos de oro: Mejor película extranjera. Nom. actor - Drama (Mastroianni).
1977: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película).
1977: Premios David di Donatello: Mejor director y actriz (Sophia Loren).
1977: Premios César: Mejor Película extranjera.



Bueno: para mi gusto, que se erige también en mi juicio (en mi capacidad de juzgar), Una jornada particular es, de las películas que he visto del maestro italiano Ettore Scola, la mejor: la más emotiva, intensa, la mejor narrada. Además, sinceramente o siendo lo que se dice confiados, ¿cómo iba a ser mala una película que atesora los premios que atesora esta que nos ocupa? Non può essere.



Del maestro italiano, destacado representante de la comedia a la italiana, he visto Feos, sucios y malos, Una mujer y tres hombres (C'eravamo tanto amati), La familia. Y tengo idea de que también La terraza, título del año 1980, y probablemente otros títulos de los que no conservo memoria ni certeza. De modo que ciertamente Una jornada particular es la que más me sigue gustando de las suyas. No ignoro que para algunos críticos Ettore Scola es más propiamente que un cineasta un escritor que crea películas para expresar las crisis y apostasías por lo que dice a sus ideales izquierdistas. Con todo, este aspecto ni añade ni quita sobre mi predilección ya expresada por Una jornada particular.



A continuación, ocupémonos de lo que podría considerarse lo más indigesto de la película, para mí que soy católico antes que cinéfilo (en este tiempo de cuarentena por la pandemia del coronavirus, cerradas las iglesias, suspendidas las misas, ¡cuánto añoramos la Eucaristía, que por lo general es alimento espiritual diario en nuestro caso!), solo que no querría dejar de ser cinéfilo a pesar de algunos contenidos diríamos que difíciles de asimilar para un católico. En efecto: desde una perspectiva estrictamente fiel o consecuente con la moral católica, Una jornada particular es la historia de un adulterio, consumado entre una mujer casada y madre y un hombre encima de tendencias abiertamente homosexuales. Nunca los justificara quien estas líneas escribe (el adulterio y la homosexualidad), pero a fuerza de ser sinceros tampoco abrigo la menor intención de rechazar la excelencia de este título a causa de ambas inmoralidades.
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De modo que me propongo hacer justicia con esta cinta, y así responder a por qué siento que me gusta, interesa, emociona...



Iniciada con material documental ni que aclarar que en blanco y negro sobre la histórica visita de Adolf Hitler a la Italia de Benito Mussolini (6 de mayo de 1938), no me disgusta, ni modo, que Ettore Scola cargue las tintas (o por mejor decir, el metraje inicial de su cinta) contra uno de los totalitarismos que conoció Europa en su primera mitad: el nazismo-fascismo; el otro, el marxismo. Total, se nota que Scola profesó ideales izquierdistas, laicos o laicistas; como que fue militante comunista en el PCI.


Hoy por hoy, me alineo en el bando de los que sostienen que el comunismo fue mucho más sanguinario y cruel (nunca por repetida, resulta cansina esta cifra: en apenas 100 años de implantación en dictaduras y guerrillas por todo el mundo, el comunismo ha causado más de 100.000.000 de muertos) que el totalitarismo nazi-fascista, sin que ello me lleve a aceptar como buenos ambos regímenes  también totalitarios, el nazi en Alemania y el fascista en Italia.


Asimismo, ya he dicho que me parecen bienvenidas esas imágenes documentales mediante las cuales Scola pretende criticar el totalitarismo nazi-fascista como fuente de opresión, de injusticias y de explotación del hombre por el hombre. Vale, admitido sin mayor problema. Pero sin que ello me lleve a la condena fácil del falangismo español -ojo, a pesar de personalidades tan atractivas como Ceferino Maestu Barrio, entre otros históricos del falangismo en España, nunca fui falangista- a base de lanzar contra el mismo las falsas acusaciones típicas de la progresía: la Falange de José Antonio fue un "movimiento criminal fascista, totalitario y vil". Estas no son sino injurias y son infundios que no merecen ningún detenimiento, por más que descerebrados como los del partido Podemos y similares los sigan tratando de poner en circulación, ¡para desgracia de nuestro país, ahora en manos de tales ineptos y desalmados, con el mentiroso compulsivo y fraudulento de Falconetti Sánchez a la cabeza! 


