martes, 31 de diciembre de 2019


"Érase una vez la bondad de nuestras abuelas"




Con deplorable descortesía hacia los prejuicios feministas, la Naturaleza ha tenido a bien imponer una profunda diferenciación entre los sexos, un dimorfismo sexual más acentuado en los humanos que en los demás mamíferos. El dimorfismo no atañe solo al aspecto físico sino, y en no menor medida, a la psique, como puede observar cualquiera que tenga ojos en la cara.

¿Qué caracteriza a la mujer con respecto al hombre? La maternidad. Esta no se refiere solo a los nueve meses de gestación, sino que abarca la cría y educación de la prole de modo más profundo e íntimo que la paternidad. Y moldea tanto el cuerpo femenino como su psique. En fin, la maternidad es la garantía de la conservación de la especie en la cual el papel de la mujer es más decisivo que el del varón.

Lo anterior es una evidencia que no requiere más explicación, aunque, claro está, no todas las mujeres llegan a ser madres, pro problemas físicos o sociales o personales. Y así como lo normal es que el instinto maternal sea muy fuerte, en algunas mujeres es débil o inexistente. Un estudio en Usa mostraba que el maltrato infantil era más frecuente por parte de mujeres que de hombres, lo que se explica probablemente por las tensiones sociales y profesionales que soportan muchas madres.

Pues bien, el feminismo, obsesionado con una igualdad que a la naturaleza no le ha parecido oportuna, y enemigo de la complementariedad de los sexos, detesta de modo principal la maternidad, pues pocas cosas hay más desigualadoras. Y al odiar la maternidad, odian inevitablemente a la mujer, a la mujer real, de modo semejante a como los comunistas odiaban y trataban de someter al obrero real, que rara vez seguía sus consignas y doctrinas. El feminismo es en ese sentido misógino; e histérico en cuanto que se opone a la naturaleza (que según él no existe: la polaridad sexual sería un asunto “cultural”, un simple capricho de sociedades opresivas). Por ello genera histeria tanto en mujeres como en hombres, y degrada la necesaria conservación de la especie. Se ha hecho notar que los principales líderes de la UE (Alemania, Francia, Italia, Holanda o Suecia, además de Inglaterra) no tienen hijos biológicos. El dato tiene significado porque, consciente o inconscientemente, los líderes sirven de ejemplo a la sociedad. […]




Los cuatro párrafos anteriores son con los que comienza el historiador y escritor Luis Pío Moa su artículo "El feminismo o el odio al hombre como principio", publicado en Alerta Digital (martes 5 de marzo de 2019). 

Explicador de verdades como puños, de datos incuestionables desde una perspectiva biológica, psicológica, sociológica y no digamos trascendente (nos referimos a las verdades de fe transmitidas en la tradición religiosa judeocristiana), empero será rechazado, atacado, ridiculizado, y hasta denunciado fuera si pudieran, precisamente por las huestes feministas, ultralaicistas, izquierdistas, perrofláuticas (nada que ver este término con el de chipirifláuticos de mi más tierna infancia, de cuando la tele era aún bastante potable, axiológicamente hablando), podemitas y comunistas que, recalcitrantes e indómitas al desaliento, cierran filas en torno a ese mismo feminismo radical al grito de "hay que cortar el paso al fascismo en España, Vox es un partido de fachas, homófobos, xenófobos, fascistas, neofranquistas y neonazis".

Y se quedan tan panchos y panchas tras el exabrupto, tras el disparo de injurias, mentiras y descalificaciones a que ya nos tienen acostumbrados. Que España
sea un desierto demográfico al que han contribuido decisivamente fenómenos como el feminismo radical o de la tercera ola (también llamada feminismo supremacista), ¡bah!, qué más da, nada importa; lo que importa es seguir cerrando filas en torno a esa perniciosa y totalitaria ideología -que es pieza de recambio del marxismo cultural, juntamente con otros fenómenos como el animalismo, el ecologismo terracentrista, el globalismo... al grito de, insistamos, "Vox fascista, facha, extrema derecha, neonazi..."
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Que las tiranías que sufren Cuba (la perla del Caribe, desde hace la friolera de 60 años) y Venezuela, que, oiga o sepa usted, son regímenes odiosos, narcodictaduras y... Tampoco importa esto, qué va, ni modo, pues siempre nos quedará Francisco Franco como la diana para todos los dardos, como el más malo de la clase, de la película, como el chivo expiatorio de entre todos los chivos expiatorios posibles: "Franco fascista, asesino, golpista, genocida..."

