lunes, 6 de enero de 2020

"Si me miro en un espejo..."




De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo

Marcos 8, 36.



José Antonio Primo de Rivera.


Camaradas, más vale ejecutar a 100 inocentes a que escape un solo fascista vivo


Dolores Ibarruri, la Pasionaria.



me seguiré invariablemente viendo, allende todas las apariencias, dificultades, imperfecciones, debilidades, perplejidades, dubitaciones y naufragios todos de mi vida, como católico, apostólico y romano, por más que no ignoro además que en la España actual ya casi debemos parecer los católicos empeñados en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, una especie en vías de extinción; desastre o estado actual de las cosas a que contribuyen mis pecados, qué duda cabe, mi mediocridad de vida, lo admito, pero sobre todo las traiciones a Cristo y a su Iglesia perpetradas por una jerarquía de mil y una maneras atrapada en lo mundano y en la apostasía. 

Por esto mismo, en lo tocante a las etiquetas de rigor no soy propiamente franquista, ni fascista, ni carlista, ni falangista, ni tradicionalista, ni requeté, ni monárquico; esto es, de ninguna fuerza en concreto de lo que comúnmente se denomina pensamiento conservador, tradicionalista o de derechas, por muy dignas de consideración que sean o pudieran ser todas y cada una de ellas. Muy al contrario, más bien he sido lo que se dice de izquierdas durante varias décadas de mi vida; desde adolescente, tampoco es que sea tan mayor. Hasta el extremo de que no tiene que venir un maestro de nuestras letras hispanas como Ernesto Sábato a recordarme que el movimiento anarquista o libertario español ha estado impulsado por hombres y mujeres de una talla moral indiscutible (auténticos titanes de la justicia social), y así él mismo tuvo ocasión de conocer este hecho, sobre todo durante sus años mozos, en su Argentina natal: anarquistas como Diego Abad de Santillán que vivieron su exilio preferentemente en aquel país hermano.

Ahora bien, como católico que me confieso, reparo en lo siguiente allende mi admiración confesa por las más preclaras figuras del anarquismo clásico (admiración que no obstante no me impide reconocer, lamentar y criticar que asimismo hubo mucha violencia terrorista en las filas del anarquismo, mucho pistolero sanguinario que echó mano de la violencia más sádica en la perpetración de la persecución religiosa contra la Iglesia, por odium fidei, que se desató en España en los años inmediatos previos al estallido de nuestra Guerra Civil y, de manera particularmente salvaje y cruenta, durante el desarrollo de la misma): entre una figura de nuestra historia como Francisco Franco el Caudillo y una como Dolores Ibarruri la Pasionaria, ¿por cuál me decanto hoy por hoy? En mi época de perroflauta -que la tuve-, habría dicho "me decanto por la Pasionaria, porque fue pobre, de la clase obrera, fue militante de la solidaridad; mientras o por contra, Franco fue militar, se codeó con la crema de la crema de la sociedad, coqueteó con el fascismo, ejerció el poder de forma dictatorial, asesinó a casi un millón de personas en la represión que sucediera a nuestro conflicto civil..."

O entre una figura como José Antonio Primo de Rivera (la Wikipedia, que es la enciclopedia de Soros, la del progresismo y lo políticamente correcto, califica su pensamiento y praxis política de extrema derecha) y las semianalfabetas Adriana Lastra, del PSOE, o Irene Montero, de Unidas Podemos y pareja sentimental actual de Pablo Iglesias (jóvenes mujeres que no han dado un palo al agua en su vida, a las que solo se les conoce y reconoce vida laboral como políticas profesionales), en esa época mía extrañamente habría preferido a ambas mujeres citadas, además no fuera que me acabaran calificando de "revisionista, facha, fascista, neofranquista, machista, retrógrado...".

Hoy no, ni modo, que dicen en México: casi del todo, me he ido desprendiendo de esos lastres, esto es, de esos miedos a ser tildado de... Pues a decir verdad, si ser de izquierdas significa comportarse de manera permanentemente ética, incomparablemente fue más de izquierdas el traído aquí José Antonio Primo de Rivera que Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Gabriel Rufián, Ada Colau, José Luis Rodríguez Zapatero... Todos estos me parecen una panda de farsantes y vividores de la política que no han dado en su vida un palo al agua, y cuya ideología principal no es ser de izquierdas, si se entiende por ser de izquierdas el comportamiento permanentemente ético y solidario vivido por clásicos del anarquismo como Salvador Seguí, el noi del sucre, entre otros muchos que podrían citarse, y sí el ser lo que aquí y ahora destaco: vividores, trepas, listillos. Y además, a la hora de la verdad o a fin de cuentas ¿qué demontres importan las etiquetas?

