domingo, 1 de julio de 2018

"Por si al final acaban desacralizando el Valle de los Caídos"

 
No es digno de mí el que no toma su cruz para seguirme. El que procure salvar su vida la  perderá, y el que sacrifique su vida por mí, la hallará.
 
Mt 10, 38-39
 
 
Todos los conventos de España no valen la vida de un republicano (palabras del socialista Manuel Azaña, presidente de la Segunda República, ante la ola de incendios de iglesias, conventos, asaltos a sedes de la derecha política, asesinatos de falangistas a manos de extremistas del PSOE y asesinatos de católicos, que se desató a un mes escaso de proclamarse la Segunda República).
 
 
Una de las frases de Los mitos de la guerra civil que más escándalo han causado es la de que Franco respetó más que Azaña la legalidad republicana. Algunos han adulterado la frase, para hacerla más atacable, transformándola en la de que Franco era más "demócrata", cosa muy distinta. Franco aceptaba la democracia sin entusiasmo, y acató el régimen, sin pensar en rebelarse mientras no derivase hacia la revolución. No entró en la intentona de Sanjurjo, frenó tres posibles golpes de estado, y en octubre de 1934 defendió la legalidad contra los partidos izquierdistas que la asaltaban. Cuando él se sublevó, en julio de 1936, se habían alzado contra la república, además de Sanjurjo, los anarquistas, los socialistas, los nacionalistas catalanes, los comunistas y... Azaña. Si los líderes izquierdistas hubieran mostrado el mismo respeto que Franco a la legalidad, la guerra nunca habría estallado, y a Franco sólo lo conocerían hoy los especialistas en historia militar de la época.
 
Pío Moa, Los crímenes de la guerra civil y otras polémicas 
 
 




Correligionarios de los mismos que conspiraron antaño contra la legalidad de la Segunda República (no olvidemos que la Revolución de Asturias de octubre del 34 fue propiciada por el sector más extremista del PSOE encabezado por Largo Caballero, el Lenin español, con el apoyo del separatismo golpista catalán y el de los anarquistas) hogaño acusan a Francisco Franco de haber dado un golpe de Estado contra esa legalidad, y asimismo se frotan ahora las manos porque Izquierda Unida está decidida a presentar una propuesta de ley tendenciosa y sectaria, más memoria histórica manipulada y marxistizante: desacralizar el Valle de los Caídos, exhumar los restos mortales del "dictador" Franco y los del fundador de La Falange José Antonio Primo de Rivera.



Nunca he militado en organización falangista alguna, tampoco en grupos franquistas, ni siquiera en la OJE, más bien he militado en organizaciones consideradas progresistas y de izquierdas, pero por lo que experimento como elemental honestidad intelectual mía, no me nace empeñarme en negar contra toda evidencia la amistad entre José Antonio Primo de Rivera (figura emblemática del bando nacional) y el poeta Federico García Lorca (artista genial que aunque haya sido "ganado" para la causa frentepopulista, por muchos aspectos de su rica personalidad, por su impronta como de "señorito andaluz", por su vinculación con algunos falangistas de la época, tal el caso del también magistral poeta Luis Rosales,  y por su voluntario no decidirse a tomar partido político, es en verdad una figura inclasificable), si bien este es un hecho que poco debe importar al sectarismo izquierdista. El fundador de la Falange -que no fue exactamente fascista al estilo de Benito Mussollini, gracias sobre todo al sincero catolicismo del hijo del dictador Miguel Primo de Rivera, y mucho menos nazi, claro que más allá  de la impronta sí ciertamente filonazi de las JONS de Ramiro Ledesma- tuvo más conciencia social, inmensamente más sentido de la justicia, que los gerifaltes del PSOE actual, Podemos y resto de progres, honrosas excepciones aparte que solo Dios conoce. Y desde luego más amor a Dios y a España, y por ende a la civilización cristiana, huelga reconocerlo y... Mas este dato ¿qué les importa a tales sujetos?



