miércoles, 26 de agosto de 2020


Como ya he escrito en otras breves reflexiones, achaco no poca responsabilidad de cómo acaban actuando estos seres perversos llamados psicópatas (integrados) y narcisitas malignos a la acción cómplice de los monos voladores. Entiendo que sin el compinche concurso de estos es muy plausible o probable que con las mismas no se sintieran tan "autorizados" para ejercer su daño; ese devastador daño que ocasionan a las víctimas inocentes que tienen la desgracia, generalmente por ser seres humanos empáticos, de despertar las ansias depredadoras y vampíricas del monstruito.

Hipótesis. Si de repente y sin avisar los monos voladores le platasen cara, le espetasen en toda su jeta endiosadamente narcisita y borracha de delirios de grandeza, algo así como un "estamos ya hartos de tu maldad; de hecho, nos arrepentimos de haberte apoyado como compinches tuyos en algún momento de nuestras vidas, siempre en perjuicio de las desgraciadas víctimas (Fulanito de Tal y Menganita de Cual) a las que tú, de manera cínica, insolente, despiadada e inmisericorde, has dañado. Sin haberles jamás pedido perdón. Y sin haberte ellas a ti dado motivos para tu ruin y perverso proceder. Eres un malvado, una malvada: haces mucho daño; lastimas a las personas; no cuentes más con nosotros o nosotras para esto".

Si así procediesen los exmonos voladores -permítase la expresión-, ¿cómo reaccinaría el trastornado? Sospecho que seguiría siendo ese ser perverso, moralmente imbécil, tóxico y malvadamente diabólico que por naturaleza es, pero igual no se sentiría tan envalentonado para actuar con tanta impunidad y desvergüenza.

En cualquier caso y sea cual sea la tecnología malvada que use el trastornado para causar sufrimiento a sus víctimas, los psicópatas (integrados) y los narcisistas malignos si por algo se caracterizan es por su grado de malignidad.

Gozan, se ufanan, crecen, se cuecen y engrandecen haciendo sufrir al otro, cosificando al prójimo, empequeñeciéndolo, humillándolo, desvalorizándolo, manipulándolo, hiriéndolo, calumniándolo.

Entonces, procediendo así estos seres oscuros, ¿cabe siquiera el solo plantearse intentar dialogar con ellos? Como principio básico o sine qua non de todo diálogo posible, tendrían que comenzar reconociendo todo el daño moral y psicológico que causan a sus víctimas. Y acto seguido inmediatamente entonar un sincero mea culpa y caer de rodillas implorando perdón a sus víctimas; jamás de los jamses proceden así, salvo que deseen hacer teatro para lavar su imagen amenazada o manchada y así continuar con su vampírica depredación.

¡Ay, bendito contacto cero, única manera real y efectiva de librarse de estos seres tóxicos!


25 de agosto, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.

No hay comentarios: