lunes, 19 de febrero de 2018

 
"Pedro Vallina, Isaac Puente, doctor Queralto..."

 
 
He vuelto a leer en esta tan benemérita bitácora llamada Infocatólica algunos artículos, algunos comentarios de los blogs... Por mi cuenta y riesgo quisiera formular varios comentarios de mi cosecha o autoría, que no sé si verán la luz de la publicación, no sin antes agradecerles que me hayan publicado algunas otras notas y reflexiones en este sitio internáutico (el gesto les honra; otras publicaciones católicas que se tienen por muy progresistas ni te contestan cuando les mandas algún escrito...) para mí de notable interés, por más que no siempre creo estar de acuerdo de quilla a perilla con todos y cada uno de sus artículos. Si esto es ofensivo, disculpas: mi propósito, huelga aclararlo, no es ofender sino invitar al diálogo, a la búsqueda común de la verdad, que siempre será sinfónica, parafraseando el título de una obra de H. U. von Balthasar..
 
 
No obstante, no puedo dejar de recordar aquí y ahora que de manera a mi juicio injusta se metieron brava y encendidamente con un escrito de mi autoría, supuestamente porque su autor, o sea, yo mismo, caía en ofensas y descalificaciones... Entonces estimaron oportuno no publicarlo, lo cual es respetable, desde luego, pues ustedes son los legítimos administradores del sitio. Sin embargo, permítanme: aquí mismo sin ir más lejos, he leído muchísimos comentarios (digo muchísimos, no uno ni dos ni tres) a los artículos notablemente más injuriosos que el mío amonestado, que simplemente quería llamar a las cosas por su nombre. Y me lo suprimieron entonces, insisto.Image result for isaac puente
 
 
Pero a lo que íbamos. De nuevo tropezamos con el docto cardenal italiano Carlo Maria Martini. Así pues, ¿cómo se puede afirmar tan tranquilamente, cosa que se hace en un artículo reciente, que el cardenal jesuita italiano pretende hundir la barca de Pedro (es decir, la Iglesia universal) porque manifiesta algunas divergencias con respecto a la doctrina oficial y magisterial de la Iglesia? Afirmar tal cosa, tal temeridad, es formular un juicio de valor, peligrosísimo de por sí, por sí solo, puesto que comporta entrar a dilucidar o discernir los pros y contras de una determinada y singular conciencia individual. Nadie conoce a ciencia cierta, salvo Dios, que es nuestro Supremo Juez, si el cardenal Martini pretende hundir la barca de Pedro que es la Iglesia universal, o más bien lo que pretende es, por muy rocambolescas y peligrosas que nos parezcan sus propuestas e ideas, hacerla avanzar más fiel al Evangelio.
 
 
Por otra parte, en esos libros del ilustre cardenal italiano, acaso traducidos y publicados en España aprovechando un cierto tirón mediático y editorial (del que no poco se han beneficiado incluso los papas más recientes, no lo olvidemos, especialmente Juan Pablo II), no solamente se habla de esas al parecer peligrosas y subversivas "reformas" que el purpurado italiano querría para la Iglesia, de la que sigue siendo príncipe; se habla de solidaridad con los empobrecidos, con los enfermos y marginados (los predilectos del Señor); se insiste en la necesidad del diálogo con los cristianos de otras confesiones, y con los no creyentes (en ese diálogo con los no creyentes, la labor de Carlo Maria Martini casi no tiene parangón en el curso de la Iglesia en las últimas décadas); se insiste en la necesidad de escuchar, desde la fidelidad al Evangelio, al hombre y a la mujer de nuestro tiempo, desde la singularidad del hombre y de la mujer de nuestro tiempo; se reivindica la urgencia de convertirnos siempre a una Iglesia samaritana y más horizontal, igualitaria y comunitaria que vertical, clerical y piramidal. Y así un largo etcétera de reivindicaciones perfectamente inteligentes por evangélicas y eclesiales.
 
