Apruebo en total medida el comentario inmediatamente anterior de mi amigo Teófilo Salvatierra.
Veamos. La historia de la humanidad ha conocido la existencia -admítaseme la expresión- de innúmeros librepensadores, agnósticos, ateos, materialistas más o menos dialécticos y demás "familia" espiritual e ideológica que se han caracterizado por el despliegue, en sus respectivas existencias, de un comportamiento ético o moral excelente; han sido, dicho en la lengua de Cervantes, o a escala coloquial, buena gente.
Y el hecho de que no creyeran en Dios, o dudaran mucho, pertinazmente, de su existencia, y naturalmente dudaran también de las "bondades" de la Iglesia universal, en verdad no impidió que alcanzaran altos niveles de idealismo, humanidad, compromiso solidario...
Verbigracia: hay cierta unanimidad en considerar que nada menos que el filósofo nihilista de origen rumano Emil Cioran y de lengua adoptiva francesa (descendiente de popes), fue un hombre de vida muy sencilla, austera, humilde; e incluso hospitalario fue su su hábito o proceder con amigos, íntimos, con interesados en su obra. Al parecer, era un hombre de celebrada capacidad para acoger al otro. Cierto que se manifestaba como más bien ateo, librepensador, nihilista, pesimista, pero no por ello era un hombre ajeno a la bondad.
Otro tanto de lo mismo cabría afirmar del también reputado filósofo francés M. Foucault, enfermo de Sida, suicida... En su producción filosófica, Foucault se propuso poner en solfa buena parte de la tradición ontológica y axiológica occidental judeocristiana. Hombre ligado a círculos de la extrema izquierda francesa y aun europea, trato de dejar constancia, empero, de que no escasean los conocedores de su vida y de su obra que afirman que fue, en buena medida, lo que se dice un buen tipo.
Consideremos por último a Hans Küng, aunque ya octogenario auténtico infant terrible de la teología católica actual. Progresista, en efecto, hipercrítico con el papado, con buena parte de la jerarquía eclesial, "audaz" en llegar a plantear la legitimación del aborto en algunos supuestos... Lo que queramos. Sin embargo, ¿por qué poner en duda su talla teológica, su bonhomía?