jueves, 7 de febrero de 2013

"Por qué escribí '¿La Iglesia católica? Sí; algunas consideraciones, por favor' (III)"


  1. Charo, Josefa:


    Una posible definición de resentido sería: "se dice del que se siente maltratado, por la sociedad o por la suerte [en mi caso, por la Iglesia católica], y siente hostilidad hacia los que considera más afortunados.

    Solo parcialmente me identifico con esa definición, solo parcialmente. Que me han jodido los muy hipócritas diocesanos canariensis, es algo que ya sé que, a ellos mismos, por ser tan obvio y cierto les jode que yo les recuerde... Son así de mediocres y de hipócritas.

    La consecuencia de todo ello no es la que dice la acepción de "resentido" que he leído, sino la repulsión que me producen tales hipócritas.

    Naturalmente, si me vinieran con el "cuento" de que debo perdonar como Cristo perdonó y bla bla bla -que no vendrán, ni vendrían, claro, por mera soberbia-, no les voy a creer ni media.

    (Ojo, digo "cuento" no por considerar que el perdón de las ofensas cristiano es un cuento, sino porque es en efecto un "vulgar teatro" lo que muchos eclesiásticos hipócritas están haciendo hoy por hoy en la Iglesia católica, obispos incluidos.)

    Gracias por las visitas.
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  2. Así que de resentido poco, me parece. Sí me considero un puteado, un machacado, un "ignorantado" (Víctor Ramírez dixit) por la propia Iglesia católica: no han querido saber absolutamente nada de mí, me han ignorado y humillado.

    Soy militante cristiano desde hace 25 años; he demostrado por activa y por pasiva y de todas las maneras que deseo ser fiel al Magisterio; creo en la familia cristiana militante abierta a la vida (considero que una de las razones, junto a mis defectos de todo tipo como hombre, claro, jejeje, de no haberme podido casar: en España es muy improbable encontrar hoy día a chicas jóvenes dispuestas a construir una familia cristiana como la Iglesia exhorta a formar: espiritual, solidaria, abierta con generosidad a la vida...); atesoro cierta formación intelectual interdisciplinar (considero que superior a la de la gran mayoría de los seglares que conozco que en lo profesional viven gracias a la Iglesia católica), y encima renuncié a mi trabajo, por generosidad, por imprudencia, por idealismo, autoexcluyéndome de las listas de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, con motivo de mi ingreso en el Seminario Diocesano Canariensis... Y empero no he recibido más que desprecio por parte de las autoridades eclesiales de la Diócesis Canariensis, cuando les he podido una ayuda por favor, toda vez que abandoné el Seminario Diocesano sin un céntimo, sin trabajo, sin poder volver a las listas de las que previamente me había autoexcluido.

    Todo lo anterior lo detallo en mi libro ¿La Iglesia católica? Sí; algunas consideraciones, por favor (Madrid, Vitruvio y Nostrum, noviembre, 2011). Ensayo que, ni que decirlo, no ha merecido más que más desprecio y ninguneo por parte de prácticamente todas las movidas e instancias diocesanas.

    Por lo tanto, habiendo sufrido este auténtico maltrato y atraco, ¿cómo no sentirse "estafado" por el propio aparato eclesial?

    Ciertamente, es un asunto que va más allá de la necesidad de perdonar. Quiero decir que no voy a llevarle la contraria a Cristo con su exhortación a que perdonemos nuestras ofensas, y a que recemos incluso por los que nos persiguen; aunque me cuesta vivir esas exigencias del Evangelio, no las niego, me las tendría que aplicar, sin que ello signifique que vaya a tener que dejar de considerar que es justamente la hipocresía eclesiástica la que me ha jodido bien.

    No sé si me entiende con lo que pretendo afirmar: perdonar, lo que se dice perdonar, no pretendo pasarlo por alto, he de tratar de hacerlo, aunque me cueste, y me cuesta mucho hacerlo, lo confieso; pero perdonar no significa, al menos para mí, dejar de criticar lo que juzgo injusto: la hipocresía eclesiástica, con todo su aparato de intereses mundanos y nepotistas, me ha jodido a tope.