Hoy comprendo la confusión y la no poca falacia y estulticia de aquellas mis ideas. Y hoy me digo que descreo completamente de cualquier bondad del comunismo, no en vano la ideología más criminal y genocida de cuantas ha conocido la historia de la humanidad -por más que me siga gustando la poesía de Miguel Hernández, y no me disguste la de Rafael Alberti, e incluso no comparta el juicio de Juan Ramón Jiménez sobre la obra poética de Pablo Neruda...-, hasta el punto de que estoy convencido de que Franco hizo incomparablemente más y mejor por la clase obrera que la Pasionaria, por muy comunista que esta se proclamara. Y desde luego, como respuesta a tanta injuria facilona de la progresía contra el franquismo, cabría recordar que al menos Francisco Franco tenía buen ojo para elegir como ministros y colaboradores de su régimen a técnicos superpreparados, de entre los mejores; la PSOEZ (también llamada PSOE), por su parte, elige a lumbreras como Adriana Lastra, mientras corre un estupido velo sobre todos los casos de corrupción que jalonan su gestión pública: los casos Flick, Filesa, Ave, Seat, Guerra, Gal, Pretoria, Ere de Andalucía... 

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De modo que casi que me da completamente igual escuchar a esos vergonzantes políticos de izquierdas, que al poco de perseverar en la política profesional partidista ya adquieren un estatus de burgueses de tomo y lomo (cfr. los casos de Pablo Iglesias y señora: de descamisados que vivían de alquiler hace apenas 5 años en zonas urbanas de la clase obrera, a vicepresidente y posible ministra del Frente Popular II respectivamente, habitantes asimismo de una flamante mansión que quitara el hipo al más burgués entre los burgueses, ya con la vida prácticamente resuelta en lo económico), su cantinela de siempre, su mantra insobornable al desaliento: "La derecha fascista, la derecha que quiere recortar los derechos sociales (esto es, el aborto, tal vez la eutanasia, la legitimación moral de las movidas LGTBIQ, la aceptación de las excelencias de la ideología de género, el aplauso encendido al feminismo supremacista, la aceptación del relativismo-irenismo imperante, y similares, que estos son los derechos sociales de que hablan los progres como irrenunciables conquistas de la ciudadanía que la perversa derecha pone en peligro), la derecha que es aliada de los ricos..."

Pasteleo, demagogia, palabras desgastadas por el uso y el abuso. O lo que es lo mismo: entre la pasión por la justicia social de un José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange, y la pasión por la justicia social de Pedro Sánchez o de Pablo Iglesias (Pedro y Pablo al frente, oh infortunio, del Gobierno de nuestra nación), creo sin duda en la del primero, por muy de extrema derecha que se le considere (fascista y demás sambenitos despectivos a que nos tienen acostumbrados los progres), y no creo en absoluto en la de los segundos (felones, farsantes, enemigos de España, trepas que son), por mucho que ambos se empeñen en el cuento de "somos de izquierdas, somos del Pueblo, somos solidarios, somos a comer de un piñón con los descamisados de la historia, arriba los humildes y los pobres de la tierra, y bla bla bla". 

Bla bla bla, que cantábamos en Barrio Sésamo. Grosera mentira: no hay ni un gramo o ápice de solidaridad con los pobres en tales personajes que viven del metraje de reivindicarse de izquierdas. Yo lo sé, y me basta, por más que igualmente no ignoro que prácticamente la totalidad de los medios de comunicación (¡ay, benditas excepciones!) están al servicio de esta izquierda caviar, golosa, aburguesada, trincona, trepa, sectaria y demagógica. Están al servicio, pero descaradamente, de la manera más servil y abyecta que quepa imaginar, de la agenda globalista de ese cojón del Anticristo llamado Soros. Peones de Soros, esto es lo que son. Y no hay más tutía, ¡farsantes de mil pares de narices!

Y por lo demás, como ni antes tuve ni la tengo ahora la costumbre de acudir a fiestas galantes, fiestas de ricos, de aristócratas, de burgueses, por más que a tales saraos se sabe que también acuden no pocos individuos e individuas adscritos a la izquierda social, cultural, política y sindical (conocida es la desorbitada pasión por los mariscos de un buen puñado de sindicalistas liberados), tampoco por este lado podrían achacarme que antes es que era un descamisado y ahora es que me he convertido en un burgués. 

