miércoles, 30 de julio de 2014

"Sobre los 10 consejos del papa Francisco para ser feliz"

Estimo que el papa Francisco debió haber presentado su particular catálogo de 10 consejos para ser felices haciendo alguna clase de presentación aclaratoria, propedéutica, a fin de no cogernos tan desprevenidos a los católicos. Hablo de alguna suerte de exordio... Aunque puede que lo más de ese catálogo para ser feliz sea obra y gracia de los periodistas que le hicieron la entrevista al Papa, para un diario argentino; y también obra de todos los que en algún momento participaron en el resultado final de esa entrevista al papa Francisco, quien hasta la fecha parece prodigarse en entrevistas, para contento de muchos y descontento de otros tantos.

Porque, comoquiera que la entrevista de marras haya venido a ser, es ciertamente inadmisible -o lo parece- que el Vicario de Cristo pueda decir lo que dice (el papa Francisco) en estos consejos. Hasta el extremo de que me parece entender la alarma que ha producido ese decálogo papal, meramente inmanentista, secular, entre las filas o sectores católicos más tradicionalistas y por ende, desde un primer momento, más críticos con el papado del cardenal Bergoglio.
idem supraAsí que alucinante: el catolicismo que se degrada, que se descompone como afectado de una gran diarrea ya cronificada, a ojos vista y entendimiento de muchos, y el papa Francisco “predica” ahora estos consejos para ser felices en este mundo, en los cuales no aparece ni rastro de Dios, ni referencia alguna a Jesucristo, mucho menos a la Iglesia que es Esposa del Esposo. 

Desde luego, ninguno de esos 10 consejos para ser feliz del papa Francisco sirve para impulsar la nueva evangelización en este mundo; ninguno sirviera para impulsar en la Iglesia la indispensable promoción de militantes o evangelizadores fieles a Cristo y a su Iglesia, en vez de la superabundancia actual de tibios (“A los tibios vomitaré de mi boca”, dice el Señor) , mundanizantes o secularistas, arribistas (también llamados trepas, medradores, carreristas, meros enchufados), burócratas antimilitantes y antinatalistas de mentalidad neoburguesa.

Alucina, Catalina. Y entretanto, el homónimo del papa Francisco y pastor de la Diócesis de Canarias, tan contento de haber decretado que un servidor no merece ni agua. ¿Será porque, como porfía un amigo mío, este obispo católico hoy día no es más que otro apóstata de Cristo? (Si no lo eres, monseñor Cases Andreu, en contra de lo que sugiere ese amigo mío muy católico, me querrás perdonar, supongo, por más que tú respetarme y estimarme nunca hayas querido o mostrado. A decir verdad, son ya multitud las voces católicas que precisamente los acusan a ustedes pastores, monseñor Cases Andreu, de ser los principales responsables de la muy evidente debacle de la Iglesia actual: como que la Gran Apostasía ya profetizada a quienes más daño habría de infringir es precisamente a los pastores de la Iglesia). 
Así las cosas en la Iglesia, o abundando en este mismo particular, no me extraña nada la patética “labor” de no pocos obispos católicos, que son verdaderamente una vergüenza y un escándalo de hipocresía y de mundanismo de lo políticamente correcto. Toda vez que ¿será verdad aquello ya profetizado de la pérdida de la fe en Cristo y en su Iglesia que se ha de dar en la jerarquía católica, como preludio a la Parusía?
Desde luego, según cantan algunos signos y cómo cantan, es para temer que sí. Tiempos de tinieblas en esta Iglesia.


4 de agosto, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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