 
Entonces, ¿por qué ese empeño en señalar solamente lo que se considera pernicioso y desviado en la doctrina teológica y espiritual del cardenal jesuita italiano? Image result for isaacpuente
 
 
 
Se permiten demonizar al ilustre biblista jesuita porque discrepa de la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, por más que su discrepancia no sea total sino muy parcial. Esto es sin duda discutible, es decir, es en efecto discutible que un cardenal de la Iglesia deba hacer tal cosa, oponerse a una enseñanza secularmente sancionada como verdadera por el Magisterio infalible. Sin embargo, lo que me parece inadmisible es que por esa discrepancia entre su postura doctrinal y la del Magisterio (limitada, según expresa Carlo Maria Martini, a casos límites en la vivencia de la sexualidad humana, y no en modo alguno a todos los casos), se llegue a escribir que Martini lo que pretende es que se hunda la barca de Pedro. Creo que no es para tanto, ¡ni muchísimo menos!
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Permítanme un exordio. Pedro Vallina, Viñas, Isaac Puente, el doctor Queralto y José Martínez fueron, los cinco, ilustres médicos anarquistas. Los cinco vivieron la medicina como un servicio a los más humildes, de manera que a menudo no cobraban la consulta a los pobres; hoy día, muy por el contrario, la casi totalidad de los médicos cobra, y no poco precisamente, por consulta dada, a menudo no desde un ejercicio médico humanista precisamente; las clínicas privadas (algunas de ellas pertenecientes a grupos, órdenes o comunidades de la Iglesia), por el contrario salvo honrosas excepciones no parecen funcionar como centros médicos de atención preferente a las clases sociales más humildes, aunque a decir verdad la Iglesia tiene una larga tradición de servicio sanitario impagable a enfermos y personas en verdad marginadas, todo sea dicho. En fin.
 
 
 
Isaac Puente, Viñas, Pedro Vallina, Queralto y José Martínez fueron médicos rurales, naturistas, neomalthusianos y eugenistas. En no pocas de sus ideas se equivocaron muy probablemente. Sin embargo, ¿sería justo afirmar que lo que desearon fue el hundimiento de la humanidad, la explotación del hombre por el hombre, el triunfo de los fuertes sobre los débiles...? ¿Sería justo y bueno y noble afirmar que porque creyeron en el control de la natalidad y no precisamente en la castidad fueron unos malvados que quisieron llevar a la humanidad a la perdición? ¡Vamos hombre, por Dios! En absoluto, y sí más bien todo lo contrario.
 
 
 
Pues algo idéntico me atrevería a decir del cardenal italiano Carlo Maria Martini: en sus más recientes libros traducidos y publicados en España, claro que a mí también me choca un poco su postura sobre la Humanae vitae, sobre el uso del preservativo como mal menor en algunas situaciones humanas dramáticas (nunca el cardenal aboga por el uso generalizado del condón), sobre lo difícil que le resulta "condenar" a las parejas homosexuales (a mí también me resulta difícil "condenarlas", y sin embargo rechazo la homosexualidad, a la luz de la doctrina tradicional de la Iglesia), sobre la conveniencia de que la Iglesia católica se decida a ordenar como sacerdotes ministeriales a viri probatti (hombres casados y ya maduros de fe probada)...
 
 
Con todo, podré afirmar que en esto o en aquello puede que no esté de acuerdo con el cardenal Martini, pero nunca descalificarlo sumarísimamente. Nunca pasando a no reconocer todo lo que hay de bueno, humana, eclesial y evangélicamente hablando, en su magisterio.
 
 
 
Desde luego, creo que la intransigencia doctrinal nos llevaría más bien a un callejón sin salida que a una plaza de libertades, digámoslo así; es decir, más a una Iglesia enroscada sobre sí misma que abierta al anuncio samaritano del evangelio de Jesucristo, cuyo nervio es la solidaridad, el amor a los pobres y sencillos.
 
 
 
En fin, si en algo me he equivocado con esta reflexión o en algo les he ofendido a ustedes, que se reivindican diligentes representantes de la más pura ortodoxia doctrinal, litúrgica y espiritual, mis disculpas.
 
LUIS ALBERTO HENRÍQUEZ LORENZO.
15/09/09 1:04 AM
 
 
 
Originariamente escrito el 15 de septiembre de 2009, pero hoy es 28 de febrero de 2018. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social,  

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