Con todo, de algo sí creo estar convencido a estas alturas. A saber: ya puedes escribir en grandes letras de oro y plata toda la verdad más rigurosamente contrastada por la investigación histórica sobre la Segunda República, la Guerra Civil, el franquismo y la transición democrática (cfr. los trabajos al respecto de Ricarlo de la Cierva, Luis Suárez, Stanley Paine, Luis Pío Moa, Pedro Carlos González Cuevas, Laureano Benítez Grande-Caballero, Fernando Paz, Juan Ernesto Pflüger, Francisco Torres García, Ángel David Martín Rubio, y un no poco nutrido etcétera de historiadores y hasta periodistas como Federico Jiménez Losantos, Eulogio López, Enrique de Diego...), que de nada va a valer, pues la gran mayoría de los comunistas, sociatas, podemitas, izquierdistas de vario pelaje y perroflautas unidos hasta la lucha final van a seguir repitiendo las mismas sandeces, los mismos tópicos, las mismas mentiras de la lobotomización progre: "Vox es Fox* (conozco un comunicador de estos, comunista recalcitrante, necio, sectario, justificador de terrorismos y narcodictaduras, malvado y descerebrado como él solo, que llama a Vox Fox*, jugando con el canarismo "fos", voz que se emplea para indicar sensación de mal olor), "Vox es el fascismo, son nazis, son franquistas, Franco fue el gran genocida culpable de la muerte de más de un 1.000.000 de personas (hasta de la muerte del torero Manolete, muy probablemente), el 99% de estas, esforzados militantes de la justicia social, y bla bla bla.".

No hay nada que hacer: hijos de las tinieblas, individuos e individuas instalados en el eje del mal, guías ciegos que intentan conducir a otros ciegos, les mueve el odio, el sectarismo, la ruindad. Les mueve el odio a Dios, al Dios Uno y Trino. Y es desde este odio desde el que disparan contra Franco (al que además tal vez no perdonen que contra todo pronóstico derrotara al comunismo en España, apoyado y hasta financiado en aquella hora trágica y fratricida por el tiránicamente todopoderoso Stalin), contra la Iglesia, contra el Orden Social Cristiano, contra el Reinado Social de Cristo.

En definitiva: los comunistas, filocomunistas, podemitas, sociatas, izquierdistas varios y perroflautas (salvo excepciones confirmantes de la regla que pudiera haber, solo Dios sabe) son tan retorcidamente sectarios, malvados y conculcadores de todo lo divino y sagrado, que cuando les echas en cara su complicidad con el terrorismo etarra -y de paso, con el terrorismo de todos los grupos guerrilleros de inspiración marxista o anarquista que por el mundo han sido-, invariablemente te responden con esta estúpida, injuriosa, cínica e insalvable coartada: "Y Franco más, este sí que fue un asesino, un golpista, un genocida". O esta otra: "A los fascistas y nazis del Partido Popular y ahora a los de VOX les ha interesado la existencia de la banda ETA, para sacar de ello rentabilidad política partidista. A decir verdad, hoy por hoy los primeros en condenar a ETA son precisamente los de Bildu".

Desde luego, el grado de indecencia intelectual y moral de ambas declaraciones clama al cielo, por más que sus proferidores manifiesten estar más bien próximos al infierno. Pero es que los comunistas, progres, podemitas, filocomunistas, izquierdistas y perroflautas en general son así (salvadas las excepciones que tal vez pudiera haber, insisto, solo Dios sabe) de descerebrados y malvados.

Como que están alineados en el eje del mal, el eje del Maligno: en absoluto creen en la Ciudad Celeste o de Dios (agustiniana), creen meramente en la Ciudad Secular, mas ni siquiera en lo mejor de esta, en lo más noble, justo, loable, bello y bueno. Y España, ciertamente, ya tiene de católica tan poco, tan poco que... Que por esto mismo han llegado al poder (para alegría de los progreeclesiales, también llamados secularistas, herejes, dizque católicos o seudocatólicos) los enemigos del Dios Uno y Trino, de la Iglesia y de España llamados Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Irene Montero, Alberto Garzón... 