Como tampoco habría necesidad de lanzar injustas e infundadas condenas al régimen de Franco al calor o a la luz de todo ese material documental que Ettore Scola incluye al inicio de su película: ni nazismo alemán ni fascismo italiano fueron exactamente el franquismo de Franco, por más que en sus lustros iniciales el franquismo sí exhibiera aspectos claramente fascistas, en todo caso mucho más humanos y amables que el terror ateizante y criminal del Frente Popular. De suerte que bien podríamos señalar en este punto que a diferencia del nazismo, el fascismo y, ni que decir, el marxismo, el franquismo fue un grueso de corrientes o familias ideológicas de derechas que se reivindicó siempre de inspiración tradicional católica. Tal catolicismo (mejor o peor desarrollado en la propia historia franquista, particular que no viene ahora a cuento) fue precisamente la vacuna del régimen de Franco frente a los tres totalitarismos a que nos venimos refiriendo.


Porque además, repito, es que me gusta: estos primeros minutos documentales en la cinta de Scola me hacen conectar enseguida con el neorrealismo italiano (con el Rosellini de Roma, ciudad abierta, o Alemania, año cero), del cual procede el maestro Ettore, si bien lo supera, esto es, lo acabará abandonando en aras de la búsqueda de un estilo más personal. Vamos, ley de vida, esto es, ley del cine: lo propio hicieron Visconti, Fellini, Pasollini, el mismísimo Bertolucci, Michelangelo Antonioni...  


Vamos con un segundo aspecto de esta película que me atrapa desde un primer momento. A saber: casi todo el metraje se lo chupan los personajes de Sofía Loren (ella es Antonietta, abnegada madre de seis hijos, tratada al trancazo y con un machismo superlativo por su marido, un fanático seguidor de Mussolini, además bebedor, putañero...) y Marcello Mastroianni (él es Gabriele, represaliado por el fascismo, es homosexual, periodista radiofónico, hombre de izquierdas...). Así la historia, estamos ante una película notablemente teatral. 


Cierto que los hijos y el marido de Antonietta son presentados con un ligero detalle justo en esa mañana de la primavera romana en que todos se preparan para el recibimiento del Führer. Y además la muy novelera o chismosa portera del edificio aparece en varias oportunidades, exhibiendo su juicio inmisericorde hacia Gabriele: para ella un "raro, un subversivo, un antifascista" (formas eufemísticas de enmascarar la acusación de homosexual). Sí: la muy chismosa portera, la metomentodo portera conoce que el fascismo italiano es hostil con Gabriele por la condición homosexual de este, por más que no llegue a confesarle directamente a Antonietta la palabra prohibida, la palabra tabú. 


Una vez solos en el edificio aunque inicialmente desconocidos (en el bloque vecinal: parecen pisos de protección oficial, como los que poco después comenzarían a construirse en España durante el franquismo, las famosas casas baratas), ya todo el tiempo será para Gabriele y Antonietta.


Y claro, donde haya una buena película teatral... Me vienen a la mente ahora dos: Doce hombres sin piedad, de Sidney Lumet (de 1957, estrenada en España un 3 de febrero de 1957), y Saraband, el último título del maestro Bergman, ya iniciado el siglo XXI. Ciertamente, hay lo que se llama películas corales (películas en que aparecen muchos personajes) que son auténticas obras maestras, tal es el caso de la española Plácido, de Luis García Berlanga, pero es que en Una jornada particular despliegan un mano a mano nada menos que Marcello Mastroianni y Sofía Loren, dos de los indiscutibles de la cinematografía italiana y aun europea, por no decir mundial, que también.   


Mastroianni y Sofía Loren también están sublimes en Los girasoles, de Vittorio De Sica, título de 1970 repudiado por cierta sensiblería romanticona que exhibe y que en todo caso, de ser cierta, desde luego no empaña la sensacional lección interpretativa de la pareja italiana. ¡La química que había entre ambos, en películas comúnmente adscritas a la llamada commedia all'italiana!


