jueves, 3 de enero de 2019

"Ladran, luego cabalgamos"




El periodista y ensayista Enrique de Diego, siempre combativo o militante como católico en versión identitaria y patriota, en un ultimísimo artículo salido de su acerada pluma ("Podemos ha perdido el Oremus": Rambla Libre, 3/1/2019) sostiene sobre Podemos contundencias como las que siguen:



Podemos es un partido en demolición. Es una farsa que ya no engaña a nadie. Todas las encuestas, con la escasa credibilidad que me merecen, dan una caída imparable de Podemos, por cuyos círculos ya no pisa nadie a perder el tiempo. Lo que indican las encuestas es que el botín electoral podemita será menguante hasta el mínimo y entonces será el llanto y crujir de dientes porque estos vinieron a colocarse e instalarse, que lo explicó muy bien el de las becas black Iñigo Errejón, que había que pillar cacho presupuestario y chupar la sangre del contribuyente como parásitos.

Podemos son los comunistas de siempre con mucho adobo de estupidez irrestricta, en un combinado estomagante. Son cuatro profesoruchos de esa escombrera que es la Facultad de Políticas de la Complutense, donde huele a porro que tira para atrás, con ínfulas de burgueses y marqueses de Galapagar y otros cantantes frustrados de rap y showmans sin gracia.


Y además están desplegando su totalitarismo consustancial al código genético, al ADN de la mayoría de las organizaciones de izquierda: la democracia es válida y buena si ganamos y mandamos nosotros, si ganan los que son de los nuestros; si ganan y mandan los otros, los que no son izquierdistas, entonces la democracia es que está secuestrada por los fachas, neofranquistas, fascistas, facinerosos y extremistas de derechas, y justamente a esa democracia secuestrada hay que combatirla y al cabo rescatarla armando follón y escándalos y altercados en manifas en las calles y por supuesto en las instituciones, donde sea.


Solo que el éxito de Vox está ahí, incontestable: 12 diputados en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre. Y lo que aun es más: si algunas encuestas pronostican que Vox podría alcanzar entre 40 y 50 diputados en el Congreso de la nación, a nadie debiera extrañar el súbito nerviosismo que parece haberse apoderado de podemitas y demás familia izquierdista totalitaria, sectaria y separatista. Image result for partido  podemos


Que se lo pregunten, si no, a la podemita andaluza Teresa Rodríguez, la siempre novia del alcalde gaditano el Kichi, quien, ni corta ni perezosa, se ha lanzado a espetar contra la organización presidida por Santiago Abascal lo que viene a ser una penosa descarga de calumnias, al calificar a la citada organización política de "cómplice de los asesinatos vinculados a la violencia machista". 


Calumnia, que algo queda. Solo que lo cierto es que Vox nunca ha emitido o formulado propuesta alguna desde la que propiciar situaciones de desprotección de las mujeres, y sí más bien todo lo contrario. De suerte que pretender modificar la actual ley de violencia de género -descaradamente escorada hacia los postulados de la totalitaria, anticristiana, perniciosa y poco científica ideología de género- por otro marco legal que contemple la realidad de una violencia allende el sexo de las víctimas, esto es, una ley de violencia intrafamiliar (violencia del hombre contra la mujer, de esta contra el hombre, de este contra sus hijos, de estos contra sus progenitores, de estos contra los más ancianos de la casa...), es una iniciativa no solo legítima sino más justa y necesaria que la ley actual. 


Empleando un término tan caro a la pedagogía moderna, diríamos que la propuesta de Vox es de hecho más transversal que la actual ley de violencia de género, y sin duda mucho más respetuosa con la noción de familia entendida como alianza de amor entre un hombre y una mujer; noción esta que queda desfigurada desde la perspectiva o dinámica de la ideología de género. Ideología de género que lleva 14 años en vigor, y lo cierto es que en este tiempo las muertes de mujeres a manos de sus parejas no solo no han disminuido sino que han aumentado ligeramente, se entiende que en comparación con períodos anteriores. Aunque esto sí: un buen número de colectivos feministas (no pocos de los mismos vinculados al PSOE) se han venido claramente enriqueciendo con las pingües subvenciones concedidas por la Administración a la causa de la llamada violencia de género, violencia amparada en una ley que criminaliza y deja en clara indefensión al hombre, sobre todo al varón occidental y de raza blanca. 


Si además consideramos que Vox defiende la cadena perpetua y la prisión permanente revisable para los delitos más graves (terroristas, asesinos convictos y confesos, violadores...), ¿a qué se pueden deber esas críticas desaforadas de la izquierda si no es a mala fe, a deseo de hacer daño, al ruin propósito de intoxicar a la opinión pública y a la ciudadanía? 


Desde luego, los podemitas son especialistas en esconder la cabeza como el avestruz o en girarla para el otro lado cuando toca condenar los atropellos contra la libertad personal y los derechos humanos perpetrados por una narcodictadura como la de Nicolás Maduro en Venezuela -no lo olvidemos, el gran valedor de Podemos a escala internacional-, solo que no pierden la ocasión de practicar uno de sus juegos de pim pam pun favoritos: "Vox fascista, Vox extrema derecha, la democracia española no debe tolerar los nuevos fascismos representados por organizaciones como Vox, y bla bla bla".


De modo que en la recta final de esta breve reflexión, ni falta hace que sentencie que mi deseo sobre el porvenir de Podemos (presente y futuro inmediato) es del todo similar al que emite Enrique de Diego: Podemos, que se vaya yendo (diluyendo) por el sumidero de la historia...


3 de enero, 2019. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social. 











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