Ellos y ellas persistirán en su sectarismo: que si defender a España frente a los separatismos y el globalismo dinamitador es de fachas, de franquistas, que si la Segunda República fue pródiga en demócratas, que si Franco fue un asesino genocida fascista, que si un frente neofascista encabezado por líderes identitarios de Hungría, Austria, Polonia e Italia está recorriendo Europa y bla bla bla. Total, ninguna extrañeza: hay que estar precavidos o preparados porque todo lo acaban con la acusación de fascista: Fulano es fascista, Mengano es fascista, cosa que muy bien tampoco se sabe lo que es, aunque desde luego sí que suena muy feo y como terrible en boca de tamaños totalitarios. 


En palabras del periodista Javier García Isac, "su obsesión enfermiza por Franco no terminará nunca. No finalizará con la profanación de sus restos. Con ello buscan tapar sus propios crímenes, sus propios delitos y corruptelas".



Esto es, Pasteleo, paridas, falsear la historia, manipularla, siempre la misma cantinela de la progresía, más falsa que un duro de cuatro pesetas. No hay tal fascismo; mas si lo hubiera ¿por qué no critican también y sobre todo el comunismo, que ha ocasionado más de 100.000.000 de muertos en menos de 100 años? ¿Por qué siguen empeñados en acusar a Franco de todos los males pasados, presentes y futuros de España, al tiempo que silencian los crímenes del comunismo, la ruina social y económica que el comunismo ocasiona en todos los países que tienen la desgracia de sufrirlo? Ideología perversa el marxismo que jamás ha sido propia de demócratas sino de totalitarios (cfr. el mismísimo Frente Popular, totalitario a más no poder), muy al contrario que Franco, que al menos hasta el Alzamiento del 18 de julio de 1936 aceptó, con mejor ánimo o peor, la legalidad democrática republicana, e incluso participó al comando de las operaciones en la defensa de la legalidad de la Segunda República frente a la llamada Revolución de Asturias de octubre del 34, que no fue sino un golpe de Estado en toda regla protagonizado por sectores extremistas de la izquierda contra la República. ¿Por qué la sempiterna matraquilla contra Franco, quien al menos salvó a la Iglesia de ser exterminada por el terror rojo republicano, socialista marxista y anarquista? ¿Es que no les parece este hecho suficientemente trascendental como para tener hacia el gobernante católico una mirada distinta, por más que pudiéramos aceptar, vale -es un suponer-, que el Caudillo cometiera innúmeras tropelías, crímenes e injusticias? ¿Es que por el solo hecho de haber salvado Franco a la Iglesia en España de la más atroz persecución religiosa desatada desde la época de las grandes persecuciones en los primeros siglos del cristianismo bajo el Imperio Romano, no es merecedor de un mejor trato que el que dispensa esta peña marxistoide a los sanguinarios y genocidas dictadores comunistas que por el mundo han sido? 



Mas me temo que todo es inútil: no hay peor ciego que el que no quiere ver, que es lo mismo que decir que quienes se empeñan en odiar a Cristo y a su Iglesia... De modo que no nos engañemos o dejemos engañar: lo que el felón, arribista, pequeñoburgués y guerracivilista Pedro Sánchez (increíblemente devenido en presidente del Gobierno) odia, es la Cruz del Valle de los Caídos: 150 metros de símbolo de la reconciliación de Dios con la humanidad caída, divisables a 40 kilómetros de distancia. 