6 de enero, 2020 (Día de Reyes). Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.



sábado, 4 de enero de 2020

"Los llaman animales no humanos"



De todos los ingredientes ideológicos que conforman el pensamiento progre imperante, también conocido como perroflautismo, me queda poco espacio para la duda a la hora de afirmar que en verdad el animalismo debe ser por méritos propios uno de los más alucinados, absurdos y totalitarios.


Tengo entendido que a esta ideología la llaman transhumanismo. Frente a lo cual yo, que soy muy exagerado, lo reconozco, y que tampoco soy un experto en estos asuntos, por descontado esto, estoy tentado a sospechar lo que sigue: el animalismo es un capítulo más en el proceso de deshumanización a que nos han traído la postmodernidad y la postverdad, la deconstrucción del hombre, el pensamiento débil (la muerte de los grandes relatos o macrorrelatos otorgadores de sentido a la humana historia: cristianismo, socialismo, anarquismo), y desde luego el camaleónico marxismo cultural.  


Por lo demás o por cierto, nadie en su sano juicio debe abogar por someter a los animales a torturas, castigos o sufrimientos innecesarios. ¿He escrito innecesarios? Ya se cagó el perro en las papas, porque con respecto a nuestra secular relación con los animales, de los que desde la noche de los tiempos hemos venido obteniendo alimento, pieles, huesos, compañía, protección, una fuerza de carga y cabalgadura, ¿qué cabe entender por sufrimientos, torturas o castigos innecesarios


Ni hay espacio en este artículo ni acaso me alcance del todo mi competencia intelectual para desarrollar una respuesta me supongo que rigurosamente convincente; desde luego, a los animalistas no iba a convencerlos, ni a uno, tan ateos que suelen ser, terracentristas e inmanentistas. Me basta con la revelación bíblica: Dios creó el mundo (seres vivos de todas las clases, animales y vegetales, y el mundo mineral, etcétera) al servicio del hombre, único animal creado a imagen y semejanza de Dios, con vocación, así pues, a la eternidad, con alma inmortal, racionalidad, conciencia, lenguaje articulado, con capacidad de simbolizar la realidad (cfr. Génesis 1, 26-31)... 


Conjeturemos así pues la siguiente hipótesis, tan improbable, ya sé, como por lo demás fácilmente comprensible. La que sigue: imagínemos el número total de personas practicantes de la caza y de la pesca o meramente aficionadas de alguna manera a estas milenarias prácticas mediante las cuales el hombre (varón y hembra) se ha provisto de alimento desde el alba de los tiempos. En el caso de la caza, hay consenso científico en afirmar que gracias a la ingesta de carne de origen animal nuestros antepasados en la evolución homínida (hominización) fueron separándose del tronco común originalmente compartido con otros grandes primates.


Consideremos igualmente ahora el innúmero número de los pastores, ganaderos, aficionados a la tauromaquia, a las peleas de gallos, a la hípica y carreras varias de caballos, aficionados a criar dromedarios con fines turísticos, abandonadas ya las labores agrarias, hoy por hoy en nuestras Islas (Timanfaya en Lanzarote, Dunas de Maspalomas en Gran Canaria, determinadas zonas recreativas en Fuerteventura, incluso en Tenerife…). Y seguidamente tratemos de considerar el igualmente innúmero número de los apicultores, colombófilos, colombicultores, canaricultores, aficionados al silvestrismo, adiestradores de perros lazarillos y de rescate, domadores y cuidadores de animales para circos, acuarios y zoos...


Tratemos de imaginar por un momento la hecatombe de proporciones cósmicas que supondría la fulminante desaparición de la ganadería, la pesca y el pastoreo (si desapareciera el pastoreo, si fuera prohibido por los organismos internacionales competentes al efecto, si esto fuera posible, supongamos, ¿qué sería de los tuaregs, los hombres azules del desierto?).Resultado de imagen de ANIMALISMO


No ignoro que hay voces cualificadas que desde el ecologismo en claves humanistas y aun personalistas nos recomiendan un consumo moderado de carnes de origen animal (yo mismo, sin ir más lejos, procuro con frecuencia diaria consumir vegetales crudos, preparados al vapor, o ya listos en nuestros tradicionales caldos y potajes), toda vez que la ganadería practicada a macroescala o escala industrial, es muy agotadora de ciertos recursos naturales y es contaminante, etcétera. Vale. Pero una cosa es esta advertencia -que también puede repercutir para bien en nuestra humana salud-, y otra muy distinta el prohibicionismo del consumo de todo producto de origen animal que proponen las huestes del animalismo, sobre todo en sus formas más radicales, que son las propias del animalismo vegano.


