Para comenzar, qué bien escrito está este artículo del médico argentino, apologeta católico y profesor universitario de Antropología y Ética Mario Caponnetto: "Castro ha muerto: la batalla continúa" (en la bitácora Adelante la Fe, 2/12/2016).
Puestos a analizarlo, cierto que puede inicialmente "desconcertar" el que el autor pida por el alma de alguien como Fidel Castro Ruz, sanguinario sátrapa que oprimió durante 57 años el destino de los cubanos en la llamada Perla del Caribe, ateo convicto y confeso, marxista hasta la médula, demagogo manipulador de masas (valga la redundancia). A este respecto, viene bien recordar que es la Iglesia la que, presumiendo justamente de madre y maestra, pide en la oración funeraria por una persona que acaba de fallecer, aquello de "Señor, ten piedad del alma de Fulanito de Tal, cuya fe solo Tú conociste".
Con tal oración, la Iglesia se reserva el juicio final sobre esa persona fallecida, juicio que solo compete a Dios. De manera que en el caso concreto de Fidel Castro Ruz, en efecto todos los signos y las evidencias todas apuntan a la sospecha de que la salvación de su alma corre serio peligro, dada la inmensa maldad de su vida terrenal en la que se empeñó, con muy evidentes pruebas o muestras, en la negación-persecución de Cristo y su Iglesia, pero la última palabra sobre tal particular -que es la única que es vinculante por definitiva- la tiene Dios. Y nada más que Dios.
Por otra parte, es innegable que Fidel Castro fue un hombre interesado en múltiples cuestiones, buen lector, también se interesó por la Teología de la Liberación, que siendo tan heterodoxa y tan filomarxista, igual le condujo en su fuero más íntimo (en ese espacio inviolable de la humana conciencia) a una cierta gratitud que desconocemos hacia Cristo, la Iglesia, la Compañía de Jesús en cuyos selectos colegios estudió en Cuba... Solo a Dios le toca el juicio definitivo sobre todo esto.
3 de diciembre, 2015. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.
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