En Una jornada particular, Antonietta no acude al recibimiento de Adolf Hitler en Roma no porque ella descrea del fascismo impuesto por Benito Mussolini, el Duce, sino porque ha de quedarse en casa, como siempre, totalmente demandada por su condición de esposa y madre de familia numerosa. Y es entonces, tras el encuentro casual con el personaje Gabriele -quien sí es más antifascista por su condición de hombre de ideales izquierdistas, acaso democráticos, y por su abierta homosexualidad-, cuando comenzamos a conocer la amargura de su vida, ante la cual tal vez al espectador se le arranque el alma. Porque su marido, prácticamente desde una primera hora del matrimonio, no la ama, y ella conoce de las innúmeras infidelidades de él, tanto con prostitutas como con otras amantes. Verbigracia, una de sus últimas conquistas: una maestra, con lo cual ella se sentía aún más sorroballada, aún más degradada, a la altura del betún, infravalorada, desde  luego humillada al máximo. Vamos, como que sentía que su marido le espetaba con todas las letras: "Fíjate en mi nueva querida, es maestra, en tanto tú eres una zoqueta".


Es imposible no tomar partido por el sufrimiento y el desfondamiento existencial de Antonietta. Tratada por su marido con el máximo de los desprecios, acaba encontrando en Gabriele -hombre que titubea ante la opción del suicidio, de hecho lleva consigo una pistola, tales son sus angustias existenciales, su sufrimiento por su condición de homosexual...- la ternura, la delicadeza, el afecto, la fugaz pasión y la sensibilidad totalmente perdidas en su matrimonio o muy remotamente vividas.


Gracias al homosexual Gabriele ella vuelve a sentirse mujer, en verdad amada y deseada, como reconstituida en su centralidad de persona, en su dignidad perdida tras años y años de permanecer sepultada esa su dignidad en un matrimonio en el que a todas luces su marido ya no la ama, no la trata con respeto, no le es ni siquiera fiel... 



El episodio del encuentro sexual y el ulterior abrirse cada uno al otro, están expresados con sobresaliente ternura, delicadeza, honestidad. Secuencias de sobrecogedora hondura emocional, a las que asiste el espectador, en tanto en Roma las masas enfervorizadas pero también despersonalizadas asisten al recibimiento del dictador nazi alemán.  



Antonietta (una ya algo madura Sophia Loren a sus espléndidos 43 años, solo que aún con suficiente encanto erótico) y Gabriele (un maduro Mastroianni ya con 53 años) nos emocionan porque, al margen ambos de los fastos imperiales del fascismo italiano en jornada de "fraternidad" con el nazismo alemán, son en el fondo de sus vidas dos personajes desgraciados y llenos de frustraciones, de amarguras, de carencias afectivas. En el caso de Antonietta, no al margen del fascismo italiano -que ella es en buena medida una mujer producto del ideario fascista: mujer generosamente paridora, ama de casa, sufrida esposa del macho, ella misma ha sido educada en la admiración hacia la figura del Duce-, solo que su vida es una muestra de cómo en el interior de la Italia que en claves imperiales pretendiera organizar el antiguo militante socialista Mussolini, no todo era de color de rosas, ni modo. En el caso de Gabriele, un ejemplo vivo de lo que el fascismo debía expulsar de su seno, a fin de preservarse a sí mismo.


No diré el final. Para mi gusto, hay una hondísima emoción humana en toda la parte que precede y sucede al encuentro sexual entre Gabriele y Antonietta. Ambos personajes supuran tristeza, ¡la amargura en los ojos de Antonietta, humillada hasta lo indecible, hasta la náusea diríamos, por las innúmeras infidelidades de un marido que no parece entender más fidelidad que a la patria fascista italiana! ¡El sufrimiento de Gabriele provocado por su orientación homosexual!, ante el cual no debemos pasar de puntillas o insensibles, pues cierto que este sufrimiento ha existido, fruto de una marginación histórica, secular, por más que tampoco ello signifique aceptación-legitimación de la práctica homosexual.


Emoción in crescendo, esto es. Y esto es lo que muy probablemente me termina enganchando de esta película. Como que sería uno de sus principales atractivos. Otro -como ya se ha visto en párrafos anteriores-, la compasión, simpatía o empatía que despiertan en el espectador él y ella como "derrotados, víctimas, como perdedores en una sociedad a menudo cruel y deshumanizada". Aspecto por lo demás muy propio de toda la cinematografía de Ettore Scola, no en balde, según confesión propia, un autor empeñado en realizar un cine del Sur; un cine para el Sur de la humanidad, donde habita una mayoría que sufre toda suerte y desdicha en forma de marginación. 