Por último, apenas esbozado el cuadro anterior que podríamos denominar como "relación tradicional del hombre con los animales", tratemos de imaginar el innúmero número de personas que en todo el mundo consumen carne, huevos, miel y pescado, o que crían pájaros como canarios, jilgueros y otras especies, o aves como las palomas y así disfrutan de la vida como canaricultores, colombicultores, colombófilos o silvestristas.


Pues bien: la lucha del animalismo en pro de unos tan supuestos como imposibles derechos de los animales (los animales, que no son sujetos morales, carecen de derechos, pues a su vez no son capaces de ejercitar deberes u obligaciones) supone una permanente agresión a todos los colombicultores, cazadores, pescadores, silvestristas, ganaderos, pastores, adiestradores de perros lazarillos y para el rescate de personas ante situaciones de catástrofe, accidente y todo tipo de desgracias... 


Supone una permanente, agresiva, sistemática e irrespetuosa agresión a todas las personas que consumen productos de origen animal, por no hablar de las personas aficionadas a la caza, la pesca, las peleas de gallos y, especialmente, la tauromaquia: no es raro encontrarse entre las filas del animalismo con individuos e individuas que califican de asesinos y maltradores a toreros y cazadores, llegando en casos a celebrar los percances y hasta la muerte de algunos de ellos y ellas (así ha sucedido con algunos toreros fallecidos en plena faena en la plaza en los últimos años, con un niño español que soñaba con ser torero y que murió de cáncer con solo 8 años, con la joven y guapísima cazadora española Mel Capitán...).


En definitiva, contumaces apeladores al respeto y la tolerancia, las huestes animalistas en verdad son radicalmente intolerantes, toda vez que si deben sumar, con toda probabilidad, varios miles largos de millones de personas de la población mundial actual los que por alguna razón u otra se sitúan fuera del ideario animalista (esto es, o bien porque consumen alimentos de origen animal, o porque siguen la tauromaquia, o porque son canaricultores, apicultores, adiestradores de dromedarios, ganaderos, cazadores, pastores, pescadores...), ¿quién es entonces o así las cosas el intolerante en todo esto?


En mi vida solo he entrado a dos plazas de toros, y una de ellas fue en mi época universitaria para asistir a un concierto de rock; la otra salió al paso, una vez en que paseaba con un grupo de amigos por Valladolid, en forma de una placita, me pareció por lo pequeñita que solo preparada para novilladas. He leído sobre los toros, ni que decirlo (he paladeado una y otra vez las referencias al mundo de los toros presentes en la obra de poetas tan admirables como Lorca o Miguel Hernández, quienes por cierto en vida no fueron precisamente lo que se dice amigos); los he llegado a divisar alguna vez que otra recorriendo tierras españolas peninsulares en tren o en autobús o en coche particular; no sigo el mundo de los toros, mas me parece bien que millones de personas como aficionadas o como profesionales de la tauromaquia mantengan esta secular afición en España (aseguran que es parte de la esencia del ser español), Francia, Portugal, México, Colombia, Perú, Centroamérica... Si se acabara prohibiendo, me parecería muy mal: como poco, una falta de respeto a todos sus aficionados y profesionales.


Y lo mismo, ni que insistir en esto, por lo que respecta a los pastores: no hay más que escucharlos hablar para comprender que su vida es la entrega a sus ganados de ovejas o cabras las 24 horas al día, en condiciones muy duras. Si lo hacen porque quieren, ¿quién soy yo para desear que se prohíba el pastoreo?


Y lo mismo con el resto: ganaderos, cazadores, pescadores, adiestradores de perros lazarillos y para el rescate de personas en circunstancias extremas, apicultores, carniceros, esquimales con trineos aún tirados por perros, tuaregs y sus ganados de cabras y dromedarios, canaricultores, silvestristas, colombófilos, colombicultores, científicos que utilizan cobayas para la experimentación en beneficio curativo o salutífero del hombre…


Por lo demás, poco de qué extrañarse acaso, toda vez que los animalistas son perroflautas en estado puro (siempre con alguna excepción de rigor que pudiera haber). Esto es, su compasión hacia la vida de los seres vivos parece acabar cuando se trata de manifestar profunda pena, consternación, indignación y rechazo por causa del genocidio de los cristianos en África, Oriente Medio, Asia, o cuando se trata de la vida del nasciturus en el vientre materno de la madre de la especie humana: son abortistas en un 99% lo menos, capaces de llorar desconsoladamente o a moco tendido ante un camión cargado de corderos o cochinos rumbo al matadero, al tiempo que suelen pedir aborto libre y gratuito como derecho legalmente reconocido para la mujer. Con un par.