    Nada más.
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  3. Como conclusión: habiendo sufrido tamaña canallada (clericanallada) por parte de ciertas autoridades diocesanas canariensis...

    Habiendo sufrido la gran putada que he sufrido, comprenderán que agradezca permanentemente a cuantas personas e instituciones se han querido hacer eco, por mínimo que este haya sido, de mi libro, de mi causa, de mi voz. A las gentes de la Tertulia Pedro Marcelino Quintana, de Arucas, a Marcelo Betancor y la organización Acadehu, a Alejandro de Fez Laso y su blog kaoshispano, al músico "cochinero" Blas Sánchez y su círculo musical-poético, al Ayuntamiento de Firgas, a la periodista radiofónica de Abc Punto Radio Dulce María Facundo, al veterano David Hachuel y su emblemático magazin radiofónico "Antena Abierta", a la teldense Susi Arencibia y sus veladas poéticas en San Gregorio, Telde, a algunos responsables de las Ferias Institucionales del Libro de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, al escritor, editor y activista social herreño (editor de Ediciones Idea-Aguere) Anghel Morales, a los responsables del Círculo Mercantil, al Club de Prensa Canaria, a la Casa-Museo Colón, a Olivier de Laet y resto de colegas de la agencia de profesores Docenservis (especialmente a Víctor), con la que ya llevamos seis años visitando domicilios como profesores y profesoras de clases de refuerzo o de apoyo...

    Disculpas a los que se sientan preteridos de esta lista. Porque sin duda, durante todo este tiempo algunas personas "a título personal" (incluso personas de iglesia, eclesiásticos algunos) se han querido sensibilizar y solidarizar con no poco de lo que planteo en mi libro.

    A todos y todas, gracias.

    Postdata: España revuelta, como patas arriba. Sindicatos de la educación, asociaciones de alumnos y de padres y madres de alumnos, más un montón de profesores y profesoras de la escuela pública (puteados por los recortes del Gobierno rajoniano, yo entre ellos) salen a la calle: el ministro del ramo (de Educación, el muy contestado Wert, el del chiste "Franco ha werto") desmantela la escuela pública en beneficio de la enseñanza concertada y privada.

    No me extrañaría que fuese así, esto es, que en efecto las políticas del ministerio que preside el señor Wert estuviesen desmantelando la escuela pública en beneficio de la concertada y la privada, casi toda ella en manos de la Iglesia católica. La cual sigue predicando lo que sigue: "Los educadores de la escuela católica deben ser auténticos testigos de Cristo fieles a la Iglesia, docentes enamorados de su profesión y de Cristo". Leche machanga: la inmensa mayoría de los docentes de la escuela católica no responden en absoluto a ese perfil, loables excepciones aparte.

    Yo que hace años estuve enamorado de la escuela pública (acaso los mejores años de mi vida, desde los 30 a los 34 años, de 1997 a 2001, en que con un buen puesto como interino di cursos completos, para la Consejería de Educación, insularizado en mi isla de Gran Canaria) y que empero renuncié a ella, ingenua e idealistamente, por entrar y permanecer en el Seminario Diocesano de Canarias, años después me veo compuesto y sin novia, en plena crisis brutal: sin escuela pública, sin posible escuela católica -porque en ella por lo general se entra por enchufe, por recomendación; y si además sospechan que eres crítico, militante, entonces lo más probable es que no tengas opción alguna de entrar-...

    Contemplando el panorama de una Iglesia católica tan podrida que, de familia de familias empeñada en la promoción de militantes, ha devenido plataforma promotora de burócratas, figurones, antimilitantes, arribistas, mundanizantes, desencarnados y meros enchufados más preocupados por mantener su puesto funcionarial en la Iglesia que preocupados por el Reino de Dios y su justicia.

    En fin, qué le vamos a hacer. 

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