Compasión, simpatía o empatía por los perdedores de la sociedad que nos lleva a Jesucristo, en su condición de divino consolador de los que sufren: cfr. Mateo 11, 28-30: "Vengan a mí los que se sienten cansados y agobiados, porque yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente de corazón y humilde, y sus almas encontrarán alivio. Pues mi yugo es bueno, y mi carga liviana." 


Emoción in crescendo, sí. Marca de la casa (ese saber conectar con las fibras más emocionales del espectador) de los grandes cineastas italianos. Hasta aquí.


19 de marzo, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.  



sábado, 28 de diciembre de 2019

"En honor a la verdad, aunque duela"



Mucha atención a los cuatro párrafos siguientes. Pertenecen a Laureano Benítez Grande-Caballero, que es lo mismo que detallar que provienen de su artículo titulado "El franquismo no fue fascista (I): La Reconquista de España" (17/6/2019), el cual a su vez está extraído de El Himalaya de mentiras de la memoria histórica, ni que añadir que del mismo autor.

Nacido en Sevilla en 1952, y encandilado en su momento, como ocurrió a tantos españoles -salvando todas las distancias que haya que salvar, también a quien estas líneas escribe-, por los cantos de sirena, demagogias, castillos en el aire y, en definitiva, embustes y mentiras de los partidos de izquierdas, el historiador, conferenciante, escritor y apologeta de la fe católica Grande-Caballero es un incansable divulgador de las esencias, raíces y verdades de la España católica, y por católica identitaria y patriota, cuya voz se hace muy presente en diversos digitales identitarios y patriotas españoles: El Correo de Madrid, Alerta Digital, El Español Digital... 


Ahí van:


Responder al interrogante de si el Régimen de Franco fue o no fascista ha motivado un amplio debate historiográfico que, partiendo de posturas encontradas y diversas corrientes interpretativas, ha desembocado en una conclusión unánime: Franco no fue fascista. Da igual la adscripción ideológica del investigador, porque el resultado final siempre es el mismo, con más o menos matices. Esto quiere decir que hoy en día solo llaman fascista a Franco los descerebrados, los aborregados, los manipuladores, los embusteros, los adoctrinadores, los progres que no tienen ni idea de la historia, que se limitan a repetir bobaliconamente las consignas lobotomizadoras.
La unanimidad sobre este punto es tal, que incluso en la misma Wikipedia —la enciclopedia de Soros— se afirma que la catalogación de este régimen dentro del fascismo suele ser rechazada o discutida por parte de los especialistas en el tema.
Y no solamente el franquismo no fue fascista, sino que más bien hay que situarlo en bastantes de sus coordenadas ideológicas justo en las antípodas del fascismo.
Por unanimidad, todos los autores consideran que el nacionalcatolicismo franquista es el mayor factor que diferencia al franquismo del fascismo, puesto que éste hunde sus raíces en una ideología idealista, vitalista y voluntarista ―en palabras de Stanley Paine―, profundamente pagana, que pretende cambiar y ordenar un mundo sumido en el caos usando para ello la acción, la fuerza de la voluntad, la energía de élites superiores ―el «superhombre» de Nietzsche—, incluso la violencia, creencia que otorga al fascismo una querencia por la guerra y el imperialismo. Es decir, que el fascismo es un movimiento descristianizado, fundamentado en componentes fuertemente sincretistas que después se integraron en la «Nueva Era».


Gracias, Laureano Benítez Grande-Caballero, por tus palabras (permíteme el tuteo, aunque me lleves algunos lustros de diferencia en edad y sobre todo no nos conozcamos de nada, tal confianza por obra y gracia de la fraternidad entre católicos y por el frente común de lucha contra la ideología progre imperante por todas partes, hija putativa del globalismo del NOM que tan bien analizas en tus escritos), que me vienen al pelo frente a tanta injuria que ya vengo recibiendo precisamente proveniente de esos "descerebrados progres, perroflautas, filocomunistas y demás familia", por salirse servidor de los tópicos y mitologemas de lo políticamente correcto. Resultado de imagen de fascismo

Gracias, sí, por más que yo mismo también he bebido de otras fuentes y he leído de otros historiadores similares advertencias: Ricardo de la Cierva, Stanley Paine, Luis Pío Moa...