Como buenos feministos y feministas supremacistas que son, supinos ignorantes de lo que en verdad es el mundo rural (el animalismo es un movimiento de urbanitas), son naturalmente partidarios de la invasión migratoria, y aunque practicantes de la cristofobia, como buenos progres que son los animalistas en su casi totalidad, aplauden que haya cada vez más menas en España (y de paso te califican de "facha, fascista, neofranquista, voxista de VOX, intolerante, rancio...", como se te ocurra criticar este estado de cosas); que las mujeres españolas apenas tengan hijos; que el marxismo cultural esté llevando a sus estertores lo poco que aún nos sigue quedando de cultura católica en España; que no haya casi matrimonios eclesiásticos; que el laicismo en sus versiones más rabiosas o radicales impere por doquier; que la Ley de Memoria Histórica siga mintiendo sobre la República II, la Guerra Civil, el franquismo, la democracia actual; que la dictadura del relativismo y la llamada postverdad campen a sus anchas; que las iglesias estén cada día que pasa más vacías; que la ideología de género con sus activismos LGTBIQ lo domine ya todo (instituciones culturales, sindicatos, centros educativos, universidades, partidos políticos en su casi totalidad, relaciones de la pareja humana, sectores incluso de la Iglesia católica, adonde el humo de Satanás de que hablara con espanto Pablo VI hace más de 40 años)...


Tontos y tontas útiles a las órdenes y dictados del multiculturalismo y de la ingeniería social impuestos por el Nuevo Orden Mundial, no cejan de dar el coñazo a tantos colectivos humanos, a tanta gente, que incluso un intelectual de la talla de Fernando Savater, tan  en las antípodas del pensamiento cristiano, ha salido al paso en más de una ocasión y de dos en sus escritos, por cierto siempre tan bien escritos, para poner los puntos sobre las síes ante los desmanes de esta caterva de activistas de la intolerancia en nombre de la defensa de los derechos de los animales.



Y aún una guinda a este escrito. Como me temía, en Gran Canaria al menos (me imagino que igual sucede dondequiera que se empleen dromedarios o camellos para la montura o cabalgadura de los Reyes Magos, nuestros entrañables Magos de Oriente) llevan años tratando de que se prohíba por las pertinentes ordenanzas municipales la presencia de los rumiantes en las Cabalgatas de Reyes. Para mí al menos, alucinante. Y otro tanto pretenden para la romería en honor a la Virgen del Pino en Gran Canaria, a la de san Benito en La Laguna de Tenerife, y para todas las romerías de las Islas: fuera vacas, caballos, dromedarios, burros o mulos usados como animales de carga y de cabalgadura, ¡y ni se te ocurra el empleo de vacas o bueyes para el arrastre de pesos!



Estos animales, los dromedarios, desde hace milenios llevan sobre todo en Oriente Próximo, en Asia, en todo el norte de África, y desde la mismísima hora de la conquista de las Islas Canarias finalizada bajo los Reyes Católicos (aquí tenemos una subespecie endémica de dromedarios, ligeramente más pequeña que la sahariana), sirviendo al hombre: largas travesías en el desierto pudiendo estar semanas enteras sin beber agua estos animales, suministran leche, su piel, carne incluso... 



Pues nada: ojo a cómo los tratas, pues si los mantienes para que vayan sobre sus lomos Gaspar, Melchor y Baltasar, haciendo la ilusión de niños y no tan niños (en la noche mágica en que todos hemos creído en los Reyes y en que estos entraban por las cerraduras de las puertas y en que había que poner los zapatos junto a la puerta de entrada de casa y en que era conveniente poner hierba en la ventana para la cena de los camellos y en que sobre todo había que acostarse pronto), te puede caer la del pulpo, digo alguna amonestación de las huestes animalistas. 

Quedas advertido. 



4 de enero, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.  
   

martes, 31 de diciembre de 2019


"Érase una vez la bondad de nuestras abuelas"




Con deplorable descortesía hacia los prejuicios feministas, la Naturaleza ha tenido a bien imponer una profunda diferenciación entre los sexos, un dimorfismo sexual más acentuado en los humanos que en los demás mamíferos. El dimorfismo no atañe solo al aspecto físico sino, y en no menor medida, a la psique, como puede observar cualquiera que tenga ojos en la cara.