150 metros de cruz que quieren simbolizar la reconciliación entre todos los españoles: muertos de ambos bandos yacen en el Valle de los Caídos; los presos republicanos que trabajaron en la construcción de la magna obra, que se prolongó durante 20 años, nunca debieron pasar de 1.000, en cifras redondas, y convivieron en general con notable armonía con los trabajadores libres, más cualificados o técnicos que los presos republicanos; estos recibían un sueldo o jornal por el trabajo desarrollado, y veían conmutada su pena: por un día de trabajo, varios días de condena conmutados; los hijos de los presos que trabajaban en la construcción de la obra, junto con los hijos de los funcionarios de prisiones y de los trabajadores libres, ya se ha dicho que en general personal obrero más cualificado frente al peonaje de los primeros, iban juntos sin problema alguno a las escuelas de la zona; por lo general, las familias de los presos recibían toda clase de ayudas o facilidades para visitar a sus reclusos, e incluso en algunos casos algunas familias llegaron a ocupar permanentemente casas próximas a la obra en construcción; hubo casos de presos republicanos o frentepopulistas con condenas a muerte por delitos de sangre perpetrados en zona de retaguardia, no en el frente de batalla (por lo común, no se considera delito de sangre ocasionar la muerte del enemigo en combate), que vieron conmutada su pena capital merced a años de trabajo en la construcción del Valle de los Caídos; durante los 20 años que ya se ha dicho se prolongó la construcción de la magna obra, hubo 14 obreros fallecidos en accidente de trabajo, o acaso 18, en algunos casos ocurridos esos accidentes no a pie de obra sino en episodios de circulación automovilística fuera o en las inmediaciones de la zona, por ejemplo, pero en ningún caso los cientos o miles de víctimas "sometidas a condiciones de esclavitud" que sin fundamento alguno barajan o esgrimen los voceros del izquierdismo más sectario, comunistoide e infundado.







Pero de qué extrañarse, insisto: odian la fe: odian a Cristo y a su Iglesia. Odian la civilización cristiana. Odian la verdad: son sectarios a tope. Con decir que hasta hacen burla de un periodista excepcional como Federico Jiménez Losantos, al que ninguno de estos por otra parte le llega a la suela de los zapatos y al que no le perdonan que haya transitado de su marxismo maoísta juvenil de hace 40 años a su condición actual de crítico feroz del comunismo; desde luego, de Losantos se puede discrepar, y yo mismo, imberbe en no pocos asuntos, discrepo en algunos puntos, pero de ahí a afirmar, como se atreven a hacer algunos de esta tropa, que los ensayos de Jiménez Losantos contra el marxismo (especialmente su último libro, la monumental Historia del comunismo) son un panfleto, ¡panfletos personificados sí que son ellos!



De manera que nada debe extrañar, siendo así las cosas, que se haya reunido recientemente el señor presidente Pedro Sánchez con ese príncipe del mal que es George Soros, uno de los amos del mundo, el gran magnate de la masonería, el globalismo y la inmigración invasiva contra Occidente: siguiendo el plan Kalergi, el enemigo a batir es la civilización cristiana. La misma que el "dictador" Franco salvó: sobre 7.000 religiosos entre obispos (un total de 13), sacerdotes, monjas, religiosos, y varios miles de seglares católicos asesinados (amén de la vandálica quema de iglesias  y de toda clase de edificios vinculados a la Iglesia: se calcula que pudieron ser devastados alrededor de 20.000 templos católicos), por el solo delito de ser católicos, a menudo de las maneras más sádicas que quepa imaginar: fotos hay de milicianos profanadores de tumbas de curas y de monjas posando para la posteridad macabramente al lado de los ataúdes y cadáveres. Y todo este terror, todo este espeluznante odio a la fe como no había habido otro igual desde la época de las persecuciones religiosas bajo el Imperio Romano, desatados por los sectores más radicalizados del Frente Popular. 








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Hoy como ayer, odian a Dios aunque afirmen no creer en Él. Y acaso odien a Franco en no poca medida porque este derrotó, no la legalidad republicana -que es el viejo mantra de la progresía-, que ya estaba en demasía deslegitimada por el clima de caos y terror que las fuerzas del llamado Frente Popular venían provocando en la nación y por las sucesivas conspiraciones de sectores izquierdistas contra la Segunda República, y sí el proyecto bolchevique o estalinista de convertir España en una república soviética, previo exterminio de la Iglesia católica y de todo rastro de Dios que pudiera llevar a la misma.