Solo que ya se sabe: no hay peor ciego que el que no quiere ver. Así, no puedo evitar traer a la memoria aquí y ahora los furibundos denuestos contra Franco (invariablemente acusado de "criminal fascista, golpista genocida, asesino destructor de la legalidad democrática de la Segunda República"...) espetados por ciertos comunistas, filocomunistas, podemitas y demás indigentes mentales y morales que hasta hablan por ciertas ondas radiofónicas atlánticas... Menuda patulea de malvados enemigos del Dios Uno y Trino, de la Iglesia y de España.

Por más que con todo, lo más ignominioso de todo este asunto es que tales denuestos e injurias contra Francisco Franco los vierten individuos e individuas a los que no les tiembla el pulso a la hora de reivindicar la memoria, esto es, los dichos y hechos (es decir, en gran medida al menos sus crímenes de lesa humanidad) de la consabida cohorte de dirigentes comunistas: Lenin, Mao, Che Guevara, Fidel Castro...

Ni tampoco les tiembla si se trata de echar balones fuera cuando es preciso buscar culpabilidades y alianzas con el narcotráfico establecidas por narcodictaduras como la chavista en Venezuela, como la de Evo Morales en Bolivia, desde la cual se ha financiado a Podemos con dinero procedente del narcotráfico, ¡a Podemos, nada menos, el partido que conformará una coalición de gobierno con el PSOE del ínclito Pedro Sánchez! . 


Por lo demás, para escandalizarse ante los excesos y las manipulaciones de la progresía no hay que ser ni franquista ni propiamente de derechas (considero que este sería mi caso, y el de otros tantos), sino simplemente cultivar el amor por el Dios Uno y Trino, por la Iglesia y por España. Cultivados en el tiempo y en el espacio estos amores, y en la lectura e investigación en fuentes honestas y fidedignas, uno va descubriendo -digámoslo parafraseando el título del libro de Laureano Benítez que citábamos al principio de este escrito- un auténtico Himalaya de mentiras propaladas por comunistas, sociatas, podemitas, feministas radicales, separatistas o independentistas, nacionalistas de izquierdas...

Hasta que se acaba cayendo del caballo, ya sea al precio de que te hayan venido insultando invariablemente con los tópicos al uso de la progresía y el perroflautismo: "facha, fascista, fachilla, neofranquista, insolidario, tóxico, destilador de odio, reaccionario...".

Por cierto, ¿fascista? Curioso. El fascismo procede del socialismo, como es bien sabido, en el marco de la política italiana entre el último tercio del siglo XIX y el primero del XX. Benito Mussolini (quien en vida recibió un importante premio en reconocimiento a su "valía" como socialista miembro destacado del Partido Socialista Italiano), su máxima figura, etcétera. Fascismo que es hijo de la modernidad: positivismo, idealismo, vitalismo, la sombra alargada de Nietzsche (la idea del superhombre que, más allá de todo posible designio y voluntad y plan procedentes de Dios, intenta imponer su voluntad de dominio para configurar sistemas sociales y de gobierno que hagan frente al caos consubstancial al mundo), la noción de imperio en claves neopaganas a la que habría que aspirar usando incluso la violencia... 

Nada de lo anterior estuvo presente en el franquismo, y ni siquiera en la Falange, salvo, tal vez, muy tímidamente y de manera embrionaria en el pensamiento inicial de Ramiro Ledesma Ramos (por cierto, hoy conocemos que se "arrepintió y se convirtió y confesó sus pecados" en la cárcel en que estaba condenado a muerte) y alguno que otro teórico jonsista o falangista de la primera hora, y pare usted de contar. 

Y asimismo el fascismo no produjo en total una mortandad ni 10 veces inferior a la que ha producido en menos de un siglo el comunismo, solo que ni con estas: para los progres, ser fascista es lo peor que hay. Es decir: si te endilgan el sambenito de fascista, ya estás perdido, por más que eso del fascismo no vaya contigo salvo como asunto de investigación y estudio.

En fin, seguiremos informando y luchando por la verdad, en el seno de esta sociedad nihilista, relativista a tope, desnortada por secularizada-descristianizada, hundida en el fango de la llamada postverdad.

Más ahora en que tenebrosos nubarrones se ciernen sobre España tras haberse hecho público ayer por la tarde día 30 de diciembre, el pacto de gobierno de la nación entre PSOE y Unidas Podemos, más el más que seguro apoyo necesario para tal gobernabilidad procedente de los separatistas vascos y catalanes.

