Pero lo dicho: se ocupaba muy en primer lugar de lo que hoy día llamamos necesidades básicas. Seguro que muy consciente Jesús de aquello del salmista: "Que no me falte el pan para que mi boca no maldiga el nombre del Señor".
Y hoy, estimado papa Francisco -usted lo sabe, ¿cómo no iba...?-, solo en España más de 6.000.000 de desempleados, estoy seguro de que un día sí y otro también tienen que vencer esa tentación: que no me falte el pan para que, faltándome el trabajo, mi boca no maldiga...
Luis Henríquez, 5 de junio, 2013.