¿Qué caracteriza a la mujer con respecto al hombre? La maternidad. Esta no se refiere solo a los nueve meses de gestación, sino que abarca la cría y educación de la prole de modo más profundo e íntimo que la paternidad. Y moldea tanto el cuerpo femenino como su psique. En fin, la maternidad es la garantía de la conservación de la especie en la cual el papel de la mujer es más decisivo que el del varón.

Lo anterior es una evidencia que no requiere más explicación, aunque, claro está, no todas las mujeres llegan a ser madres, pro problemas físicos o sociales o personales. Y así como lo normal es que el instinto maternal sea muy fuerte, en algunas mujeres es débil o inexistente. Un estudio en Usa mostraba que el maltrato infantil era más frecuente por parte de mujeres que de hombres, lo que se explica probablemente por las tensiones sociales y profesionales que soportan muchas madres.

Pues bien, el feminismo, obsesionado con una igualdad que a la naturaleza no le ha parecido oportuna, y enemigo de la complementariedad de los sexos, detesta de modo principal la maternidad, pues pocas cosas hay más desigualadoras. Y al odiar la maternidad, odian inevitablemente a la mujer, a la mujer real, de modo semejante a como los comunistas odiaban y trataban de someter al obrero real, que rara vez seguía sus consignas y doctrinas. El feminismo es en ese sentido misógino; e histérico en cuanto que se opone a la naturaleza (que según él no existe: la polaridad sexual sería un asunto “cultural”, un simple capricho de sociedades opresivas). Por ello genera histeria tanto en mujeres como en hombres, y degrada la necesaria conservación de la especie. Se ha hecho notar que los principales líderes de la UE (Alemania, Francia, Italia, Holanda o Suecia, además de Inglaterra) no tienen hijos biológicos. El dato tiene significado porque, consciente o inconscientemente, los líderes sirven de ejemplo a la sociedad. […]




Los cuatro párrafos anteriores son con los que comienza el historiador y escritor Luis Pío Moa su artículo "El feminismo o el odio al hombre como principio", publicado en Alerta Digital (martes 5 de marzo de 2019). 

Explicador de verdades como puños, de datos incuestionables desde una perspectiva biológica, psicológica, sociológica y no digamos trascendente (nos referimos a las verdades de fe transmitidas en la tradición religiosa judeocristiana), empero será rechazado, atacado, ridiculizado, y hasta denunciado fuera si pudieran, precisamente por las huestes feministas, ultralaicistas, izquierdistas, perrofláuticas (nada que ver este término con el de chipirifláuticos de mi más tierna infancia, de cuando la tele era aún bastante potable, axiológicamente hablando), podemitas y comunistas que, recalcitrantes e indómitas al desaliento, cierran filas en torno a ese mismo feminismo radical al grito de "hay que cortar el paso al fascismo en España, Vox es un partido de fachas, homófobos, xenófobos, fascistas, neofranquistas y neonazis".

Y se quedan tan panchos y panchas tras el exabrupto, tras el disparo de injurias, mentiras y descalificaciones a que ya nos tienen acostumbrados. Que España
sea un desierto demográfico al que han contribuido decisivamente fenómenos como el feminismo radical o de la tercera ola (también llamada feminismo supremacista), ¡bah!, qué más da, nada importa; lo que importa es seguir cerrando filas en torno a esa perniciosa y totalitaria ideología -que es pieza de recambio del marxismo cultural, juntamente con otros fenómenos como el animalismo, el ecologismo terracentrista, el globalismo... al grito de, insistamos, "Vox fascista, facha, extrema derecha, neonazi..."
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Que las tiranías que sufren Cuba (la perla del Caribe, desde hace la friolera de 60 años) y Venezuela, que, oiga o sepa usted, son regímenes odiosos, narcodictaduras y... Tampoco importa esto, qué va, ni modo, pues siempre nos quedará Francisco Franco como la diana para todos los dardos, como el más malo de la clase, de la película, como el chivo expiatorio de entre todos los chivos expiatorios posibles: "Franco fascista, asesino, golpista, genocida..."

Pero oiga, sepa usted que esas suyas no pasan de ser injurias, que nada de lo que usted dice se corresponde con la verdad de la historia, con los datos objetivos contrastados y demostrados por cualificados historiadores. Todo inútil: "Cállate, facha, no me repliques, fascista".