Pero oiga, sepa usted que esas suyas no pasan de ser injurias, que nada de lo que usted dice se corresponde con la verdad de la historia, con los datos objetivos contrastados y demostrados por cualificados historiadores. Todo inútil: "Cállate, facha, no me repliques, fascista".

Cuesta creer, ciertamente, que pueda haber en efecto personas tan sectarias, ruines, guerracivilistas y revanchistas que lleguen a tales planteamientos ideológicos, pero lo cierto es el hecho de que existen: el odio, probablemente, sea el peor consejero.

Desde luego, tanta carga de resentimiento, guerracivilismo y odio a la civilización cristiana creo percibir en no pocos voceros del comunismo, el feminismo radical y el izquierdismo en general en sus versiones más laicistas, que quien estas líneas escribe a menudo siente que tales individuos e individuas actúan como actúan, piensan como piensan y, en definitiva, militan donde militan porque se han convertido en hijos de las tinieblas. Y quien habita en las tinieblas -no lo olvidemos- odia la luz, odia a quien es la Luz, como nos enseñan nuestras Sagradas Escrituras.

Hijos las tinieblas, desde luego, habitantes del eje del mal. Pues de lo contrario cómo poder aprehender que algunos de estos totalitarios progre-marxistas, tan radiofónicos ellos, puedan estar en el mismo bando ideológico -a comer de un huevo y sobra- en que están líderes de la movida progre de la catadura moral de Ada Colau, por ejemplo, actual alcaldesa de Barcelona.

¡Barcelona, nada menos!, la segunda ciudad de España por número de habitantes y la ciudad con el puerto más importante de toda España, muy probablemente, bajo el bastón de mando de una alcaldesa de la familia podemita. Tan degradante todo, desde luego (tan contrario al orden social cristiano, al Reinado de Cristo, a la agustiniana Ciudad de Dios frente a la Ciudad Secular) que lo único sensato, por identitario y patriota, es desear que todo la mugre podemita y resto de marcas blancas confluyentes sean expulsados para siempre de las instituciones, a través de las urnas, aunque hoy por hoy la dramática y amenazante constatación no sea otra sino la de que se han constituido, ay, triste desgracia, en posibilidad real de gobierno de la mano del PSOE de Pedro Sánchez, más los separatistas catalanes y vascos.

Y tan real como que ayer por la tarde, 30 de diciembre del corriente 2019, a una hora tan taurina como propicia para tomar el té, han hecho público el acuerdo de gobierno en coalición PSOE y Unidas Podemos, dando por seguro que van también a lograr, más allá de los últimos flecos, el necesario acuerdo definitivo de separatistas catalanes y vascos para la configuración de lo que a todas luces va a ser una especie de Frente Popular II.

Ruina económica asegurada, laicismo a calzón caído, más aborto, más odio a Cristo y a su Iglesia, más inmigración sin control, más gasto público, más impuestos, más crisis y desmantelamiento de la pequeña y media empresa, más animalismo, ecologismo y feminismo (ideologías radicalmente cristofóbicas), más ideología de género, más marxismo cultural, más movidas LGTBIQ, muy probablemente una ley para regular el derecho ciudadano a la eutanasia, más Soros y menos patria...

Sí, digo bien: más feminismo supremacista, abortista y contrario al don fecundo de la vida. Feminismo antipatriarcal del odio al hombre, como se pone de relieve en cada una de las manifestaciones feministas radicales en que muy palpablemente ese odio al hombre, ese odio al varón (nada menos que Freud denominaba a tal odio la envidia del falo) acaba llevando a la apología de la muy totalitaria y perniciosa ideología de género y del derecho al aborto (aborto libre y gratuito), que es un crimen horrendo y deleznable. Todo ello convenientemente salpimentado con consignas tan irrespetuosas como "si los obispos pariesen, el aborto sería un sacramento", "nosotras parimos, nosotras decidimos", "sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios", "la Virgen María también abortaría", "menos rosarios y más bolas chinas", "el Papa no nos deja comernos las almejas", "hay que quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal"... Mas da igual, siempre viene a dar igual: "Santiago Abascal fascista, machista, facha, nazi... La extrema derecha fascista es enemiga de nuestros derechos feministas, nos odia a nosotras porque somos mujeres...".

En fin: ahora que pongo el punto final a esta breve reflexión, justo a las puertas de un nuevo año que puede ver la luz -que de hecho va a ver la luz- ensombrecido por esa auténtica desgracia para España que sería -que de hecho va a ser- un pacto PSOE, Podemos y separatistas vascos y catalanes, ya pueden espetarme las injurias, insultos, descalificaciones e improperios de rigor en estos casos: "facha, fascista, retrógrado, enemigo de las mujeres"…


31 de diciembre (San Silvestre), 2019. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social




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