Cada vez más alejada España de las raíces cristianas (más en concreto, católicas) que configuraron su ser, toda su entraña, durante 2.000 años. Cada vez más amenazada España por una suerte desleal y traidora de Frente Popular II, que no hará más que agudizar el neopaganismo, el laicismo y la apostasía imperantes, y la bajada de pantalones a los intereses del NOM. 


28 de diciembre, 2019. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

domingo, 25 de septiembre de 2016

"Ser políticamente incorrecto"

Zas:
 
 
Cuando he escrito que "prefiero" a Miguel de Unamuno a Millán-Astray, he querido dar a entender que prefiero el debate intelectual, el tratar de escribir poesía, novela, artículos, ensayos, etcétera, como lo hizo magistralmente Unamuno. Sin por ello pretender afirmar que José Millán -Astray Terreros fuera un paleto, que no lo fue; de hecho, su cultura fue sin duda muy superior a la de muchos de los políticos izquierdistas (y derechistas) de nuestro tiempo.Image result for millan astray frases
 
 
Ciertamente o asimismo, el solo considerar cómo debió ser su matrimonio, casado ya a los 27 años con Elvira, vivido en castidad por expreso deseo de su esposa... Cierto que luego ya en su senectud tuvo el fogonazo de una relación adúltera, fue padre ya cumplidos los 60, hubo de salir de España para evitar el escándalo... y este hecho fue otro motivo más de distanciamiento con Francisco Franco, amén del convencido monarquismo del fundador de la Legión y de Radio Nacional de España. Pero no hace falta ser ningún adivino para suponer o conjeturar que en su vida Cristo y la Iglesia estuvieron incomparablemente más presentes que lo que debieron estar en la vida del idolatrado Che Guevara, ateo radical, asesino despiadado, anticlerical enfermizo o de siquiatra. Y sin embargo para los comunistas es al revés: ¡Vivas al Che!, ¡muerte a fascistas asesinos como José Millán-Astray! Con decir que a mí me parece que ya  los sigo escuchando en sus programas de radio para mearme de la risa de lo sectarios, falsarios y odiadores de la verdad de Cristo y de la Iglesia que son.Image result for millan astray frases

 
O dicho de otra manera: todo lo que conocemos de uno y de otro, esto es, de José Millán-Astray Terreros y de Ernesto Che Guevara, nos hace llegar a la conclusión, o ni que aclarar que al menos a mí, de que Millán-Astray -que sin duda debió cometer cien mil errores y excesos, los que fueran, no viene al caso ahora tal asunto, y tampoco es santo de mi devoción, ojo- tuvo incomparablemente más clara conciencia de las exigencias y deberes y naturaleza misma de lo que llamamos Reinado Social de Cristo, de la que debió tener el mismo Ernesto Che Guevara, por mucha Teología de la Liberación y por mucho Pedro Casaldáliga empeñados en hallar huellas del Reinado de Cristo en la vida y obras del guerrillero argentino-cubano. Con todo, en su viaje apostólico a Cuba, el santo papa Juan Pablo II, luego de alabar la grandeza moral y santidad de vida del prócer cubano Félix Varela, uno de los padres de la patria, reconoció que solo Dios conoce el destino final tras su muerte del Che Guevara y que indudablemente lo movió el ansia de justicia, bien es cierto, admitió Juan Pablo II entonces, que ejercida por caminos objetivamente incompatibles con la doctrina católica, con los caminos de la fe de la Iglesia. Image result for millan astray frases
 
 
Y esto lo afirmo de la misma manera, es decir, con la misma libertad, con que afirmo que me duele que el "izquierdista y anticlerical" Luis Eduardo Aute (cantautor, poeta, compositor, cineasta, pintor...), tocayo mío, esté ahora gravemente enfermo. Porque si denuncio lo que me parece impresentable o inasumible de Ernesto Guevara y lo grotescos que resultan ya a estas alturas de la historia o la película los comunistas más recalcitrantes, lo hago porque me siento libre para hacerlo desde mi libertad de hijo de Dios que busca, que investiga, que lee, que peca, que se arrepiente, que se equivoca, que acierta, que contrasta, que escribe... Y espero llevar a buen puerto todo ello sin lastimar a nadie, sin acusar ad hominem.Image result for millan astray frases


Al menos yo lo veo así, puedo estar equivocado. Saludos. Image result for che guevara
 
 
 
26 de septiembre, 2016. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, escritor, educador, bloguero, militante social.