Cuesta creer, ciertamente, que pueda haber en efecto personas tan sectarias, ruines, guerracivilistas y revanchistas que lleguen a tales planteamientos ideológicos, pero lo cierto es el hecho de que existen: el odio, probablemente, sea el peor consejero.

Desde luego, tanta carga de resentimiento, guerracivilismo y odio a la civilización cristiana creo percibir en no pocos voceros del comunismo, el feminismo radical y el izquierdismo en general en sus versiones más laicistas, que quien estas líneas escribe a menudo siente que tales individuos e individuas actúan como actúan, piensan como piensan y, en definitiva, militan donde militan porque se han convertido en hijos de las tinieblas. Y quien habita en las tinieblas -no lo olvidemos- odia la luz, odia a quien es la Luz, como nos enseñan nuestras Sagradas Escrituras.

Hijos las tinieblas, desde luego, habitantes del eje del mal. Pues de lo contrario cómo poder aprehender que algunos de estos totalitarios progre-marxistas, tan radiofónicos ellos, puedan estar en el mismo bando ideológico -a comer de un huevo y sobra- en que están líderes de la movida progre de la catadura moral de Ada Colau, por ejemplo, actual alcaldesa de Barcelona.

¡Barcelona, nada menos!, la segunda ciudad de España por número de habitantes y la ciudad con el puerto más importante de toda España, muy probablemente, bajo el bastón de mando de una alcaldesa de la familia podemita. Tan degradante todo, desde luego (tan contrario al orden social cristiano, al Reinado de Cristo, a la agustiniana Ciudad de Dios frente a la Ciudad Secular) que lo único sensato, por identitario y patriota, es desear que todo la mugre podemita y resto de marcas blancas confluyentes sean expulsados para siempre de las instituciones, a través de las urnas, aunque hoy por hoy la dramática y amenazante constatación no sea otra sino la de que se han constituido, ay, triste desgracia, en posibilidad real de gobierno de la mano del PSOE de Pedro Sánchez, más los separatistas catalanes y vascos.

Y tan real como que ayer por la tarde, 30 de diciembre del corriente 2019, a una hora tan taurina como propicia para tomar el té, han hecho público el acuerdo de gobierno en coalición PSOE y Unidas Podemos, dando por seguro que van también a lograr, más allá de los últimos flecos, el necesario acuerdo definitivo de separatistas catalanes y vascos para la configuración de lo que a todas luces va a ser una especie de Frente Popular II.

Ruina económica asegurada, laicismo a calzón caído, más aborto, más odio a Cristo y a su Iglesia, más inmigración sin control, más gasto público, más impuestos, más crisis y desmantelamiento de la pequeña y media empresa, más animalismo, ecologismo y feminismo (ideologías radicalmente cristofóbicas), más ideología de género, más marxismo cultural, más movidas LGTBIQ, muy probablemente una ley para regular el derecho ciudadano a la eutanasia, más Soros y menos patria...

Sí, digo bien: más feminismo supremacista, abortista y contrario al don fecundo de la vida. Feminismo antipatriarcal del odio al hombre, como se pone de relieve en cada una de las manifestaciones feministas radicales en que muy palpablemente ese odio al hombre, ese odio al varón (nada menos que Freud denominaba a tal odio la envidia del falo) acaba llevando a la apología de la muy totalitaria y perniciosa ideología de género y del derecho al aborto (aborto libre y gratuito), que es un crimen horrendo y deleznable. Todo ello convenientemente salpimentado con consignas tan irrespetuosas como "si los obispos pariesen, el aborto sería un sacramento", "nosotras parimos, nosotras decidimos", "sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios", "la Virgen María también abortaría", "menos rosarios y más bolas chinas", "el Papa no nos deja comernos las almejas", "hay que quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal"... Mas da igual, siempre viene a dar igual: "Santiago Abascal fascista, machista, facha, nazi... La extrema derecha fascista es enemiga de nuestros derechos feministas, nos odia a nosotras porque somos mujeres...".

En fin: ahora que pongo el punto final a esta breve reflexión, justo a las puertas de un nuevo año que puede ver la luz -que de hecho va a ver la luz- ensombrecido por esa auténtica desgracia para España que sería -que de hecho va a ser- un pacto PSOE, Podemos y separatistas vascos y catalanes, ya pueden espetarme las injurias, insultos, descalificaciones e improperios de rigor en estos casos: "facha, fascista, retrógrado, enemigo de las mujeres"…


31 de diciembre (San Silvestre), 2019. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social