domingo, 30 de septiembre de 2018

"Las mil y una caras de la apostasía"



Sin embargo, será tal vez por aquello de que "todo depende del color del cristal con que se mire", pues lo cierto es que, en clara oposición a lo que se vierte en esta interesante entrada de Juan Suárez Falcó, nos encontramos con que los mismos progreeclesiales que en un reciente antaño se dedicaron con denuedo a crucificar vivos a Juan Pablo II y a Benedicto XVI -los acusaban de todo menos de bonitos: "que si reaccionarios, que si hipócritas, que si encubridores de pederastas, que si proimperialistas, que si conculcadores del espíritu y la letra del Vaticano Segundo"...- y que nunca perdonaron al hamletiano Pablo VI que publicara su encíclica Humanae Vitae, cierran filas hogaño en torno al papa Francisco, al que aplauden un día sí y otro también, incluso al precio de calificar de "ultracatólicos" a todos los grupos y sectores católicos que están ya muy escandalizados por las permanentes y sistemáticas heterodoxias de Jorge Mario Bergoglio (esto es, ultracatólicos sería Como Vara de Almendro y todos sus seguidores: autores de los textos, foristas, lectores...). 

Así las cosas para los progreeclesiales, ni que decir que al arzobispo Viganó, que ha destapado la caja de los truenos sobre el muy probable encubrimiento del papa Bergoglio de casos de pederastia protagonizados por altos eclesiásticos católicos (más en concreto, encubridor de las fechorías de auténtico depredador sexual del cardenal McCarrick), también lo están desollando vivo y hasta se atreven a pedir al papa Francisco un gesto de autoridad o autoritarismo contra el valiente arzobispo, gestos por los cuales, qué curioso, los progreeclesiales siempre han puesto el grito en el cielo  cuando los que han sido amonestados por papas como Juan Pablo II o Benedicto XVI han sido algunos de los herejes tan estimados en los círculos del progresismo católico: Hans Küng y compañía...

Postdata: los progreeclesiales atesoran una muy particular sensibilidad espiritual, eclesial, teológica e ideológica, ¡y tanto que sí!, pues en todo momento son capaces de seguir defendiendo a un sátrapa o tirano como Fidel Castro y siempre, siempre, le niegan cualquier logro o virtud a un gobernador católico como Francisco Franco. Por ejemplo: cierto que Franco aplicó la pena capital durante su régimen autoritario en miles de ocasiones. Ciertamente, puede ser objeto de discusión la cuestión disputada sobre su debieron ser tantas, si hubiera podido ser que apenas fueran algunas las ejecuciones, etcétera. Pero lo sorprendente o tal vez directamente inadmisible es que desde sectores que se reivindican como católicos se acuse a las sentencias de Franco de meros asesinatos de una mente fría, dictadora y criminal, hipócritamente católica, en tanto esos mismos sectores progreeclesiales siguen siendo muy acríticos con los desmanes de la Segunda República y por ende muy entusiastas en vitorear las maravillas de la Segunda República Española, sin que jamás de los jamases se les escuche ni una palabra de condena sobre el Holocausto Católico perpetrado por el Frente Popular. Y estos sí que fueron torturas, vejaciones, violaciones y asesinatos perpetrados con diabólico sadismo y sin amparo legal o jurídico alguno, al más puro estilo chequista, gansteril y terrorista.


¿Hipócritas, malandrines, enemigos de Cristo y de su Iglesia o profetas visionarios de Otra Iglesia Inclusiva Posible?

Desde luego, es innegable que la apostasía que despelleja viva en la actualidad a la Iglesia afecta la fe de muchos de sus hijos e hijas de todo estado, lugar y condición -y la mía en primer lugar-, pero de momento al menos yo no siento ganas ni determinación de pronunciarme en estas sentencias: "El obispo Fulanito de Tal es que es un apóstata", "el cardenal Menganito de Tal es claramente un apóstata, se nota que no cree en Cristo ni en su Iglesia, es un malvado". Ergo,  parece indudable que el cardenal Teodoro McCarrick ha hecho un daño terrible a docenas y docenas de personas inocentes, ha sido un golfo moral, un desgraciado que ha hecho un daño espantoso a la Iglesia".

Sin embargo, yo no descarto que tenga una buena formación doctrinal, no descarto que fuera sincero en seguir su vocación, no descarto que durante muchos momentos de su ya muy longeva vida haya querido en verdad servir a Cristo y a su Iglesia. Pero los hechos en su contra son innegables: su debilidad como pecador a menudo ha sido superior a la bondad de sus actos, a la autenticidad de su entrega, a su fidelidad como pastor a Cristo Supremo Pastor.


Y lo mismo que pienso o sospecho del cardenal McCarrick pienso o sospecho de Jorge Mario Bergoglio, hoy ocupante de la silla de Pedro: solo Dios sabe la verdad completa sobre sus motivaciones y sobre sus actos de gobierno, sobre la verdad de su amor a Cristo y a su Iglesia, sobre la sinceridad de su seguimiento de la llamada a la vida religiosa... solo que los desaciertos, las heterodoxias, las concesiones al laicismo, la ambigüedad y la tibieza en la fidelidad o adhesión a las verdades de la fe católica según la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio, es que claman al cielo.


6 de octubre, 2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.


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