Como que lo afirma mucho mejor de lo que yo pudiera el economista y humanista español Roberto Centeno en su artículo "Contra la infamia guerracivilista de la exhumación de Franco por el ilegítimo Frente Popular" (Rambla Libre, 2 de julio, 2018):



<<Como afirma el más prestigioso historiador de las guerras modernas, el inglés Antony Beevor (1): “La guerra civil española es uno de los pocos conflictos mundiales cuya historia la han escrito con mayor eficacia y mendacidad los perdedores que los vencedores. Las generaciones más jóvenes no pueden ni imaginar cómo era la vida en España desde Febrero de 1936”. En esa fecha, un Frente Popular formado por totalitarios socialistas, comunistas y anarquistas y por separatistas golpistas, se hicieron con el poder a través de unas elecciones fraudulentas, y de inmediato desataron una ola de violencia, quema de iglesias y asesinatos de quienes no pensaban como ellos y paralizando la economía del país.

El 12 de julio la policía republicana asesina al líder de la derecha José Calvo Sotelo, y el Gobierno en lugar de arrestar a los responsables detiene a la gente de derechas. Franco, que hasta ese momento se habría mostrado contrario al alzamiento con gran irritación de los conjurados, decide unirse a él. “El gobierno de Madrid ha caído en manos de unos pistoleros”, clamaría D. Miguel de Unamuno desde Salamanca, y uno de los padres intelectuales de la República. El levantamiento del 18 de Julio no se realizó contra un gobierno legítimo, como pretenden socialistas, comunistas y separatistas, sino contra un desgobierno revolucionario, decidido a acabar con la media España que no pensaba como ellos.



Estos hechos, exhaustivamente investigados y estudiados durante más de 70 años, están hoy fuera de toda duda razonable, excepto para el nuevo Frente Popular articulado alrededor de un botarate guerracivilista como Pedro Sánchez, un apóstol de la mentira y del odio, dispuesto a reabrir las trincheras de 1.936 y enfrentar a media España contra la otra media, imponiendo  la perversa visión del Frente Popular. Y para empezar, este miserable al que solo han apoyado el 15% de los españoles con derecho a voto, ha decidido exhumar los restos del general Franco, que consiguió contra todo pronóstico la victoria del alzamiento, tanto que Prieto visto lo extraordinariamente ventajoso del Gobierno en hombres y en medios, exclamaría: “Podría ascender hasta la esfera de lo legendario el valor de quienes se han alzado en armas contra la República, y aún así inevitablemente, inexorablemente, serían fatalmente vencidos”. No conocía a Franco.
Pero Franco hizo más, muchísimo más, sacó a España de su pobreza secular y creó una poderosa clase media, que la chusma política actual está destruyendo. En 1975 había situado a España como la octava potencia económica mundial, hoy la oligarquía política la ha hundido al puesto 16; la renta per cápita relativa a los 9 países que constituían la entonces CEE  llegó en 1.975 a su máximo histórico, el 83% de la media de estos nueve países; hoy se ha hundido hasta el 71%. La industria era el 36 % del PIB hasta que los socialistas la destruyeron en 1986 con la llamada “reconversión industrial”, y hoy es el 14% del PIB, y es que la casta política ha convertido España en un país de enchufados públicos, especuladores y camareros.  Franco borró del mapa la palabra paro y hoy tenemos el segundo mayor de Europa; la enseñanza pública era la tercera mejor de Europa, hoy es una de las últimas; los hijos vivían no mejor sino mucho mejor que sus padres, hoy por primera vez en siglos viven peor, y lo malo está por llegar. La deuda pública era cero, hoy es el 133% del PIB, lo que será la ruina de las generaciones futuras, etc.>>



Y sin embargo los muy sectarios filocomunistas, con su guiño a Bergoglio aunque odien a Cristo y a su Iglesia -a decir verdad, justamente por esto aplauden al muy heterodoxo Bergoglio-, con sus plataformas mediáticas, apoyo institucional, laicismo imperante, emisoras de radio y políticos sin escrúpulos ni vergüenza socialistas (falsos, ni que decir: cobran y bien que cobran por no ser socialistas), comunistas, podemitas, nacionalistas canarios de izquierda (¿?) y demás familia falsamente solidaria, a seguir bla bla bla con la demagogia y la fraudulenta manipulación de la historia. 


1 de julio, 2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.


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